Capítulo 12: Mentiras Peligrosas

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Sakura

La noche era helada y las fuertes ventiscas golpeaban los árboles cuando salí del hospital. Tomé mi mochila y tras inhalar un gran soplo de aire, atravesé las puertas de cristal. Alcé mi mirada al estrellado cielo, pero no encontré la luna entre la gran cantidad de nubes que había. Suspiré, no había sido un buen día.

- ¡Sensei, sensei! - escuché tras de mí. Y, al voltear vi a Aki, uno de los enfermeros que me había ayudado aquella tarde. - Estas son algunas de las pertenencias de los ninjas que fallecieron hoy. - Dijo mostrándome una pequeña mochila beige. - Aunque creemos que los ninjas provenían de la Aldea Escondida entre la Niebla, no podemos corroborarlo porque sus bandas no traían el emblema de aquel lugar. Así que, hasta que un familiar o pariente de ellos aparezca, no sabemos qué hacer con ellas...

- ¿No hay nada dentro de ellas que pueda dar una pista de sus identidades? - pregunté perpleja ¿Cómo sus familiares se enterarían de su paradero? ¿Tenían acaso familia?

- La mochila de uno de los ninjas estaba vacía. Sin embargo, el otro ninja traía esta. - Dijo señalando la bolsa. - Hay algunas armas, un poco de comida y una carta.

- ¿Una carta? Eso podría ser de gran ayuda.

- Nosotros no pudimos encontrar nada. - Sentenció mientras la buscaba y me la ofrecía. - Sin embargo, creemos que usted podría tener más suerte.

- Cuenten conmigo. - Respondí mientras tomaba la carta y la guardaba en mi maleta. - Yo me encargaré. Ahora ve a casa, ya es tarde.

- De acuerdo, sensei. - respondió mientras se inclinaba y corría de vuelta al hospital.

- Espera un momento, Sakura. - escuché a una tercera voz decir.

- ¿Ehh? ¿Pakkun? Pensé que ya te habías ido a casa. - Respondí mientras volteaba a ver al perro marrón. Parecía incomodo, como si no supiera qué decirme. - No importa ya, vamos a casa.

Caminé silenciosamente a casa y pude notar cómo Pakkun me seguía de cerca los pasos. Los recuerdos de aquella tarde me acechaban tras cada paso y, de pronto, la carta que llevaba en mi bolso se sintió pesada. Decenas de emociones se chocaban en mi mente mientras intentaba descifrar lo que sentía. Estaba frustrada y decepcionada de no haber podido salvar a aquellos ninjas. Después de todo, esa es la misión de cualquier médico. Sin embargo, lo que más me molestaba era el saber que eran criminales y que, si se hubieran encontrado, podrían haber intentado lastimar a Sasuke o Naruto ¿Qué era lo correcto? ¿Quién decidía quién merecía vivir o no? ¿Por qué me sentía tan decepcionada entonces?

- Hey, Sakura. - Dijo Pakkun, de pronto. - Escucha eso.

Concentré mi atención, y me pareció escuchar el llanto de una bebé viniendo de un par de casas adelante.

- No, no, no. - musité mientras corría hacía la casa. Por favor, que no fuera ella.

Al llegar a casa, el llanto se hizo ensordecedor. Y, de un golpe, abrí la puerta. Así, vi a una Shizune preocupada mientras cargaba a Sarada. Mi hija lloraba, y cada uno de sus gritos se sentía como una navaja que se clavaba en mi pecho.

- Pero ¿Qué...? - Pregunté mientras tomaba a Sarada de los brazos de Shizune. Tal como esta mañana, traía las mejillas sonrosadas y estaba agitada. Sólo que esta vez, tenía fiebre. - Shh. - empecé a decirle mientras intentaba calmarle, pero el llanto no parecía menguar.

- Sakura, yo...- empezó a decir Shizune.

- No te preocupes por eso ahora. - Sentencié mientras me acercaba a mi habitación y colocaba con suavidad a Sarada sobre la cama. - Necesito traigas un pequeño cuenco de agua fría y un par de toallas limpias. Y tú, Pakkun, por favor trae la bolsa de papel que se encuentra sobre la pequeña mesa de la sala.

La Última Misión del Clan Uchiha: La despedida de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora