6

13.4K 1.6K 1.6K
                                    


Me acurruqué entre las sábanas, se sentía cálido y olía de maravilla, era como estar en el paraíso. Nunca recordé dormir tan a gusto.

Era consciente de que ya estaba amaneciendo y que pronto me tendría que levantar de la cama, pero quería quedarme así todo el máximo tiempo posible.

¿Cómo se sentiría estar aquí con él? Debería ser rico.

Imaginé su cuerpo perfecto, duro, fuerte, suave, mordí mi labio notando un fuerte calor recorrer toda mi zona íntima.

Cristian me ponía jodidamente mal.

¿Y qué decir de aquel pelo negro y esos ojazos azules?

Y cuando sonreía... joder.

—¿Piensas levantarte ya o vas a seguir dando vueltas en la cama como una gata en celo?

¿Qué?

Me levanté endemoniada, viéndole sentado en su sillón, con el portátil en modo ahorro. ¿Estuvo toda la noche aquí? Mieeeerda.

—¿Qué diablos?—Pregunté, toda despeinada, y lo peor de todo, en ropa interior.

Cogí rápidamente la manta para tapar mi cuerpo, aunque ya poco sentido tenía, me había estado viendo en pelotas a saber desde cuando.

—Es mi habitación.—Dijo sin más.—Mi novia va a venir en poco.—Comentó y apreté los dientes.

¡¿Cómo se podía ser tan descarado?!

—Ah claro, ahora me echas como si fuese una perra, te recuerdo que fuiste tú quien me metió aquí a la fuerza, pedazo de mierda.

—Uy, uy, uy.—Esa puta sonrisa, no me sonrías así, maldito.— ¿Dónde está la sirvienta modosita? ¿Qué pasó con el ''Señor Cristian''?

—Después de esto...—Mascullé, saliendo de la cama para buscar mi ropa, traté de taparme con la colcha, pero él me la arrancó de las manos, haciendo una bola con ella para lanzarla lejos de mi.—¿Qué mierdas haces?

—Te ves bonita así sin ropa.—Comentó, repasando mi figura lentamente.

Yo no era la típica tia delgada de figura perfecta, no era como Amanda, ni como mi mejor amiga, yo tenía tripa, tenía celulitis, tenía estrías por mis cambios de peso a causa de mis depresiones y crisis de ansiedad.

—Deja de ser tan cínico.

Silencio.

Y esos ojos, clavados en mi.

Traté de ignorarle, encontrando mi ropa al fin para vestirme, lo hice lo más rápido posible.

—Ese uniforme está demasiado corto, y te marca mucho los pechos.

—¿Algún problema?

—Para mi no, para ti muchos.

Arqueé una ceja, observándole de forma desafiante.

—¿Eso es una amenaza, Señor Cristian?

—¿Sabes la de cosas que a un psicópata como yo se le pasan por la mente cada vez que te ve?

Mis labios se abrieron, y volvieron a cerrarse.

¿Estaba reconociendo que yo también le ponía mal?

—Mejor me voy, no quiero que tu novia llegue y te monte un numerito.

—Deja que lo haga, así tendré motivos para desquiciarla un rato.—Sonrió perverso.

CRISTIANTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang