Capítulo 23.

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Gwen Trainor.


Hult me trató de la peor manera en que pudo hacerlo. No soporté más seguir viéndolo y me terminé yendo por mi cuenta. Él no hizo nada por detenerme. Quizás el enojo le nubló la mente, pero no era excusa para decirme todas esas cosas, realmente me dolió por la forma tan fría y cruel en que lo dijo. Parte de la noche no pude cerrar ni un ojo a medias, las palabras en mi mente hacían ruido, no me dejaban dormir. A pesar de todo, quería arreglar las cosas. La manera en que ayer se comportó no fue la correcta, no podía solo dejarlo así y ya. Sin embargo, mi mente me pedía que esperara a que él me buscara, recordándome que no lo hizo cuando me fui sin él, no me llamó, no hizo nada. Tampoco lo ha hecho hoy. ¿De verdad le importo?

¿Por qué las personas deben ser un sin fin de malentendidos y confusiones? Es una tortura mental sentirte confundida, buscas excusas mentales para tu misma darte una respuesta. Una respuesta que termina siendo incorrecta. Y lo único en que te sumerges es en lo negativo. Y yo estaba sumergida hasta el fondo de una poceta.

Hoy ni siquiera tenía clases. Retocaran el instituto con pintura y otras cosas que le faltan. Así que podía quedarme sin hacer nada todo un día. Quizás podía adelantar tareas, o ir sacando los temas del examen final de Freeman y Warren que, para mí, son los más importantes debido a que los hago que me detesten. Warren sigue pensando que fumo por culpa de Hult.

Busqué mi bolso al lado de mi escritorio y saqué los cuadernos que había dentro. Revisé los bolsillos tratando de buscar un borrador, siempre perdía el borrador, y mis lápices no tenían su propio borrador porque se los arrancaba con la boca sin darme cuenta. Fruncí el ceño porque mis manos no palparon la goma sino un vidrio frío. Al sacarlo era un celular. El celular de Hult que me pidió que se lo guardara. Se le olvidó y a mí también. ¿Tal vez por eso no me ha llamado? Lo más probable es que esté pensando que lo perdió o se acuerde que lo tengo yo, pero su orgullo no lo deje venir a buscarlo.

Tenía el celular entre mis manos sin saber qué hacer. ¿Esto sería una buena excusa para ser linda persona y llevárselo? Podría aprovechar e intentar hablar con él. Aunque no se lo merece, debería ser él quien esté aquí ahora disculpándose. Mordí mi labio y solté un suspiro. Sé quién podría darme un buen consejo.

Mi papá.

Me levanté como una bala de la cama hacia su habitación. Hoy se tomó el día libre en el trabajo. Me asomé por la puerta y vi como estaba concentrado viendo su serie favorita The Walking Dead, amaba esa serie. Lo he visto hasta llorar cuando muere un personaje. Mi papá es realmente sentimental... Hasta mucho más que mi madre. Toqué un par de veces la puerta y este enseguida me miró posando una sonrisa y con un movimiento de mano me indicó a que entrara.

—¿Te interrumpo en algo?— cuestioné mientras me acercaba a su cama. Dejé mi cuerpo caer en una esquina.

—Estoy repitiendo los capítulos de la segunda temporada, hay algunos que no he visto —explicó con su atención puesta en la pantalla.

—Papá, no sé cuántas veces vas a repetir esa serie —bromeé mediante una risita.

—Es que es la mejor serie del mundo cariño.

Lo miré con los ojos entrecerrados—Eso mismo dijiste cuando vimos Sense 8 —yo si realmente amé esa serie. La vi completa junto a mi papá, quien le encantó. Y por supuesto dijo que era la mejor serie del mundo. Cada serie que ve y le gusta, dice que es la mejor serie del mundo. Hasta que conoce otra y así sucesivamente.

—Nada le ganará a esta — apuntó al televisor.

—Quería pedir tu opinión, pero no quiero quitarte tiempo —declaré. Levantó el control y puso en pausa el capítulo. Giró su cabeza para verme con una sonrisa dulce entre su inicio de barba perfectamente cortada.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now