Epílogo

74 9 1
                                    

Epílogo

         Julie dice que ya no necesito ir a verla, bueno hace mucho tiempo que me lo ha estado diciendo, supongo que tengo miedo de quedarme por mi cuenta, a pesar de todos los años que han pasado, esos minutos que aparto para hablar con ella me llenan de mucha paz.

       Pero ya es tiempo de enfrentarme a la vida sola.

       Julie sugirió que hiciera una última terapia, pero no con ella. Tampoco yo sola. Es algo que debo hacer acompañada.

       Ezequiel nos dejó aquí, en Miami, en aquella vieja playa cercana a nuestro primer hogar.

      —Henos aquí —sonrío levemente y tomo la mano de mamá.

     —Henos aquí —me mira, apretando mi mano.

      Juntas caminamos hacia la orilla de la playa..., esta playa que nos vio reír, esta playa que nos vio llorar, estaplaya que nos vio al borde de la muerte.

       El agua moja mis pies con delicadeza, cierro los ojos absorbiendo la suave caricia de la brisa. Kyle se mueve entre mis brazos. Sonrío levemente, es mi nuevo compañero, no podía solo dejarlo por fuera.

       Doy un beso en la mejilla de mi hijo, y me siento en el suelo. Mamá hace lo mismo. Coloco a Kyle entre mis piernas, manteniéndolo en equilibrio con mis brazos. Pequeñas carcajadas suenan en el aire cuando el agua se acerca a sus piececitos.

      —Bien, papá, ya estamos aquí.

      Mamá sonríe con tristeza. —Venimos a despedirnos, Chad.

       Mamá quita de su cuello una delicada cadena de oro, lleva un corazón guindando con una C&G grabadas. —Gracias por todo cariño —susurra—, te perdono y siempre te amaré —ella deja un beso sobre la figura y la arroja al mar.

        Bajo mis piernas y le paso a Kyle, ella lo recibe abrazándolo contra sí misma. Busco en mi bolso las fotografías, todas aquellas que me recuerdan los buenos y malos momentos que viví por causa de mi papá. Por último dejo salir ese diario que mi abuela me regaló, lo abro por última vez.

        Tantas líneas coloreadas de tristeza, recuerdo a esa joven confundida, triste y sin ganas de vivir. Aún hay días que me veo en el espejo y de alguna forma vuelve a mí, supongo que siempre será parte de quien soy.

        Debo acostumbrarme a la idea de que tendré esas ocasionales pesadillas que llenarán mi corazón de cansancio y angustia, pero esos momentos ya no controlaran mi vida.

       Les he quitado ese poder.

       Ahora yo decido quien soy, ahora yo decido que me hará daño y a que cosas dedicaré mis lágrimas y cuando me resbale, Ezequiel estará conmigo para ponerme de pie.

      Coloco las fotos dentro del diario y lo abrazo contra mí. —Gracias papá por nuestro breve tiempo juntos, te perdono por irte, sé que en el fondo jamás quisiste que sucediera y lo entiendo. Siempre voy a amarte, pero es hora de dejarte ir.

        Me pongo de pie y arrojo con todas mis fuerzas el diario hacia el mar, sus páginas comienzan a humedecerse con rapidez, haciendo que desaparezca ante mis ojos. Quizá sea una tontería, pero este pequeño gesto ha sacado todo lo que quedaba de fuego en mi interior. Siento una silenciosa paz. Una sensación agradable de que todo va a estar bien.

        Kyle comienza a quejarse arrojándose hacia mí. Lo recibo sujetándolo fuerte en un abrazo, su rostro se oculta entre mi cuello, lo que me permite dejar un beso en su sien. Me siento una vez más. Recostándome del hombro de mamá. Pasamos la siguiente hora solo contemplando el agua. Dejo que algunas de mis lágrimas caigan en la arena.

#2 RomaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin