Capítulo 14

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Capítulo 14

◇━━ Romy ━━◇

       No he sabido nada de Ezequiel desde ayer cuando dejé la casa de Ávalon.

      Hoy es su presentación y a estas alturas aún no estoy segura si vendrá por mí, si quiere que yo realmente esté allí o no.

      Aun recuerdo mi conversación con Harmony una y otra vez, si puedo confiar en Mish ¿Por qué no en Eze?

     Está quemándome por dentro, no logro sacarme de la mente la visión de él abrazando a esa niña, a la chica, he pasado el día completo, pérdida en mis pensamientos.

     —Oye, Romy, de seguro irás hoy al café, ¿cierto?

      Observo a Saige de reojo sin darle una respuesta, continuo peinando mi cabello. Se acerca más a mí intentando que le preste atención.

     —Vamos, sé que sales con Ezequiel y ahorita prácticamente hay que hacer reservación para entrar allí cuando ellos tocan, así que, ¿podrías llevarme?

     —Saige, estos son esos pequeños momentos de mi vida, donde en serio no quiero que me molestes.

     —Oh, vamos, Romy, por favor —insiste cerca de mí.

     —¿Si llamo a Luna para que te haga entrar, te irás y me dejarás en paz?

    —Lo haré, lo juro —parece muy emocionada.

    —Bien, lárgate.

      Sonríe ampliamente y sale, mientras yo envío un mensaje a Luna, ni siquiera sé si yo iré.

      Busco en mi armario algo bonito, algo sencillo, lo bueno es que mi cabello suele adornarme lo suficiente. La pajuela que Eze me dio está sobre mi cama, la tomo en mis dedos, solo observarla hace que mis ojos se nublen.

     De cierta forma, es un símbolo de esperanza, de que soy de alguna manera importante para él, así que la coloco en mi cuello y me recuesto de la cama, creo que es algo tarde, quizá no venga por mí.

      Escucho la puerta, me levanto poco a poco y tomo una gran y profunda respiración, antes de decir. —Puedes pasar.

      Eze abre despacio y entra, cierra la puerta detrás de él, solo se queda allí de pie mientras yo recojo mis cosas.

     —Llegas tarde, pensé que no vendrías.

     —Dije que lo haría.

     Asiento y tomo mi bolso. —¿Estás nervioso por la presentación?

      Me está costando más trabajo del que pensé actuar naturalmente, me siento tan enojada en este momento, tan aturdida, confundida, ahora que lo pienso no quisiera mirarlo a la cara.

     —Un poco supongo —también se escucha algo incómodo.

      Asiento sin verlo e intento pasar junto a él para salir de la habitación, pero detiene mi brazo, su rostro está muy cerca del mío, y esa sensación que produce ese simple gesto en mi estómago es lo que me recuerda porque siento que mi corazón se hubiese roto.

     —Romy, lamento lo que pasó ayer.

      —Ya no tiene caso —respondo, mi mirada hacia el suelo, intento ser fuerte ahora— es tu vida, puedes hacer cualquier cosa con ella.

     —Entiendes mal todo.

     — Y ¿Por qué no me las explicas?

     —Mírame, por favor —suplica. Subo los ojos despacio hacia los suyos, conteniendo todos los sentimientos que mueren por gritar ahora en mí.

#2 RomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora