Capítulo Veintinueve: Nuevos Mundos

2K 192 33
                                    

Noah

—¿Listo?

—Todavía me falta algo, lo presiento —. Murmuré pensando.

Mara me miró desde mi cama y me arrojó una de mis almohadas.

—Te apuesto que sea lo que sea, podemos comprarlo allá.

—No se compra lo que... ¡Ya sé que es!

Corrí a mi escritorio y saqué mi navaja del cajón.

—¿Lo ves?

—¿Una navaja? —rió fuerte—, Noah, eres un lobo, ¡Podrías morder o romper lo que quieras solo con convertirte!

—Pero si hay humanos cerca no —. Negué siendo honesto. Estaba prohibido por mi padre que algún humano viera a un lobo de Månen en una conversión. Hasta en ello teníamos cuidado porque no queríamos que los cazadores se involucraran.

Mara volvió a reír y se levantó de la cama para dirigirse al baño mientras sujetaba su cabello en una coleta.

—Mejor cierra ésa maleta ya que vamos tarde.

—Está bien.

Yo sonreí sabiendo que había hecho lo correcto, aunque Mara tenía razón, yo podía acabar con todo lo que me propusiera siempre y cuando los humanos no estuvieran cerca. Además, era el regalo que Clark me había dado cuando cumplí mi mayoría de edad y creía que era un buen momento para usarlo.

Antes de cerrar el cajón de nuevo, miré que algo brilló y pude notar el anillo de mi madre oculto bajo los papeles. No recordaba que lo había guardado allí, es más, ni siquiera me había pasado por la cabeza que ella me lo había dado antes.
Lo tomé y lo miré, no sabía si estaba listo para entregarlo, pero quería intentar descubrir en éste viaje si podía hacerlo de verdad. Tenía ánimos de preguntarle a Mara de una vez por todas si se quedaría conmigo el resto de su vida, aunque ya sabía la respuesta.

Pero quería hacerlo a la manera tradicional.

—Noah.

Yo guardé rápidamente el anillo en el bolsillo de mi pantalón y sonreí al verla.

—¿Qué?

—Nada —negué nervioso—, ¿Qué pasa?

—Ya cierra ésa maleta —. Rió confundida con mi reacción—. Es hora de irnos, cielo.

—Sí.

Asentí guardando la navaja en la maleta y también el anillo, cuidando que ella no lo notara y así poder ocultarlo hasta que llegáramos a donde sea que quería ir.
Tomé la maleta una vez que la cerré y salí de mi habitación con Mara tomada de mi mano. Al bajar, mi familia estaba ahí esperando.

—Para su camino —. Sonrió mi madre entregándome una maleta pequeña que olía de maravilla—. Por favor, no se olviden de comer.

—Claro —. Asentí.

—Nos vemos, pronto, tesoro —. Dijo Bastian abrazando a Mara.

—Cuídate y cuida de Mara, Noah —. Dijo mi padre y asentí—. Ahora es tu responsabilidad.

Ambos nos despedimos de todos y subí mi maleta a la camioneta de Mara. Abrí su puerta para que subiera, la cerré y después subí yo en el lado del piloto. Me gustaba que ella me dejara llevarla siempre que íbamos en auto aunque hoy parecía más que cómoda con ello.

—¿Y bien? —. Dije cerrando mi puerta y abrochando mi cinturón—. ¿A dónde te llevo ahora, cielo?

—Salgamos de aquí y te diré en el camino hacia donde después —. Me guiñó un ojo y abrochó su cinturón.

El Ascenso De Un Alfa ©Where stories live. Discover now