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OLIVIA ESTABA SORPRENDIDA por como de un momento a otro la vida toma un rumbo totalmente diferente a el que iba; de ser un heroína del grupo más famoso del mundo, los Vengadores, Olivia había pasado a ser una de las criminales más buscadas de todo Estados Unidos. Y todo a sus diecisiete años.
Steve pesaba en su conciencia el que su hija sea perseguida por la CIA por su culpa, pero bien sabía que él no la había arrastrado a eso, simplemente era culpable de haberla criado con los mismos valores con los que su madre Sarah lo había hecho con él, por lo que era cuestión de obviedad que ambos tomaran las mismas decisiones: lo que creían correcto.
De vivir en la base de los Vengadores, una de las instalaciones con más tecnología inteligente del país se encontraban escondidos en una pequeña edificación abandonada en medio de la literalmente nada. Allí habían logrado arrastrar a un Bucky inconsciente debido a la caída de gran altura que habían tenido antes de huir de el edificio de la CIA junto a Sam.
Habían atrapado su brazo bajo una prensa, en caso de que despertara aún siendo el soldado, aunque la adolescente ponía toda su fe en que no fuera así, para por fin poder presentarse como su sobrina y poder mantener una charla civilizada con el Bucky Barnes que ella quería conocer. Caso contrario, se vería obligada a jugar con su mente, otra vez.
Olivia se paseaba de un lado a otro, escuchando como el tono sonaba y sonaba pero nadie atendía del otro lado, lo que le preocupaba. Sabía que su novio había decidido no firmar y le preocupaba que Ross también lo supiera y haya ido tras los gemelos, después de todo, ellos ni siquiera eran americanos. Al tercer llamado alguien por fin atendió. -¿Pietro?
-Oliv, lamento no haber atendido, estaba demasiado dormido. -La voz ronca junto a el acento del sokoviano habían encendido una parte del cuerpo de la chica que ni ella sabía que la voz de su novio pudiera despertar. De repente sintió las mejillas arder. -¿Oliv?
-Si, lo siento. ¿Cómo están? -preguntó, luego de tragar saliva demasiado abrumada como para pensar en otra cosa que no fuera su bienestar.
Se oyó un suspiro del otro lado del móvil. -Wanda decidió no firmar, Visión está todo el tiempo vigilando que no nos escapemos, es irritable.
-Lamento oír eso, quisiera poder ir con ustedes pero podrían atraparme y encerrarme por huir del edificio de la CIA. Encerrada no podré ayudarlos -murmuró con un poco de orgullo y un poco de vergüenza.
-Lo sé, lo entiendo. No quiero que estés encerrada, por más tentadora que suene la idea -Pietro extrañaba a su novia, quería que en ese momento estuviera ahí con él, viendo alguna película o escuchando música. Simplemente extrañaba su compañía, su aroma, todo de ella. -Te extraño demasiado.
