La Última Misión del Clan Uchiha: La despedida de Sasuke

Capítulo 11: Los Ninjas Condenados

Sakura

- En un par de días partiremos a ver a la Lady Tsunade. - Le dije a Sarada con emoción mientras me disponía a empacar un par de prendas en una pequeña maleta. Para esta clase de viajes, generalmente, llevaba un pequeño bolso. Sin embargo, llevar a un bebé lo había cambiado todo.

Sarada, quien estaba acostada sobre la cama de mi habitación, mordía con ahínco una pequeña almohada, e imaginé a Ino quejándose en respuesta. Tres días atrás, Sai había vuelto de su misión e Ino se encontraba embelesada con él. Mi amiga obligaba a Sai a acompañarla a comprar todo tipo de cosas y a visitar a sus antiguos compañeros de equipo. De vez en cuando, Sai se escapaba sin aviso previo e Ino venía al hospital o a mi casa a quejarse. Definitivamente, ellos dos eran una combinación impredecible. Por un lado, era imposible adivinar qué diablos era lo que Sai pensaba y demasiado fácil saber lo que le molestaba a Ino. Sin embargo, allí estaban, paseándose por toda Konoha como dos jóvenes enamorados.

La situación en el hospital también parecía mejorar tras cada día, lo cual me hacía sentirme optimista frente al futuro. El día después a que Sasuke partiera, le pedí al Hokage que asignara, temporalmente, a un miembro del clan Hyuga, que poseyera el Byakugan, en el hospital. Puesto que, necesitaba tener acceso a la red de Chakra de los pacientes con diagnóstico reservado. Así, Hanabi Hyuga, hermana de Hinata, terminó trabajando conmigo. Y, como era de esperarse, descubrimos las fisuras en cada uno de los pacientes que presentaban los mismos síntomas y marcamos los puntos más importantes. Rápidamente, el estado de salud de los ninjas empezó a mejorar a medida que curábamos su red. Sin embargo, al tercer día su condición volvía a recaer irremediablemente. Si no eliminábamos el veneno de su organismo nunca íbamos a poder sanarlos por completo. Pero ¿Cómo buscar una cura para algo que no puedes identificar?

Así que, en términos generales, seguíamos en un punto muerto. Por esa razón, tenía que ir a visitar a Lady Tsunade cuanto antes. Por suerte, mi mentora había logrado contactar a Orochimaru antes de lo que preveía y, como la situación en el hospital estaba bajo control, esperaba partir en dos días...

De pronto, sentí a Sarada jadear por aire y, rápidamente, me acerqué para observarla. Sus mejillas estaban sonrosadas y su corazón latía con fuerza. Sin embargo, no parecía tener fiebre y todavía mantenía la efusividad que la caracterizaba. La tomé en mis brazos y empecé a mecerla rítmicamente. Lo que produjo que soltara una risa en respuesta, se veía realmente hermosa.

- Te gusta asustarme ¿no es así? - Le pregunté mientras le hacía pequeñas cosquillas en el estómago con mi mano izquierda. - Me gustaría que pudieras hablar para saber cómo te sientes y saber cómo puedo ayudarte. No es tan fácil adivinar lo que el otro piensa si no te lo dice, eso lo aprendí con Sasuke. - Y el escuchar ese nombre sólo logró que Sarada emitiera un pequeño balbuceo y agitara sus pequeños brazos. - Sé que sólo ha pasado poco más de una semana, pero es muy difícil no extrañarlo... Mientras tanto. - Le dije alzándola alto. - Nos podemos dar ánimos la una a la otra ¿De acuerdo? - Rio en respuesta.

- Tomaré eso como un sí.

De pronto, unos suaves golpes en la puerta principal interrumpieron mis pensamientos. Así que, con Sarada en brazos, me dirigí a la entrada. Al abrir, Hinata me recibió con una sonrisa. También llevaba a Boruto en brazos

- Buenos días Sakura, perdón por molestarte a esta hora, temía no encontrarte en casa.

- Oh, no hay problema. - Pronuncié mientras le indicaba que siguiera. - Hoy es mi día libre ¿Qué te trae por aquí?

- Temprano en la mañana, llegó una carta de Naruto. - empezó a decir con timidez entre tanto yo cerraba la puerta. - Tenía esta nota junto a ella que dice tu nombre. - Pronunció mientras sacaba una pequeña nota de uno de sus bolsillos. - No te preocupes, no la he leído, pero me pareció importante traértela cuanto antes.