Capítulo 40

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Se acerca lentamente a mi rostro y deposita un beso en mis labios, empieza algo gentil, pero se vuelve algo más salvaje, me levanta de la silla con sus fuertes brazos, parece que pesara lo mismo que una pluma, la facilidad que tiene de manejar mi cuerpo me exita mas de lo que debería.

Deposita mi cuerpo en un pequeño mueble en la sala de estar, el cuero se siente frío en mi espalda y siento el calor que emana su cuerpo en mi pecho, separa nuestras bocas para mirar fijamente mis ojos, parecía que nada más existiera en ese momento, como si fuéramos las únicas dos personas en el mundo, me pude olvidar de todo, me sentí segura, amada, respetada... Fue el momento más lindo que he tenido en muchos días, pero mi subconsciente lo arruino de la única forma en que lo sabe hacer.

No te hagas ilusiones, antes no te amo tanto como para dejar a su novia, no creas que va a dejar su vida a un lado solo por estar contigo esta vez, no perteneces aquí, tu vida está en Australia ¡NO TE HAGAS ILUSIONES! 

Mis ojos arden y rápidamente se me nubla la vista.

Ni siquiera Thomas te amó de verdad, solo amaba el hecho de que eras idéntica a su primer y único amor.

-Hey... ¿qué pasa?- habla en un tono bajo y cálido -no llores cariño- acaricia mi mejilla y limpia las lágrimas en ella. No deja de observarme de esa forma lo que hace que mis pensamientos y sentimientos se confundan más.

-No pasa nada, solo me puse un poco sentimental- sonrío -¿podemos parar por favor?

-Claro- rápido pero con delicadeza se levanta, organiza su ropa sin dejar de observarme, pero una llamada hace que ponga su atención en otra cosa, revisa su teléfono y contesta de inmediato -¡Ana! ¿como estas cariño?- se aleja y sigue hablando por su móvil.

Veo los demás edificios con tal concentración que me desconecto de mi alrededor, siento que pasan largos minutos hasta que la mano de Ian toca mi cabello.

-¿Me hablabas?- le pregunto sin dejar de observar las calles.

-Si, te preguntaba si tenías algo para utilizar esta noche o si deseabas salir a comprar algo- frunzo el ceño.

-No voy a ir contigo a esa cena, me da vergüenza ver a toda tu familia después de tantos años- admito con verdadero bochorno, no se como reaccionaré al ver a Anastasia, con Ian fue distinto, tuvimos una relación sentimental nada más, pero Ana era como mi hermana, fue mi cómplice, mi mejor amiga, fue esa luz en mi oscura vida.

-Pero te acabo de preguntar si querías acompañarme y asentiste, pensé que era un sí- habla extrañado.

-¿Cuando?- juro que no lo escuche en ningun momento.

-Estabas mirando los edificios- en su cara puedo ver que en serio quiere que vaya con el.

-Vale- suspiro -tengo un lindo vestido, lo iba a utilizar para una cena romántica con Thomas, así que no hay necesidad de salir de casa- sonríe ampliamente -¿podemos ir a la habitación?

-¿A la tuya o la mía?- pregunta mientras comienza a caminar.

-¿No dormiremos juntos?- realmente no quiero estar sola. Voltea sorprendido.

-Quería darte tu espacio pero si así lo deseas, yo seré el más feliz. 

Pasamos el resto de la tarde en la cama abrazados hablando un poco de mi galería, su empresa, contando anécdotas chistosas y regalandonos pequeños y dulces besos, hasta que se dieron las 7 de la noche.

-Creo que ya es hora de organizarnos- asiento, me ducho primero que él para así poder tener tiempo de secar mi cabello, y maquillar mi rostro. Una vez terminado, salgo a buscar mi lindo y elegante vestido negro, me pongo los tacones y quedo lista para afrontar otra situación estresante en mi vida -te ves preciosa amor- esa insignificante palabra hizo que todo dentro de mí diera un vuelco -¿vamos?

-Sí- meto en mi cartera mis cosas y salgo de la habitación, bajamos en el ascensor hasta el parking de Ian, donde estaban sus 3 autos.

-¿En cual quieres ir?- río por su comentario, siento que está haciendo todo lo posible por verme feliz.

-El negro me gusta- subimos en él y emprendemos nuestro camino a la casa de los padres de Ian.

-¿Segura que estas bien con esto? Puedo entrar un momento e ir a cenar contigo a otro lugar- debo admitir que pensé en aceptar su oferta, pero ya estando acá, era una perdida de tiempo irnos.

-Sí, no pasa nada- baja del auto para abrirme la puerta y llevarme de la mano a la entrada de esa gran casa, toca el timbre dos veces para después mirarme completa.

-Se van a sorprender de lo hermosa que estás- río un poco aliviando mi estrés. Una de las mucamas abre la puerta y nos saluda con gentileza.

La casa completa está sumida en un silencio sepulcral, el sonido de nuestros pasos alertan a las personas en el comedor.

-¿Ian viene con una mujer?- reconozco la voz de su madre.

-Es una más de su larga lista- dice Anastasia casi gritando, seguramente para incomodar a esa mujer "extraña" que acompaña a su hermano a una cena familiar.

-Lo dice molestando- susurra en mi oído antes de que otra mucama abra finalmente la puerta del comedor.

Los ojos de todos se posan en mi, todos con diferentes expresiones, lo que hace que mis piernas tiemblen de los nervios.


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