C. 28.

2K 123 19
                                    


______________ POV

Ya habían pasado dos días en los que Ross y yo no nos dirigíamos la palabra. Y comenzaba a resignarme. No quiero arreglar las cosas con él y tampoco sé como darle la cara luego de haberle dicho todas esas cosas dentro del cubículo.

En estos dos días los he pasado muy mal, sin nadie a mi lado. A excepción de Lauren, por más que ella esté ahora mismo en New York con su padre, me apoya desde redes sociales. Lo cuál agradezco muchísimo.

Es la única persona que me entiende de verdad.

Aprecio que Ross haya querido entender todo lo que siento peor jamás lo haría. Él está del lado de nuestros padres, y obviamente yo no.

Me es incómodo saber que mamá se casará nuevamente cuando no han pasado ni dos años desde la muerte de papá. Aquel hombre sufría cuando discutían casi siempre, lloraba bastante y se culpaba a sí mismo miles de veces por ser un supuesto mal hombre.

Siempre estuve ahí para él.

Me alegraba también cuando papá y mamá estaban bien, papá realmente se ponía feliz, y mamá... ella pareciera que conservaba cada discusión dentro de su corazón. Siempre pensé que ella no amaba a mi padre en realidad.

Hasta ahora lo hago.
Y con aceptar la propuesta de Mark me lo ha confirmado.

Lo que yo no entiendo es; ¿cómo ha podido botar tantos bonitos recuerdos al lado de papá a la basura? ¿cómo ha podido olvidar al hombre más bueno del mundo?

Algún día luego de casarse con Mark sentirá culpa. Y en ese momento, juro no estar junto a ella para acompañarla.

Por otro lado; estos dos días Mark ha intentado acercarse a mí de bastantes maneras, él sabe que me es incómoda toda esta situación, también sabe que aún no supero la muerte de mi padre, gracias a que mamá lo dijo en la cena de ayer, delante de Mark y Ross.

Decidí subir mi plato a la habitación y evadir sus palabras para volver a sentarme a la mesa.

Mark intentó hablarme luego de que fuí a mi habitación, pero le dije que no tenía ánimos para hacerlo. Y así lo he evadido un sin fin de veces estos dos días, y a decir verdad, no me arrepiento en lo absoluto.

Sé que es un buen hombre.
Pero todo esto lo hago por honrar a mi padre, para que desde el más allá sepa que sigue presente en mis pensamientos y actitudes.

Mamá también ha intentado de hablarme, pero decidí ignorarla. No tengo por qué hablarle luego de todo lo que causó en nuestra familia, luego de que olvidó a mi padre en un santiamén.

El timbre de salida de la universidad toca, sacándome de mis pensamientos como si me hubiesen dado un golpe.

Observo la pizarra, agarro mi celular y le tomo una foto a la pizarra, la cual indica la tarea que debemos de hacer. Como no presté atención al tema, me encargaría de buscarlo luego en internet para hacerla.

Coloco mi mochila sobre mi espalda y salgo del salón de clases a paso lento. Como siempre, sola y alejada de todos, ya saben que no soy una persona para nada social. Soy muy opuesta a Ross.

Ross en estos dos días, a penas lo he visto en casa.
Cuando me levanto todas las mañanas para tomar desayuno, él sigue durmiendo. En las tardes no me lo cruzo en el cambio de turno de la universidad, y en la noche, él sale a alguna fiesta, o a donde sea que se vaya con sus jodidos amigos.

¿Me enoja?

Claro que sí.
Cada vez que lo veo discretamente desde la ventana de mi habitación saliendo de la casa y montandose en el auto de Joe me vuelvo loca de la ira.

Me dan ganas de ir, tomarlo del cuello y obligarlo a que se quede en casa.

Pero claro, no puedo hacer eso, y si seguiríamos en la misma extraña relación que teníamos antes tampoco podría. Es muy tóxico.

Camino más rápido por el pasillo de la universidad, intentando no llamar mucho la atención para que las personas mayores que están entrando del siguiente horario no se tomen el tiempo de fastidiarme.

Al llegar a mi casillero, guardo en este dos de los libros que están en mi mochila y también mis audífonos. Tengo otros en casa.

Al cerrar la puerta de mi casillero, veo la silueta de Ross, entrando al cuarto de limpieza del conserje con una chica.

Frunzo el ceño.
¿Ese era Ross?
No... no puede ser Ross.

Me apoyo contra mi casillero, llevando mi mano derecha a mi boca. Mordiendo mis uñas ansiosamente.

El primer timbre del segundo horario suena. Los estudiantes aceleran su paso para llegar temprano a sus clases. Dejando los pasillos vacíos.

El chico y la chica aún no salen del cuarto de limpieza.

Sin poder contenerlo más, me dirijo hacia aquel pequeño cuarto, apoyo mi oreja contra la puerta. No se escucha nada.

Mierda, ¿era Ross?
Si veo por la pequeña ventanilla que hay en la puerta podrán verme.

Aprieto los ojos con fuerza.
No puede ser Ross.
Digo, han pasado dos jodidos días.
No puede haberme cambiado por otra persona así de simple, ¿verdad?

Me relamo los labios.
Rezando internamente, dispuesta a ver de una vez por todas por la ventanilla e irme corriendo lo más rápido que puedo de la universidad.

Abro los ojos, y me acerco a esta, disimuladamente.

El corazón se me encoge de inmediato.
Siento mis ojos aguarse, de la misma forma en la que los sentí cuando Mark le pidió matrimonio a mamá.

Es Ross.
Con América.
Están besándose.

América lo tiene acorralado contra la pared y su cuerpo y Ross le corresponde al beso, tocándole la cintura.

Trago saliva.

Que maldito asco.
Por Dios.
Cierro los ojos, comenzando a caminar hacia la maldita puerta de la universidad, y corro luego de presionar la alarma de incendios.

Jodanse pedazo de imbeciles.
Tengan sexo en otra parte.

-Cerdos.

Murmuro apretando los dientes.

Al salir por fin, con la alarma de incendios en mis oídos. Veo a Noah a lo lejos, esperando el bus en la esquina de la institución.

Sonrío.
Con un par de lágrimas aún cayendo por mis mejillas.

Esto es guerra Lynch.

Solo hermanos; Ross LynchWhere stories live. Discover now