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La alarma del móvil de Cristián sonaba sin parar, desperté adolorida y hecha una mierda.

Junto a la cama había un vaso de agua con unos calmantes.

-Que considerado el muy gilipollas.-Pense en voz alta, tratándome las pastillas porque si no, seria incapaz de empezar el día.

Me estiré despacio, levantandome. Mi uniforme no estaba, pero me había traído ropa limpia, algo que también agradecí.

Decidí usar su baño personal, no tenía de otra pues necesitaba una ducha.

Cuando sentí el agua recorrer mi cuerpo recordé sus caricias, había sido mi sueño, entregarme a el, pero no se esa forma.

Mis ojos se llenaron de lágrimas por la agresividad con la que me había tratado, con Amanda nunca fue así, y la mató.

¿Que no sería capaz de hacerme a mi entonces?

Maldita sea, estaba confusa, triste, decepcionada y muy, muy frustrada.

Traté de no llorar mas, quería ser fuerte, tenía un día largo por delante y no le daría el gusto se verme destrozada. Yo acabaría con esta situación de mierda hoy mismo.

Cuando salí de la ducha, oliendo a su maldito gel, algo que no ayudaba en absoluto, me vestí y bajé las escaleras, ya todos habían desayunado y no quedaba nadie en casa.

Ni siquiera Margaret, que parecía haber salido a dar uno de sus paseos mañaneros con Flich.

-¿Hola? - Saludé.

-Hola.- Su voz...

Me giré rápido, viéndole sentado en el sofá, tenía una bala entre los dedos, jugaba con ella.

¿Que hacía jugando con una bala?

-Contigo quería hablar.-Me lancé tras tragas saliva. Me susaban las manos y estaba súper nerviosa.

Llevaba una camisa roja con un pantalón de vestir negro, estaba exquisitamente guapo.

-Adelante.- Invitó, haciendo un gesto con la mano para que me sentase en el sillón de enfrente.

Tomé asiendo, evitando su mirada a toda costa.

-¿Cómo estás?-Deseó saber antes de nada .

Asentí sin más.

-Gracias por las pastillas, muy considerado.

Él respiró profundo, se me veía distraído, como con la mente muy lejos de aquí.

-Cristian, no me gusta como me tratas.- Lancé la frase sin pensarlo más pues si no, no sería capaz de hablar. Cristián asintió como si fuese algo lógico. - No quiero que sigamos así.

-Entiendo.

Vaya...

¿Y ya está?

-La forma en la que me hiciste ..."eso" ayer, fue horrible, yo...-Mis ojos humedeciendose- Te quiero ¿entiendes? Y había imaginado ese momento muy distinto....a como fue.

Sus ojos se cierran con pesar. La bala rueda de sus dedos cayendo al suelo. 

- Perdóname. - Es lo único que dice .

Y no puedo negarme.

-Es...Está bien, pero... yo...

-Hemos roto.- Me mira y le veo destrozado ¿por qué está así? ¿Por qué estoy así? Me siento como si me estuviesen apuñalando.- Y ya está, no le des más vueltas.

No se que fue lo que me hizo creer que yo le importaba un poco más, que intentaría cambiar o esforzarse por mi, que de alguna forma, yo podría simbolizar para el lo que Dakota fue para Alan.

Estaba claro que no.

Solo fui un entretenimiento y después de todo suponía que debía agradecer seguir con vida .

-Vaya.- Me tragué las lágrimas- Supongo que esto me pasa por enamorarme de un asesino ¿no?

-Esto es lo que pasa cuando te fijas en la persona incorrecta, así es.

Dolor.

-¿Y eso no pudiste tenerlo claro antes de follarme?

-Se acabó el tema, Alex.

-¿En serio? ¿Ya está? ¿Eso es todo?

Me sentía indignada.

Cristian se levantó del sillón, caminando hacia la cocina, le seguí sin saber por qué.

Solo sabía que necesitaba más de él, no podía quedarme simplemente de esa manera, sentía que faltaba algo, que no estaba todo bien.

-Cris...

-Dime, Alexandra.- Sacó un cuchillo, comenzando a afilarlo.

Eso me hizo dar un paso atrás.

El sonrío.

-Tienes miedo ¿eh? - Otra risa.- No te haría daño, Alex.

-Tus amenazas no han dicho lo mismo.- Murmuré.

Él terminó de afilar el cuchillo, acariciando la hoja con mimo.

- Hay una guerra interna dentro de mi, a veces digo cosas que no siento, al igual que siento cosas que no digo, cosas de locos.

Solté el aire que quedaba en mis pulmones, no soportaba verle así, tan triste, tan rendido.

¿Que le pasaba?

Pasó  el filo por su antebrazo, comprobado que la hoja había quedado bien.

-Hoy haré yo la comida , descansa tu.

-Cristian...

-Por favor.-Su voz, destrozada.

-Por favor te lo pido yo, hablemos...

Cristián se giró sobre sus mocasines negros, miró la hora y dejó su muñeca caer, lentamente caminó en mi dirección, deteniéndose frente a mi.

-Hola.- Saludó en voz baja.

-Ho....la.- Murmuré totalmente confusa.

Sus labios se curvaron en una mueca llena de sentimientos encontrados, no era capaz de descifrar lo que esa mirada me estaba diciendo, solo sabía que quería quedarme ahí para siempre.

Sus orbes gélidos... ¿húmedos?

Pareció darse cuenta de lo mismo, a lo que parpadeó y agarró mi cabello trayéndome a él.

Contrariamente a lo que esperaba, no fue para tratarme de forma agresiva, si no para estampar sus labios en mi frente, apretando con fuerza, dejando un casto beso en mi piel.

- Perdóname. 

Y sin decir palabra alguna , metió sus manos en los bolsillos , y se perdió en el sótano, silbando una triste canción. 

Sin saber por qué algo se rompió dentro de mi.

Retire la silla del comedor y me senté con los codos hincados en la mesa, sosteniendo mi frente con las manos, llorando como pocas veces he llorado.

CRISTIANWhere stories live. Discover now