12

34 6 22
                                    

Narra Baron

Hace poco más de una hora que estoy solo en casa, después de irse mi hermana al parque con su hija, pudiendo al fin tener algo de paz.

Una paz que no dura mucho, teniendo que levantarme a abrir la puerta cuando llaman al timbre.

— ¿Puedo ayudarle en algo? —miro al repartidor frente a mi acercando dos bolsas hacia mi —no he pedido nada ni espero nada que yo recuerde.

— Lo se señor Choi —la confusión invade todo mi ser porque se sepa mi apellido —es un pedido especial para usted. Buen provecho y que tenga un buen día.

Las bolsas en mis manos pesan en cierta manera, desprendiendo un delicioso aroma de diferentes comidas. El repartidor se marcha sin decir nada más, cerrando la puerta de una patada antes de ir a la cocina, sacando los diferentes envases, viendo todo lo que contiene llamando mientras tanto a mi hermana.

— ¿Has pedido tu comida a domicilio? —pregunto nada más responde.

— Yo no he pedido nada Hyeop —de fondo escucho los gritos de mi sobrina —habrá sido una equivocación.

— No es una equivocación porque el repartidor ha dicho mi apellido y parecía muy seguro a donde debía ir —frunzo el ceño —si esto es una broma ya no tienes edad para estas cosas. ¿Pretendes enfadarme de nuevo incluido con lo de Wooyoung?

— Que yo no he sido —alza un poco el tono de voz —piensa un poco Chung Hyeop y sabrás quien ha podido ser. Voy a colgar.

Cuelga, dejándome con la duda abordando todo mi ser, mirando la comida, tomando uno de los envases entre mis manos, abriéndolo, probándolo, cerrando los ojos cuando el delicioso sabor invade mi paladar, pensando en quien podría ser la persona capaz de enviarme tanta comida sin dejarme ninguna pista.


Las horas han pasado rápido, guardando prácticamente la mayoría de la comida para la hora de cenar, pensando aún en las posibilidades de quien ha podido ser.

Ahora no me encuentro en casa a pesar de las horas que son, caminando por las casi oscuras calles, con su chat abierto, pensando en si debería o no escribirle, presionando con suavidad sobre el teclado táctil, leyendo una y otra vez lo que le escribí, finalmente borrándolo para no enviárselo, guardándolo en mi bolsillo.

— Vaya vaya —me giro al escuchar la voz —si es el capullo roba novios. Encima sabe golpear.

— Yo no te he agredido nunca —sigo mi camino —ni se me ocurriría tocar algo tan asqueroso como tú.

— ¿A quien llamas asqueroso? —sus manos impactan con fuerza contra mi cuerpo, haciéndome retroceder —el único asqueroso aquí eres tú. Y Wooyoung. Viéndote entiendo como has acabado con él. Sois los dos iguales de repulsivos.

Frunzo el ceño, tenso, apretando el puño que acabo por estampar contra su cara, tirándole al suelo.

— Me da igual si me insultas a mi pero a Woo ni se te ocurra —vuelvo a golpearle cuando se levanta —¿conseguiste llegar a casa bien desnudo?

Un golpe nuevo cae en mi contra, en mi estomago en forma de patada, chocando contra un contenedor que no vi antes, gruñendo al sentir el dolor que causa el golpe, incorporándome cuando cae un nuevo golpe en mi cara, quedando sin poder levantarme, notando un fino hilo de sangre salir de entre mis labios y su sabor metálico.

— Me robas a Woo, me insultas, por tu culpa me ha humillado robándome mi ropa, me agredes cuando estaba con él después de tu romperle el corazón —un nuevo golpe en mi cuerpo —no pienses que vas a salir de esta y te quedaras con Wooyoung. Será mio y te olvidará para siempre.

Cuando un nuevo golpe va a caer en mi contra le detengo, sacando la fuerza suficiente para sostener su pierna, retorciéndola hasta que grita cayendo a mi lado, aprovechando ese instante para marcharme como puedo, tosiendo, manchando a mi paso donde caigo por un momento de sangre el suelo, alejándome todo lo rápido que puedo, cayendo una vez más cuando llego a la puerta de casa, escuchando un suave grito infantil cerca, seguido de un tirón que me levanta, entrando en casa con ayuda de mi hermana.

— ¿Qué te ha pasado? Pensaba que hoy no ibas a salir —me tumba en el sofá, apretando mi mano cuando siento el dolor en mi abdomen y mi cara —¿con quien te has peleado? Tu nunca te peleas.

— Yo no me he peleado con nadie —aparto su mano cuando roza mi nariz —más bien me han agredido. ¿No me ves?

— Voy a traer las cosas para curarte.

Sale del salón, quedándome solo, subiendo con cuidado mi camiseta, viendo casi todo mi cuerpo cubierto por los golpes, cubriéndolo cuando la pequeña entra, parando a mi lado.

— ¿Vas a morirte tío Bari?

— Claro que no —la siento sobre mis piernas —¿por qué dices eso?

— Tienes mucha sangre en la nariz —limpio las pequeñas lágrimas que caen por sus ojitos —no quiero que te mueras tito Bari. Quiero que estés para siempre conmigo y con el tito Woo. El tito Woo es muy bueno. Me ha regalado su peluche de gatito.

— ¿Cómo que te ha regalado su peluche? ¿Le has visto? —asiente sin apartar sus pequeños ojos de mi —no me enfado por eso pequeña tranquila. Pero no tienes que ir sin permiso.

— El tito Wooyoung es bueno —sonríe, mirando el peluche en cuestión —¿le vas a perdonar? La comida estaba muy rica. He comido un poquito a escondidas de mama.

Miro a la pequeña, separando los labios para hablar cuando dice eso de la comida, callándome cuando aparece mi hermana con gasas, algodón y alcohol para heridas, pensando mientras me cura en si Wooyoung podría ser una clara opción de quien ha enviado toda esa comida que hasta mi sobrina ha comido.

— No vas a ir a verle —mi hermana me saca de mis pensamientos —tienes que darle su espacio hasta que él decida acercarse.

— ¿Por qué no puedo tomar yo esa iniciativa?

El silencio que guarda no me gusta en absoluto, tomando mi móvil, llamando a Wooyoung, esperando señal tras señal a que me responda.


Maratón 3/3

You are my Nº 1Where stories live. Discover now