Capítulo 10.

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Hult Sullivan


No había podido dormir en toda la noche, no pensé que las cosas iban a salir de este modo. Ni mucho menos que llegarían hasta ella, no lo tenían permitido, no tenían permitido ponerla en riesgo, y yo tampoco lo iba a permitir.

—Evan— llamé su atención, levanta su vista viéndome a través del espejo. Ladeó una sonrisa y siguió en lo suyo.

—Al parecer aquí no está permitido entrar en casas sin permiso—murmuró muy lentamente. La ira me recorría por las venas, lo acabaría aquí mismo si pudiera.

—Tampoco está permitido hacer lo que hiciste ayer —escupí.

—¿Y qué se supone que hice ayer?— indagó divertido, terminó de lavarse las manos y se dio media vuelta quedándonos frente a frente.

—No te hagas el jodido imbécil.

—¿Quieres tomar algo? ¿Una cerveza? —su actitud era pasiva, pasó por mi lado dirigiéndose a la cocina. Giré y le seguí.

—¿Qué hacías en su casa? —pregunté.

Se agachó hasta lo último de la nevera encontrando un par de cervezas, las abrió y me entregó una—Brindo por los viejos amigos.

—¿Viejos amigos?—sarcásticamente solté una risa entre dientes, llevé la cerveza hasta mi boca dándole un sorbo—Dudo que me consideres tu amigo.

—¡Por supuesto que lo hago!— sonreía maliciosamente, sé a lo que juega. Tiene una personalidad demente, capaz de jugar con la mente de otras personas, así como hizo con la de Gwen.

—A mí no me engañas, si es lo que tratas de hacer.

—¿Deduces que fui yo el que estuvo en la casa de la chica?

—En ningún momento la mencioné a ella— espeté dándole a entender que se había descubierto por sí solo.

—Oh, me descubriste—alzó las manos en forma de inocencia.

—¿La has estado siguiendo?

—No creo que más que tú— rio bajito —Me contaron algo muy interesante... podría decir que hasta gracioso —parecía desafiarme ahora.

Repuse mi postura.

—Genial, y dime viejo amigo, ¿qué fue lo que te contaron?

—Te vieron con la chica. ¡No sabía que eran amigos! —agitó las manos, eufórico.

Mi mano apretó con fuerza el cristal de la botella. Me aseguré de no romperla. Di un paso a Evan.

—Si la vuelves a molestar, juro que...

—¿Qué? ¿Qué harás Hult?—podía arrancarle la cabeza aquí mismo y acabar con todo, pero debía contenerme, eso solo desataría peores cosas.

—No te vuelvas acercar a ella —respiré hondo para que mis palabras sonaran lo más tranquilas posible.

—Eres una decepción, debieron haberte condenado de por vida.

—Al parecer los dos lo somos, ya que estamos en el mismo lugar—noté como su mandíbula se tensó.

—Casos diferentes Hult, casos diferentes. Tú la amas, y yo estoy en contra de eso que por si no recuerdas, está prohibido para ti. Ahora dime, ¿quién es el que está mal aquí?

Ángel 234(I&II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora