Capítulo 3.

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Gwen Trainor.


Pude pasar toda una clase completa de Freeman sin cerrar un ojo, era casi algo milagroso. En cambio, fue como si no hubiera estado presente por una hora mientras daba sus largas charlas sobre Aristóteles y otros filósofos.

No me gustaba, ni siquiera me agradaba. Era totalmente desagradable, pero por qué me seguía preguntando por Hult, ese interés surgía de la nada, ni siquiera podía deducir que era derivado a algo. Hace unos días, el día en que lo conocí claramente sabía mi nombre. Algo que no era extraño, puesto que compartíamos una clase juntos. Luego de eso volvió a su estado natural, y fue desagradable. Hasta que se marchó y me dejó ahí sola en medio del campus.

Debía concentrarme en otras cosas que no tengan que ver con un chico al que no le agradaba. En solo dos semanas sería el primer juego de la temporada. Siempre se hace algún tipo de fiesta, no importaba si perdíamos o ganábamos, igual la hacían. No era fan de los deportes, pero la euforia que causaba en el momento era satisfactoria, aparte que Thomas forma parte del equipo de fútbol americano, y con más razón debíamos apoyarlo.

Ya me encontraba en el último año, era un deber disfrutar cada última vez de la secundaria. E inclusive a mi mejor amigo, Wells se iría a California una vez se haya graduado, no sé qué sería de mi vida sin él. Con quien he compartido parte de mi niñez y toda mi adolescencia, ese moreno ha sido mi amigo más real en todos estos años.

El timbre sonó y eso era el dulce llamado de que la clase había acabado, era hora del desayuno.

—Espero que para la otra semana me hagan un informe de los filósofos más importantes que hubo en todo el mundo — explicó el profesor Freeman, mientras se quitaba las gafas y las limpiaba con la tela de su traje —Un informe completo, nada de palabras de niños de primaria.

Al concluir éstas últimas palabras todos salieron como una bala del salón, era la majestuosa hora adolescente. En el instituto podías ver de todo, parejas comiéndose por los casilleros, porristas interpretando sus bailes en el medio del pasillo para llamar la atención, chicos rapeando, algunos molestando a otros. Es todo un circo.

Mientras caminaba en dirección a mi casillero mi celular vibró, al encender la pantalla noté que era un mensaje de Wells.

"Te espero en la cafetería"

Ya era nuestro punto oficial de pasar nuestras horas libres, desde la primaria nuestro lugar favorito para hablar y comer al mismo tiempo, era la cafetería.

Mi casillero era el 234, así que no quedaba tan lejos de encontrar, al llegar lo abrí y metí todos los libros y cuadernos que no tendría que utilizar por hoy. Al final de este, vi el libro favorito de mi abuela y mío. Era de un color azul celeste y en el centro tenía un par de alas.

"Corazón de un ángel"

Era el que hablaba de Los Grigori, y sobre los otros Ángeles Rebeldes luego de ellos, en la parte baja de la portada tenía una frase, que de pequeña me causaba intriga.

"El corazón de un Ángel no debe amar"

Era lo que decía. A veces solo quisiera volver unos años atrás y ser la niña que amaba los cuentos de hadas y creía fielmente en ellos.

Al cerrar mi casillero y darme la vuelta, pude ver como Hult Sullivan venía en mí misma dirección. Intercambiamos miradas al instante, era algo muy incómodo, pero fue como si sus ojos hubieran causado algún tipo de destello, aunque él era frío, sus ojos eran cálidos, tan cálidos que era difícil apartar la atención. Pero al contrario de la vez que lo conocí, reflejaba un destello opaco, algo de tristeza lo envolvía.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now