Snapshots

XXII.

Resumen: Beca tiene una pesadilla. Inspirado en "Woke The F*ck Up", de Jon Bellion.

Rating: T tirando a M

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Last night I woke the fuck up

I realized I need you here, as desperate as that sounds

Todo empieza de forma bastante simple: Beca está dormida, y de repente, ya no lo está.

Sus ojos se abren de golpe en la oscuridad de su habitación al mismo tiempo que su cuerpo se sacude sobre el colchón por el espasmo que recorre sus músculos en reacción a algo que ya no está ocurriendo.

Es vagamente consciente de que su almohada está húmeda, de que sus mejillas están tirantes y de que hay lágrimas que siguen cayendo de sus ojos como si todavía no hubieran recibido la noticia de que ya se ha despertado y ya no es necesario.

Durante un par de segundos, Beca yace en la cama, completamente inmóvil y algo desorientada. Entonces, uno a uno, los recuerdos de su sueño empiezan a volver a su memoria como si alguien estuviera reproduciendo una película frente a sus ojos.

Las imágenes comienzan a tomar forma, pero no vienen solas. Traen consigo una angustia y una tristeza desoladora que golpean a Beca en el pecho con la fuerza de una bola de demolición que no ha visto venir.

Jadea y se incorpora hasta quedar sentada, convencida durante un eterno instante de que no va a ser capaz de volver a respirar.

Era una pesadilla.

Algunos detalles están un poco borrosos, pero Beca recuerda lo suficiente con tanta calidad como un vídeo en 4K. Es tan real, tan tangible, que tiene la sensación de que podría tocarlo si alargase una mano.

Recuerda las emociones de justo antes de despertarse: la calma, la felicidad, la confusión, el frenesí de intentar reaccionar a tiempo de evitar algo inevitable, el pánico absoluto.

Recuerda los sonidos de justo antes de despertarse: el repicar de la lluvia torrencial sobre el techo del coche, el chirrido de unas llantas al derrapar por el cemento, el crujido aterrador de la chapa al ser obligada a hundirse de forma violenta, el grito que nunca llegó a terminar de salir de su garganta.

Recuerda lo que vio justo antes de despertarse: la señal de Stop iluminada a través de la espesa lluvia, el destello de los faros de un coche a través de la ventanilla del copiloto, la sonrisa de Chloe convirtiéndose en una expresión de puro pánico...

Chloe.

Chloe.

Chloe estaba con ella en el coche.

Chloe iba sentada en el asiento que recibió el impacto principal.

Chloe.

Y Beca sabe que ha sido un sueño. Sabe que está en su cama en el ático de la casa de las Bellas, que no ha sido real, que nunca ha tenido un accidente de coche mortal en un aguacero de verano. Sabe que Chloe está durmiendo en su cama un piso más abajo, que está sana y salva.

Pero hay veces que lo racional no puede con el pánico y la ansiedad y la angustia, y este es uno de esos momentos. La necesidad desesperada de comprobar por sí misma que Chloe está bien se impone a todo lo demás.

Antes de poder ser totalmente consciente de lo que ha hecho, Beca ya se ha quitado las mantas de encima a base de tirones y ha girado sobre el colchón para descolgar sus piernas por el lateral de la cama.