Capítulo 13

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Capítulo 13

◇━━ Ezequiel ━━◇

       Parece que estamos libres por un rato, así que le dejo saber a Alex que puede tomar un descanso. Me recuesto en el sillón cubriendo mis ojos con el gorro. La cortina se abre.

     —Alex, te dije que podías descansar.

     —No soy Alex.

      Me incorporo quitándome el gorro del rostro.

      Se queda de pie, recostada de la columna.

      —Sabía que eras tú —se sienta frente a mí.

     Sonrío cubriendo mi rostro y la miro. —¿Cómo supiste, Lunita?

     —Olía a tu perfume aquí —señala su nariz como un sabueso, sonreímos—, luego te vi alejarte de donde hablabas con Romy.

    Asiento.

    —¿Por qué no quieres decir que haces este trabajo? Eres excelente.

    —Es solo un trabajo, Lunita, no me gusta que la gente sepa todo de mí.

    —Mmm y.... Eze, ¿tienes mucho que no conocemos, cierto?

    Asiento nuevamente.

     —Lo sé, y lo entiendo, sea lo que sea, pero somos tu familia, los muchachos darían la vida por ti, jamás te dejaríamos si nos necesitaras, no importa qué.

     —Lo sé —sonrío a medias—, solo no es el momento.

     Asiente y se pone de pie. —Tu secreto está a salvo conmigo, y la otra chica que lo sabe, es la mejor persona del mundo, aunque ella no lo sepa —guiña— cuídala —me hace sonreír, asiento, me devuelve el gesto y se va.

     Desearía que todas las cosas acerca de mi vida fueran conocidas, quisiera poder contarlo y vivir transparente, sin secretos, sin verdades a medias, mi mente tendría paz.

     En especial, si pudiese decírselo todo a Romy, eso sería un alivio, y es la persona con la que más lo merece.

     Hablar con ella es sentir honestidad, pureza, porque hasta en su abismo más profundo, su mirada, sus gestos, cuentan todo acerca de quién es, sus sentimientos son completamente libres para tomarlos y apreciarlos.

    Pero siempre he pensado que para entender un alma torturada, tienes que ser una.

     El festival dura casi toda la tarde, o al menos ese fue el tiempo que me contrataron. Son las 5:30, suficiente por hoy, recojo mis cosas, me gusta trabajar con mis materiales, los conozco, funcionamos mejor, es como mi guitarra, mi madre nos dejó su guitarra, y Joaquín me permitió conservarla, me es difícil tocar con otra, porque siento que la de mi mamá es parte de mí, es una manera de no dejarla ir.

    —Holaaa —canturrea Tamara.

    —Tamara —sonrío, mientras entra, tiene cierto parecido a Romy, ahora que la veo bien.

     —Cariño —me abraza— tu trabajo fue increíble, gracias por aceptar, a pesar del poco tiempo.

     Asiento. —Gracias por contratarme.

     —Espero verte en otro momento —me guiña—, por cierto —voltea antes de salir de la tienda— mi prima está libre esta noche —sonríe alejándose.

     Sonrío, no es mala idea. Dejo mi bolso en el auto. Hay mucha brisa en este momento, las carpas se mueven entre sí.

     Camino al lateral del estacionamiento para mirar un rato la playa.

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