C. 38.

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La música suena bastante alto, me acomodo en la silla en la que estoy sentada y saco mi teléfono celular, intentando jugar algún juego que tengo instalado para distraerme un poco ante todo lo que Ross me había dicho en la iglesia.

Fue como darme una bofetada de realidad.

Por las fotos que veía cuando era pequeña que me mostraba mamá de mi padre y ella, ellos salían relucientes, reflejaban felicidad, amor. Cosa que ya no expresaban en ese entonces, era todo lo contrario.

Mamá siempre despertaba con unas ojeras enormes día tras día, papá siempre solía estar enojado, pero otras veces se comportaba sumamente cariñoso con mamá, poniéndola incómoda por alguna razón.

Siempre pensé que papá fue el que dió más por la relación que tuvieron pero ahora por fin me doy cuenta que fue mamá la que dió todo, y no por la relación, sino por mí.

Lo que aún no puedo creer es que en estos jodidos diecisiete años no me haya dado cuenta de esos pequeños detalles que expresaban que mamá estaba pasándola mal, en todo este tiempo he tenido una mentalidad completamente horrible, odiando a mamá cuando a la única persona que debo odiar es a mi padre.

Me restriego los ojos una vez que dejo mi celular sobre la mesa. Ya no tenía que preocuparme del maquillaje ya que ya me había encargado de lavarme el rostro, quitandolo por completo.

Miro a Ross a lo lejos, quien está bailando con mi abuela una canción lenta. Suspiro.

Debe estar enojado conmigo.
Yo estoy enojada conmigo.
¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta de todo lo que estaba pasando bajo el techo de mi casa?

Me quito el moño que me había hecho hace unos minutos, dejando mi cabello caer por mis hombros. Las ganas de llorar ya no estaban presente en mí, me había encargado de llorar lo suficiente en la iglesia mientras todos venían a la hacienda en la cual celebran la boda.

Tuve que venir en taxi, ya que Ross vino con Stormie y mi abuelo y abuela no se acordaron de mí ante su emoción. Dejo mi pequeño bolso sobre la mesa, y me levanto de la silla en la cual he estado sentada por varios minutos, hasta llegar al bar.

-¿Qué desea?

Me dice el joven que se encarga de preparar los tragos, sonriente.

Digo lo primero que se me viene a la mente.

-Un shot de tequila.

-Esta algo fuerte- me sonríe, alejándose de mí para tomar una botella de alcohol, la cual al parecer es el tequila- sabes como tomarla ¿verdad?

Ladeo la cabeza.

-Tomare eso como un no- ríe solo, empuja un pequeño platito se cristal hacia mí, donde hay sal y limón- Debes de ingerir eso primero y luego beber todo el shot.

Asiento.
Volteando a mirar a Ross, pero para mi sorpresa, este ahora está a mi lado.

-Perdoname.

Dice de un momento a otro, haciéndome sorprender.

-Yo debería pedirte perdón.

-Solo defendías a tu padre.

Chupo mi dedo índice y lo paso por la sal del plato para luego metermelo a la boca otra vez.

-No es mi padre- suspiro- Tiene bien merecido estar muerto.

-No digas eso- se acerca más a mí- Solo no fue un buen hombre, pero ya pasó, quedó en el pasado y lo importante es que Marcaría esta feliz ahora.

Busco a mamá y a Mark con la mirada, quienes están bailando alegremente juntos, al igual que las demás parejas. Sonrío, cabizbaja.

-Todo este tiempo me he comportado como una estúpida Ross.

-Solo defendías a tu padre- suspira- Más bien discúlpame a mí, no estuvo bien que reaccionara así.

Lo observo.
Me extiende los brazos ampliamente.
Sonrío.

-¿Un abrazo?

Le correspondo de inmediato, anspirando todo el delicioso aroma de su cuello.

-Te diría para hacer otra cosa pero papá y Marcaría se darían cuenta.

Me susurra al oído haciéndome reír.
Cuando sus brazos me sueltan, volteo a ver a mamá y a Mark, quienes siguen bailando, concentrados en ellos mismos. Más felices que nunca. Me agrada ello.

-Ahora estaremos solos por dos semanas.

Alzo las cejas.
Comiendo un poco más de sal del pequeño plato, aún sin tomar el tequila.

-¿Qué crees que deberíamos hacer?

Pregunto, pegándome tan solo un poco a su cuerpo, pero aún así el lo nota.

-Podemos hacer un millón de cosas querida _____________- lleva su mano hacia mi mejilla, acariciandola con tranquilidad.

-¿Cómo tener sexo todo el día?

Me muerdo el labio inferior.

-Definitivamente haremos eso- sonrío- Pero quizá podamos hacer otras cosas también.

-¿Ir a la playa?

-También.

-¿Pedir pizza todos los días?

-También.

Frunzo el ceño.

-¿Qué es lo que planeas hacer?

-Creo que deberíamos ver la forma de enfrentar a nuestros padres, bueno, no enfrentarlos directamente pero estas dos semanas podemos pensar como decirles que tenemos una relación.

Sus palabras me estremecen el cuerpo.

-¿Les quieres decir?

-Sí _____________- responde firme- Estoy completamente seguro de que estoy muy enamorado de ti y quiero pasarme toda la vida diciéndote, sin esconderme de nadie, por eso creo que debemos de hacer esto... porque no podemos tener una relación si es que...

-Bueno, aún no me haz preguntando si quiero ser tu novia.

Lo interrumpo.
Mirando hacia otra parte tratando de ocultar mi sonrisa, pero me es imposible.

-Discúlpeme bella doncella, venga conmigo por favor.

Antes de que Ross me tome la mano, pone la sal sobre el limón y exprime todo esto en su boca, para luego beber de un solo tiro el pequeño vasito lleno de tequila. Hace un gesto de desaprobación.

-Sígueme.

Me dice dejando el vasito en el bar.
Caminamos hasta llegar a un espacio vacío de la hacienda. Al subir al segundo piso tenemos vista al mar dentro de la habitación en la que estamos y en la que probablemente no tenemos permitido entrar pero...

-______________.

Se pone de rodillas, tomando mis manos junto las suyas. Sonrío.

-______________ Campbell; no sé que decir pero solo sé que estoy muy enamorado de ti, y estoy dispuesto a hacer de todo para estar a tu lado cada minuto de tu vida, te deseo Campbell, en todo sentido, y tan solo espero que tu me quieras de la misma forma pequeña- suspira, sin dejar de mirarme- ¿Quisiera ser mi novia?

Asiento de inmediato.
Ross se levanta y me besa los labios con pasión, me estampa contra la pared haciendome gemir.

-Ross, aquí no.

El rubio se entereza, y mientras se aleja tan solo un poco de mí sin quitar ni por un segundo esa sonrisa resplandeciente, se quita el collar de cruz que lleva en su cuello. Y me lo coloca, pidiéndome por favor que me sujete el cabello mientras él hace esto.

-Quiero que lo tengas.

-Me da mucha pena- susurro- Es tuyo y además...

-Quiero que lo tengas para que sepas que siempre estaré a tu lado- me abraza, apoyando su barbilla en mi cabeza, moviéndose al ritmo de la preciosa canción que están tocando ahora mismo- y así estemos a una buena distancia, te aseguro de que tan solo viendo este collar me recordarás, y me sentirás más tuyo que nunca Campbell, por favor quedátelo y acepta bailar esta canción conmigo.

Solo hermanos; Ross LynchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora