Capítulo Veintiocho: Mi Sacrificio

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Noah

—Mamá, ya llegamos.

Dejé a Mara entrar primero y dejé su amaca a un lado de la mesa de la entrada.

Mi madre salió del gran salón con una servilleta en la mano y sonrió mirándonos juntos de nuevo.

—Bienvenidos —sonrió besando la mejilla de Mara—, pensé que iban a tardar más. Quizá una vuelta en la manada.

—He venido a comer antes —asentí—, tenía mucha hambre.

—Es verdad —me golpeó la cabeza suavemente—, te haz escapado de casa sin haber desayunado algo antes.

—Lo lamento, me levanté tarde y tenía que hacer muchas cosas en la manada —. Negué sobando mi cabeza con una sonrisa.

—Ya, está —negó—, vamos a comer. La mesa está puesta y sirve que comemos todos juntos.

Asentí mirando a Mara y tomé su mano.

No era la primera vez que ella estaba en casa. De hecho, en las últimas semanas nos habíamos pasado parte del tiempo entre su hogar y el mío, tratando de llevar una relación más cercana a pesar de los deberes de cada uno. No mentiré, era difícil llevar al mismo tiempo ambas cosas, pero Mara lo llevaba bien.

Estaba contento de que mi familia la haya adoptado tan bien que cada que ella venía parecía como si todo cambiara en casa. Era más alegre e incluso mi familia preguntaba por ella cuando tenía días que no venía o que yo no iba a su territorio a verla.
Londres estaba lejos de mi hogar y tenía que pensar bien el horario que mantendría para dedicarle el mayor tiempo a Mara sin descuidar a mi manada. Era agobiante a veces pero al menos ya podía manejar mejor los anillos del tiempo y viajaba en un dos por tres.

Ella decía que al menos me ahorraba el viaje en avión.

—¡Mara!

Vi a tío Bastian abrazarla quitándome del camino. Creo que de todos, él la adoraba más.

—Te he extrañado mucho, hace tiempo que no habías venido a casa.

—He estado algo ocupada con los deberes del reino —negó sonriendo—, pero me he tomado el día para estar aquí hoy. Me gusta visitar a la familia.

A mi tío le brillaron los ojos, como si hubiese visto un caramelo, completamente emocionado.
Miré a mi padre cuando negó.

—Al menos deja que se siente, Bas.

—Ven, te sentarás conmigo.

Yo reí por lo bajo cuando me olvidó por completo y ambos nos sentamos a lado de Bastian. Siempre era así.
Mi lugar era en la cabeza de la mesa, justo frente a mi padre, pero siempre que Mara venía prefería sentarme a su lado sin importar el lugar que fuera. Era solo un lugar.

—Amor —negó Clark—, deja al menos que respire, no la agobies más.

—Oh... —. Murmuró y miró a Mara—. Lo siento, cariño. Es que me emociono mucho cuando te veo.

—Me pasa lo mismo —. Sonrió abrazándolo.

Yo sonreí y miré a mi madre cuando ella sonrió besando la mejilla de mi padre. Sabía que les hacía feliz tener a Mara en casa, no lo decían, pero sabía que en el fondo ellos sabían que ella es quien me hace feliz ahora y el que ella venga a casa hace que se complemente mi ser.
Con ella tomando mi mano se borraban todos los problemas en mi vida.

—Toma, cariño —. Sonrió Jake dejando frente a ella un plato lleno de comida y después dejando frente a mí el mío.

—¿Yo no merezco un "cariño"? —. Dije cuando no me dijo nada.

El Ascenso De Un Alfa ©Where stories live. Discover now