No me gusta que me veas, es extraño sentirme nervioso ante tu presencia.
Detesto tus pláticas, hacen que el tiempo pase demasiado rápido.
Prefiero ser ignorado, es raro querer estar contigo siempre.
Dejame llorar, tus abrazos me impiden hacerlo.
Te...
Sabía que no había ido a verle desde hace mucho tiempo, pero no era por decisión propia, sus compañeros habían estado de graciosos y no podía permitirles dañar un pixel de su casa. Pero nunca creyó que sería capaz de salir de su casa solo para ir a verle, le parecía extraño, sin embargo le agradaba.
Si había logrado que Rubius saliera quería decir que estaba habiendo un progreso. No le sorprendería si en un par de días le decía porque estaba llorando aquella noche que se suponía él no tenía idea de ello.
Estaba en su sala de cofres ordenando un poco cuando escuchó ruido en su habitación, su compañero había despertado, lo que significaba que había recuperado fuerzas.
-¿Vegetta? -el castaño estaba un tanto desorientado, reconocía que estaba en la mansión del pelinegro pero no recordaba como había llegado hasta ahí.
-Lamento eso, de verdad, pero sabes como son todos aquí y no puedo arriesgarme a que me destrocen todo -el ojimorado había llegado a él luego de que bajara las escaleras tan pronto como pudo, dándole algo de comer para que estuviera como antes.
-¿Qué hora es? -preguntó, comiendo un poco.
-Ya esta oscureciendo -contestó viendo por la ventana más cercana.
-Vale.
Siguió comiendo sin hablar, el silencio no le molestaba, se sentía culpable por lo ocurrido hace rato que lo mínimo que podía hacer era ayudarle en lo que pudiera.
-Gracias por todo, me voy -anunció yendo hacía la puerta.
-Espera -dijo siguiéndolo- ¡Doblas!
El castaño se acercó a la muralla lo suficiente como para que una torreta le diera, dañandolo un poco. Una vez más Vegetta las desactivó y le ayudo a entrar a su hogar.
Al estar en la sala le dió algo de comer mientras buscaba con que curarle las heridas, pues si dejaba que se curaran por su cuenta tardarían dos días enteros.
-Joder con tus torretas -exclamó con la boca llena, mientras le veía curarle las heridas de su brazo- ¿Acaso queréis que me muera?
-Lo lamento mochuelo -dijo riendo pero intentando ser cuidadoso- pero en mi defensa es tu culpa por venir sin avisar, las hubiera desactivado desde un inicio.
-No hubiera venido si tu no te desapareces -le reclamó, recordando a que había ido- ¿Que hacíais?
-Con las elecciones a la vuelta de la esquina, literalmente, a todos les parece gracioso hacer bromas, me la han liado más de una vez -contestó, comenzando a curar las heridas de la cara- además de que les parece correcto cometer muchas ilegalidades antes de que alguien comience a poner orden.
Rubius río un poco, deteniéndose al hacer una mueca por una herida profunda en su mejilla que le molestaba.
-Pues a mi no me la liaron ni una sola vez, creo que tengo suerte.
-Es probable -dijo acompañando a Rubius en aquella pequeña risa que había hecho luego de hablar- listo, creo que con esto no tendrás ni una sola marca por la mañana, ya las checaremos temprano.
