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Quedar con Roberto no era una buena idea, lo tenía claro, pero era la única idea que se me ocurría para ver si algo se removía dentro de ese psicópata por una sola vez.

Era consciente de lo peligroso que podía ser tomar una decisión como esta, las escenas de celos de Alan siempre acababan con algún muerto de por medio, por supuesto, jamás había tocado a Dakota, pero con los otros individuos... nunca fue generoso.

Y realmente ¿yo deseaba provocar a Cristian de esta manera? 

¿Tan desesperada me encontraba? 

Yo quería a Cristian, llevaba mucho tiempo LOCA por él, con todas las letras de la palabra en mayúscula, y este juego me estaba jodiendo psicológicamente, yo necesitaba darlo todo, o pasar página para siempre.

Y hoy sería definitivo, según lo que él me demostrase, actuaría en consecuencia de aquí en adelante.

Suspiré mirándome al espejo, llevaba un vestido rosa pálido, corto y con escote, de mangas largas. Unas medias color carne y unas botas de tacón negras.

Mi pelo atado en una coleta baja.

Decidí quitarme las gafas y dejarlas sobre la mesa de noche.

''Buena suerte'' Me deseé a mi misma, esperanzada a que ni siquiera me dejase salir por la puerta, a que me salvase de mi estúpida decisión de tener una cita con Roberto solo para darle celos.

Realmente no me apetecía nada ir al cine con ese tipo, ni con ningún otro, yo solo le quería a él en mi vida.

Mierda.

Decidí salir de la habitación, viendo que la casa estaba solitaria, no se oía nada, siempre solían andar por el salón y la cocina, algo que me estaba estropeando el teatro.

Yo quería que él me viese antes de salir.

Joder.

Empecé a pensar, y me decanté por subir yo misma a su habitación.

Las rodillas se me tambaleaban sobre los tacones con cada paso que daba sobre los peldaños, tenía el corazón acelerado y es que algo me decía que me iba a llevar una profunda decepción.

Frente a la puerta, mordí mi labio inferior, acariciando la madera sin saber si estaba haciendo lo correcto, el pecho me iba a explotar.

Me tenté a tocar de una vez, lo haría con la excusa de agradecerle por ayudarme en el trabajo, pero entonces...

—Cristian...—Amanda estaba con él, su voz sonó como un gemido, entre susurros, que hicieron que mi acelerado corazón doliese, haciéndose trizas.

No sé como hice para llegar hasta la puerta y salir al exterior, tampoco sé como tuve fuerzas para llamar a Roberto, sonreírle y subirme a su coche, pues lo único que deseé durante cada instante, fue ponerme el pijama, limpiarme el maquillaje, y llorar.

Pero aquí estaba, en mitad de una película supuestamente de terror, bostezando, dejando mi cabeza recaer sobre mi propio hombro, pensando en cómo superar mi obsesión por Cristian.

—¿No te gusta la película? —Preguntó Roberto, quien iba bastante guapo, con una camisa de botones color morada y unos vaqueros desaliñados, le quedaba bien ese look, debía admitirlo.

Pero no era ni por asomo como él.

¿Habéis tenido la sensación, alguna vez, de ser adictos a algo que sabéis os perjudica? Así mismo me sentía yo con Cristian, era una obsesión tóxica, totalmente, pero por más que lo intentaba, no podía deshacerme de esos sentimientos.

CRISTIANWhere stories live. Discover now