Capítulo 25.

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Gwen Trainor.


Mis memorias habían sido borradas. No recordaba absolutamente nada, ni lo recordaré. De repente mi vida cambió drásticamente en la madrugada. Realmente mi vida cambió desde que Hult entró en ella. Y ahora es muy diferente. Esto... Esto solo eran leyendas y cuentos de hadas, comprendo por qué mi abuela se aferró tanto a esa idea. Es desconcertante para mi saber que, ella no alucinaba, ella no decía mentiras. Y nunca le creímos, murió sin que le creyéramos. Pero quién se iba a imaginar que de verdad existía una legión. Que los ángeles rebeldes estaban entre nosotros. Mucho más cerca de lo que imaginaba.

Ni siquiera puedo recrear una imagen de todo el dolor que debió haber sufrido Hult. Todo esto por querer. ¿Qué clases de "ángeles celestiales" hacen tal brutalidad sólo por amar? No comprendo por qué es malo para ellos hacerlo.

Mis padres llegaron, unas tres horas luego de que Hult llegara. Me quedé despierta esperado su llegada, no quería dormirme y que encontraran a mi lado a Hult sin camisa. Les tuve que mentir diciendo que se había peleado con sus "padres"... ¿Hult de verdad tenía padres? Realmente dudo que un ángel tenga padres... En fin, me creyeron por supuesto, ni siquiera los dejé pasar completamente a mi habitación porque esta apestaba a licor. Extrañamente no me hicieron un cuestionario de preguntas y se fueron a dormir. Luego de eso, no pude pegar un ojo para dormir, si antes no podía, ahora menos. Me quedé toda la madrugada a su lado mientras lo observaba. Parecía una psicópata depredadora.

Esta sensación que siempre tuve cuando él me tocaba, o la extraña conexión que me hacía seguirlo así me tratara de una forma que me dejaba en claro que no deseaba mi presencia... Yo seguía ahí, porque me llamaba la atención, no la atención en el sentido de gustar. Sabía que había algo más. Exactamente igual que en mis sueños, en cambio ahí podía sentir lo que padecía. Se disculpaba una y otra vez. ¿Por qué se estaría disculpando? Estoy segura que es uno de mis recuerdos borrados.

Miré la hora en mi celular y solo faltaban unos minutos para que fueran las ocho de la mañana. El problema ahora, es que teníamos que ir a la preparatoria. Y levantar a Hult sería una tarea muy, muy... Muy difícil. Se había acostado boca abajo y se cubrió con la cobija hasta la cabeza. Realmente parecía profundo en el sueño. Hasta le revisé un par de veces el pulso preocupada porque ni se inmutaba a moverse o a cambiarse de posición. Quizás, solo quizás podríamos faltar a la preparatoria. O podría dejarlo aquí para que siga durmiendo, sin embargo, no quería separarme de él... Quería seguir aquí, acostada a su lado por todo un día.

Lo descubrí y bajé la sábana hasta su torso. De nuevo sus marcas estaban expuestas a mí, y un nudo en mi estómago se formó. Eran demasiadas cicatrices, unas muy delgadas como si fuesen rasguños por toda su espalda y esas dos largas cortadas en línea recta. Pasé muy suave las yemas de mis dedos por su espalda, dándole pequeñas caricias... Lo abracé alrededor y hundí mi cabeza en su espalda. Cerré los ojos y di un suspiro.

—Gwen, eso me da cosquillas—susurró el chico contra la almohada. No pude evitar sonreír. Apropósito volví a suspirar haciendo que Hult se sacudiera. Me levanté y eché mi cuerpo al nivel del suyo para poder verle a los ojos. Sus párpados seguían cerrados.

—Debemos ir a clases — informé mientras pasaba una mano por su cabello. Entreabrió los ojos y negó débilmente.

—No iré al jodido instituto hoy. Mi cabeza está por explotar —gruñó al darse una vuelta para quedar boca arriba otra vez.

Me levanté y gateé hasta subirme encima de Hult y comencé a agitar mi cuerpo encima de él como una niña pequeña—¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta!

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now