Capítulo Treinta Y Nueve: Nuestro Pasado y Futuro

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Noah

—Noah...

—Mmm... —. Murmuré.

—Tus hijos están llorando.

Yo asentí y me levanté de la cama aún adormilado después de la última vez que lo hice. Hace cinco minutos.

—Ya voy —. Suspiré tallando mis ojos.

En realidad no había pasado mucho desde que los niños habían llegado a nuestras vidas. En definitiva creo que podía contar dos semanas o más, la verdad es que había perdido la cuenta ya que, en efecto, había dejado de dormir lo suficiente como para tener todo en orden.

No me gustaba que Mara llevara por su cuenta la carga de criar a nuestros hijos por lo que de noche yo me encargaba de mantenerme a cargo de la situación esperando a que ella lograra descansar más ya que sabía que de verdad estaba exhausta. No le pesaba cuidar a nuestros hijos, lo sé, pero ellos de verdad daban guerra cuando se trataba de llorar o gritar. En especial Baruk.

Me acerqué a la cuna improvisada que teníamos para los tres y sostuve a Baruk en mis brazos para arrullarlo ya que él era quien lloraba.
Nalu estaba plácidamente dormido y Nora tenía una especial calma mientras me miraba a los ojos cuando trataba de arrullar a Baruk.

Me senté en la silla mecedora y comencé a mecerme junto con Baruk. Él seguía llorando pero a penas sintió que nos movíamos, dejó de hacerlo y comenzó a dejarse llevar por el movimiento sin dormirse. A veces creía que solo quería jugar en la noche en lugar de dormir.
Nora mantenía su pie cerca de su boca y la vi meterse el dedo pulgar a ella por lo que tuve que quitárselo con una mano para ponerle su chupete.

Trataba de llevar al mismo tiempo el cuidado de los tres pero creo que quien me facilitaba más el trabajo era Nalu, él dormía la mayor parte del tiempo y era impresindible que lo hiciera para mí ya que eso me dejaba sólo con dos soldados en la guerra de madrugada.

—Vamos, Baruk, duérmete ya —. Suspiré meciendo a mi hijo en mis brazos.

Él ni siquiera se inmutó cuando lo traté de convencer y en cambio comenzó a llorar de nuevo puesto que lo que más odiaba al parecer era escuchar mi voz.

—Pobre bebé —. Susurró Mara y tomó a Baruk en sus brazos para comenzar a caminar con él por la habitación mientras lo mecía.

—Lamento que te despertaras.

—Calma, necesita a su madre también —. Sonrió y besó mi frente para seguir caminando con Baruk.

Yo miré a Nora y la sostuve en mis brazos para mecerla y así lograr que por fin durmiera también.

Ella no lo hacía pero al menos no lloraba, solo me miraba con detenimiento mientras le sonreía.
Creo que mis hijos no eran muy iguales a pesar de ser trillizos y lo que más me preocupaba era la manera en la que estaban creciendo. Nalu y Baruk eran grandes y casi parecía que ya tenían meses en lugar de semanas de haber nacido. En cambio Nora no lo hacía, ella seguía siendo un bebé pequeño y tierno que no hacía más que dormir en las mañanas y despertar por las noches.

Me preocupaba el hecho de ver que mis hijos crecían rápido y mi hija no porque era una clara señal de que algo en ella era diferente. Quizá el cambio de Mara la había convertido en humana o en un arconte, no lo sé.
Baruk sin duda era un lobo y Nalu parecía serlo también aunque en mi mente rondaba la idea de que quizá uno de los tres sería el nuevo arconte en la familia y me era difícil averiguar quién lo era.

—Calma, Baruk —dijo Mara y la miré tratar de callar a mi hijo—, todo está bien.

—Debe tener hambre —. Comenté y ella negó.

El Ascenso De Un Alfa ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora