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EL CELULAR DE la menor, que reposaba sobre la mesa de luz de su habitación, se encendió y vibró tan solo un segundo, indicando que un mensaje de texto había llegado. Olivia dormía cómodamente sobre el pecho del sokoviano, sin embargo, este había despertado hacia un buen rato por lo que tomó el celular y divagó sobre si sería correcto o no leer aquel texto, decidió que sólo vería de quién era el emisor.
"Olivia, es una emergencia, te veo abajo en 5 minutos." El mensaje pertenecía a Steve.
Al leer aquello, Pietro despertó rápidamente a su novia y le comentó al respecto, logrando que Olivia corriera a vestirse lo mejor que pudo y salió por la puerta de su habitación, no sin antes depositar un suave beso en la mejilla del mayor.
Al sokoviano le hubiese gustado ofrecerse a acompañarla, pero debía ir a ver a su hermana, con todo el asunto de su noviazgo, mantenía un tanto abandonada a su melliza. Sabía que a su hermana no le molestaba en lo más mínimo, pero se sentía mal de no estar con ella en un momento tan difícil como lo era este. Egoísta.
La chica de la melena rubia bajó las escaleras saltando escalones de dos en dos, con cuídado de no golpearse ni resbalar y caer, ya suficiente daño tenía en su pierna por el disparo que había recibido en Lagos, por suerte Natasha se lo había curado en el quinjet, por lo que estaba seguramente en proceso de curación.
Al llegar a dónde su padre la había citado, como Pietro le había indicado, pudo observar a Steve con los alrededores de sus ojos en tonalidades rojizas y levemente hinchados, producto del llanto. Sin preguntar el motivo, Olivia se abalanzó sobre su papá y lo abrazó con fuerza, claro que él no se quedó atrás, en este momento, lo que más necesitaba era el apoyo de su única familia; su hija.
-Peggy murió. -La noticia cayó como si de un balde de agua helada se tratara sobre su hija, sintiendo como una angustia recorría rápidamente todo su cuerpo. Había conocido a Margaret Carter muy vagamente cuando era pequeña, pero sabía que había sido la chica de Steve, y que incluso él aún la visitaba.
-Lo siento mucho, papá. -Steve asintió y la volvió a atraer en un abrazo.
-Su funeral será en Londres, ¿me acompañas? -Preguntó el capitán, limpiando algunas de las lágrimas rebeldes que había dejado escapar, pues con su hija se sentía en confianza de llorar y dejar atrás su fachada dura. Olivia solo asintió.
Al subir de nuevo las irritantes escaleras en dirección a su habitación se preguntó porqué demonios no había tomado el ascensor. Al llegar a su cuarto, notó que el sokoviano ya no se encontraba allí, sin embargo, había dejado ordenada su cama y una nota sobre la almohada, Olivia pensó que se había enganchado con un chico demasiado cursi y aquello le encantaba, sobre todo lo clásico de la nota: un simple te quiero acompañado de sus iniciales.
