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*Capítulo sin corregir, disculpen pero es que hoy ando triste -.-' se les quiere. 



Alexandra. 

La luz blanca se balancea sobre mi frente, esa estúpida lámpara me está poniendo de los nervios, aun así, no puedo hacer otra cosa que observarla para no perder la cabeza, puesto que estoy encerrada, y amarrada a la cama.

Noto ansiedad y unas fuertes ganas de vomitar, a veces sufro espasmos y temblores compulsivos.

—Hola.

—No...

Una vez más, una copia de mi está justo al lado de mi cama, lleva un uniforme de sirvienta, no entiendo el porqué se viste así, pero está completamente manchada de sangre.

—Oh vamos Alex, sabes que soy tu única amiga.

—Solo eres una alucinación.

—¿Perdona? Me llamo Cindy, bonita.

Vale, esto no puede ser un invento de mi cabeza, mi mente jamás idearía un nombre tan ridículo.

—¿De qué te ries?—Cuestiona, sentándose a mi lado mientras acaricia mi cabello.

—Eres una pija de mierda.—Trato de morderla para que no me toque, entonces ella aparta la mano riéndose a carcajadas, acto seguido, me sujeta del cuello apretando con fuerza.

Noto como me falta el aire,  y sus dedos hincándose en la carne, cierro los ojos repitiéndome que ella no es real, que esto solo es producto de mi imaginación, que debo estar sufriendo una crisis de ansiedad y por eso, es que me falta el aire.

''Tú eres más inteligente, Alex''

—Disculpa, muñeca.—Una voz rasgada y chulesca se une a mi propio homicidio, levanto los párpados viendo a un chico bastante alto, mide como dos metros, tiene la piel pálida y marcadas ojeras, sus cabello es negro azabache y sus ojos, azules como un profundo océano.

—Ah Killer, ¿por qué no desapareces? 

—A mi dueño no le va a gustar nada encontrarse a la princesita muerta. 

—Ya, y eso lo dices, porque la quieres matar tú ¿no?

—¿Yo?—Se señala a sí mismo.—Ojalá pudiese despellejarla viva, disfrutaría mucho rajándole el cuello y sacándole hasta la última gota de sangre, pero tan solo soy un sirviente. 

—Pues me defraudas, creí que el sirviente era Cristian.

—Cristian no es de esos.—Sonríe, ella se jacta.

—Pues Alex sí que lo es, ella sí es débil.

—¡CÓMEME EL PUTO COÑO ZORRA DE MIERDA!—Le grito a pleno pulmón, a lo que la puerta se abre y ambas personas se esfuman de vista.

Esa mujer de cabello negro azabache largo hasta el final de la espalda entra de nuevo, parece preocupada, es la única que me inspira un mínimo de confianza en esta casa. 

—Alex, Alex cariño ¿estás bien?

—A ver....señora que está casada con el mayor loco que he conocido en mi vida, deje que le explique algo....—Trato de recuperar el aire.—No sé quien soy, no sé donde estoy, y me tenéis atada a una cama, ¡claro que no estoy bien!

—Alex, soy Dakota, soy casi como tu mamá, y Alan... 

—No vuelvas con eso, si fuese así me llevaríais a un médico, a un psicólogo, ¡algo joder! necesito ayuda...—Suplico, desesperada.

CRISTIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora