Capítulo 9.

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Gwen Trainor.


La parte de atrás de mi cuello ardía levemente. Era un dolor aguantable, a comparación de hace un par de días con la aguja entrando y saliendo de mi piel. Pensé que nunca iba a acabar. Pero creo que me sentí aliviada de que Hult fuera el que me haya hecho el tatuaje. Si hubiera sido uno de esos grandes hombres, hubiese callado mi dolor. ¿Quién lo diría? Realmente Hult me convenció de hacérmelo. Él también se hizo uno igual, un girasol a un lado de la parte izquierda de su cuello.

Quedé impresionada. El chico no frunció la cara, ni soltó un quejido. Estaba muy cómodo con la aguja. A pesar de que esa parte del cuello es muy sensible. Claro está, él estaba acostumbrado.

Esos dos hombres de la tienda me parecieron muy agradables en totalidad. Más el de la frondosa barba, Hank. Quedé boquiabierta cuando al irnos de ahí, Hult me dijo que ellos eran pareja. Es inimaginable dos hombres con grandes músculos, tatuados de pies a cabeza, sean una pareja. Me pareció lindo.

Wells y Thomas reaccionaron con impresión a mi nuevo tatuaje. No se imaginaban que fuera capaz de hacerme uno. No imaginaría la cara de mis padres cuando lo vieran. Los he extrañado, se supone que este fin iría a mi casa. Pero debía quedarme a repasar para un examen de simetría que tengo este lunes. Hoy era sábado, todos saldrían y yo me quedaría a estudiar un examen de tres hojas. Si antes me quejaba de la preparatoria, tendría que haberme cerrado la boca yo misma al darme cuenta que en la universidad las cosas son más difíciles.

Hasta Pam saldría. La estaba ayudando a elegir qué se pondría. Iría a la fiesta de inauguración de una fraternidad cercana a la universidad. Callum y ella habían tenido una cita ayer. Pensé que él pensaba diferente a Hult y que no sentía como él, pero no es así. El castaño me dijo que realmente a Callum le gustaba.

—Solo un par de horas, lo prometo —suplicaba Pam con las dos palmas juntas. Ahora arrodillada en frente de mí. Había cambiado el color de su cabello, ya no era azul. Ahora era de un tono plateado, con las raíces negras.

—Es mi primer examen. Debo sacar más arriba de un dieciocho —me crucé de brazos. Me convencía para que fuera. Pero de verdad no quería trasnocharme.

—Estudias mañana, los domingos son perfectos para hacerlo —manifestó.

—Claro, ¿estudiar un día antes de la prueba? —alcé la ceja divertida. Ella asintió.

—¡Yo siempre lo hago! —agitó sus brazos por encima de su cabeza.

—Prometo que saldré contigo en otra ocasión —le dediqué una suave sonrisa, pero ella se negó.

—No seas aguafiestas. Irán todos —agregó al soltar un suspiro estrepitoso. Mis amigos, más los de Pam, también se preparaban para ir.

Sus ojos eran los de un cachorro. Me estaba haciendo los ojos de perrito tierno para tratar de convencerme, seguía hincada de rodillas y con sus palmas juntas. Medité por unos segundos mi sentencia final. ¿Por qué soy tan fácil de convencer? Lancé un suspiro y asentí—Solo con una condición —alcé un dedo con severidad. Los labios de Pamela se estiraron de oreja a oreja formando una sonrisa —No más de dos horas.

—¡Lo juro! ¡Haré lo que quieras! ¡Hasta si quieres tenderé tu cama por un mes completo! —se levantó del suelo para dar brincos de emoción.

—¿Me llevarías la comida a la cama? —indagué burlona. Ella asintió frenéticamente. Pamela era de una personalidad radiante y divertida, parecía siempre andar extasiada de felicidad.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now