C. 1.

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Cierro mi casillero, aún sintiendo aquel pesado nudo en la garganta que he sentido en toda esta semana. Me apresuro en caminar hacia la puerta principal de la universidad, con unas ganas inmensas de comenzar a botar las primeras lágrimas del día.

-¡Señorita Campbell!- volteo a mi llamado, es el maestro de geografía- Olvidó darme el proyecto que les pedí la semana pasada, le dije que la esperaría hasta la hora de salida.

Mis uñas no tardan en pagar la culpa de mis nervios. El maestro John puede ser un viejo chinchoso de 68 años, pero tiene una memoria envidiable. Puedo decir con seguridad que si los dos leemos un ensayo, él recordaría cada tema de cada párrafo, y yo con mis 17, recordaría tan solo el final.

-No hice el proyecto- lo observo, sin algún miedo- Lamento haberle mentido antes diciendo que se lo entregaría a esta hora, en realidad no hice nada.

-¿Tiene problemas en casa?

Niego con la cabeza, después de todo no creo que esto pueda definirse como un problema.
Tan solo como una falta, y por supuesto, una jodida culpa que siento desde aquel momento en que mis días se tornaron grises.

-Lo que pasa, es que sino me da el proyecto estaría desaprobando la primera evaluación- me dice con tranquilidad- Le daré plazo hasta el día miércoles para entregármelo, y espero, que pueda cumplir con ello, no me gustaría llevarme mal con usted Campbell.

-De acuerdo, muchas gracias, y más bien disculpe por la molestía.

Me doy la vuelta y sin esperar la respuesta del maestro camino lo más rápido posible hasta llegar a mi auto. El nudo cada vez se hacia más grande, y cuando pasa esto, me es imposible aguantar las lágrimas.

Coloco mis audífonos correctamente en mis orejas, y pongo la canción favorita de mi padre, "put your head on my shoulder". Cada vez que la escucho siento como si mi padre estuviese a mi lado, cantándola con unas ganas increíbles de bailar a la misma melodía de la relajante música.

Hace exactamente un año papá falleció en un accidente automovilístico. Desde hace un año, siento esta culpa dentro de mí, una culpa que no me deja ser la persona que solía, una culpa que me carcome todas las noches al ver a mi padre en mis sueños, en los cuales veo como fue el accidente que tuvo.

Y puedo jurar que siento que aquella pesadilla es como si una mano estuviese posicionada en mi cuello, ahorcándome. Y con forme cada segundo que pasa, la fuerza se vuelve más fuerte, y al llegar al minuto, me deja sin aire, sin palabras, sin ilusiones, sin vida.

No estoy exagerando.

Es lo que he sentido cada noche desde hace un año en el que no he podido dormir como solía hacerlo antes, cuando sabía que papá y mamá estaban en casa, y me protegerían pasará lo que pasará.

Lo peor de todo es que no puedo expresar mi sentir con nadie. Por el simple hecho de que mamá ya lo superó, y mamá justifica mi tristeza como parte del crecimiento adolescente.

Mamá superó la muerte de mi padre en un chasquido de dedos, como si hubiese sido una jodida sencillez el hecho de que el hombre con el que alguna vez compartió una vida haya muerto. Y lo peor que pudo hacer fue conocer a otra persona tan rápido, Mark Lynch, un hombre de cuatro años mayor a ella, y comenzar a convivir justo el día de hoy.

No tengo nada en contra de Mark, pero tengo un millón de cosas en contra de mamá luego de todo lo ocurrido. ¿Cómo pudo olvidar a papá en un santiamén? ¿Cómo pudo iniciar una nueva relación amorosa en cosa de nada?

Conozco a Mark, sí, he entablado conversaciones con él acerca de la política del país, y acerca de la contaminación ambiental. Puedo decir que es un hombre agradable y de muy buenas costumbres. Pero eso no quiera decir que cambiaría a papá por él. Y no sé que diablos tuvo mi madre en ese momento para hacerlo.

Solo hermanos; Ross LynchWhere stories live. Discover now