Capítulo Treinta Y Ocho: Los Hale

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Noah

Tres meses después...

Tallé mis ojos un poco y me estiré en la cama sabiendo que ya era de día y que debía de despertar ya.
Me giré en mi propio lugar y noté que Mara no estaba, así que abrí mis ojos y la vi sentada en la silla que había puesto afuera en el balcón. Sabía que le gustaba tomar el sol y más aún cuando este a penas alumbraba el día.

Me levanté de la cama y caminé hacia ella tallando aún mis ojos.
Ella no se asustó al verme pero si se me regaló una sonrisa al ver que yo aún estaba algo dormido en ése momento.

—Buenos días —. Sonreí besando sus labios en un beso casto.

—Buenos días, cielo.

Yo me acerqué a su enorme barriga y desaté el nudo de su bata para dejar mi cabeza pegada a ella para sentir como cierto cachorro ya me golpeaba con sus pies. Sabía que estaba listo para verme porque siempre se movía cuando yo estaba cerca haciendo que Mara sonriera al notar que poco a poco me estaba reconociendo. Sabía que su padre estaba cerca.

—Buenos días, Baruk.

—No, ése es Nalu.

Yo la miré y negué.

—Por supuesto que no, yo sé cual de los me ha golpeado. Reconocería los pies de mis hijos en cualquier caso.

—Ni siquiera los haz visto —. Rió.

—Pero sabría reconocerlos en todo momento —reí besando su mejilla—, son mis hijos y sé con seguridad que Baruk es el que lo ha hecho.

Hace poco que Mack nos había visitado para ver cómo es que evolucionaba el embarazo de Mara. Normalmente esto tardaría cinco meses, sin embargo, cuando Mara inició su embarazo siendo un vampiro había adelantado las fechas por lo que ahora creíamos que en un par de semanas veríamos a nuestros hijos por primera vez.
Era fascinante descubrir que ellos llegarían a nuestra vida y que, no solo era eso, sino que eran dos. Al parecer la Luna nos había bendecido con dos grandes lobos que pronto verían lo perfecto que es nuestro hogar y lo hermoso que ellos lo harían con su llegada.

—Mis hijos serán los lobos más fuertes de Månen.

—También son mis hijos —negó y jaló de mi cabello—, pero vamos, tengo hambre. Tus hijos comen como si no fuera a existir un mañana.

—Sí, creo que eso es herencia familiar —. Asentí riendo y ayudando a que ella se levantara de la silla para caminar de vuelta a la habitación.

Yo tomé mi playera de la cama y me la puse, siempre dormía solo con mis pantalones porque era más cómodo, sin embargo, Mara dormía siempre con su pijama completo, un pantalón corto y una blusa de seda con tirantes.
Creo que ambos éramos diferentes para eso.

Ambos salimos de la habitación y bajamos hasta el gran comedor donde mi madre, Clark y Jake estaban sentados ya listos para tomar el desayuno.

—Hola —. Sonreí.

—Hola, cariño —. Dijo mamá y ayudó a Mara a sentarse.

Yo me senté a su lado mientras vi como ella volvía a sentarse en su lugar con calma.

—¿Y tío Bastian?

—Está con tu padre tratando de hacer un desayuno decente después de que Tyler incendiara la cocina, otra vez —rió fuerte—, creo que le están dando el regaño de su vida por quinta vez en el mes.

—Claro, es la cocina de Byron —sonrió Clark—, nadie se mete con su cocina y menos con sus desayunos sagrados.

—Me parece que Bastian debe ser el que lo está regañando mientras cocina —rió Jake—, siempre le ha gustado hacer eso contigo, ¿No Clarky?

El Ascenso De Un Alfa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora