Epílogo

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Gwen Trainor.


Han pasado tres meses desde mi peor día. Tres meses en los que han ocurrido muchas cosas. Mi graduación, por ejemplo, fue un buen día. El primero en mucho tiempo, me divertí mucho. Incluso fui a cenar junto con mis padres, Wells y su familia. No podía creer que ahora sería una universitaria. Terminé eligiendo la carrera que ya había determinado elegir, quería estudiar artes. Creo que lo elegí más por Hult, a él también le gustaba.

Hoy es mi cumpleaños número dieciocho, soy mayor de edad oficialmente. Si él estuviese aquí, habría acabado su misión. Ya no sería más mi ángel, pero si mi Hult para siempre. Desearía tener un lugar en donde poder ir y visitarlo, sin embargo, todas las noches me siento a fuera de mi casa y miro hacia el cielo, justamente a las estrellas y comienzo hablar con él. Le cuento todo lo que me ha sucedido últimamente, y puedo decirle cuanto le extraño... Porque lo extraño todos los días. No hay ni un día en que no lo haga, no hay ni un día en que no me levante y no piense en él. Ha sido una buena terapia, me hace sentir cerca de él. He logrado aceptar el hecho de que ya no está, me cuesta, pero lo hago.

Estaba preparándome para el almuerzo que organizaron mis padres por mi cumpleaños, cuando el timbre de la casa sonó. Seguramente era Wells o Thomas, me dijeron que llegarían temprano para pasar más tiempo conmigo. Bajé las escaleras y al abrir la puerta me llevé una sorpresa al ver quien era.

—Ho—Hola Atom—titubeé a través de una sonrisa. No me esperaba verlo, la última vez que lo vi fue en la graduación. En la cual no estuvo mucho tiempo.

Él extrañamente me devolvió una sonrisa—Pensaba que no estarías. Thomas me dijo que saldrías. 

—¡Si! Mis padres me organizaron un almuerzo, pero todavía es temprano—afirmé. Mi vista se dirigió a lo que llevaba entre sus brazos como si llevara una pizza. Tenía un enorme paquete plano y cuadrado y encima de este, un sobre. Extendió el paquete a mí y volvió a sonreír.

—Feliz cumpleaños— murmuró. Miré a Atom y luego al paquete y con sorpresa lo tomé.

—Oh... Yo... No tenías que hacerlo, gra...

—No viene de mi parte —aclaró. Fruncí el ceño sin entender.

—¿De quién es?

—Hult lo dejó para ti —confesó. Entreabrí mis labios para procesar la información. Y como era de esperarse mis ojos se cristalizaron y ese nudo en la garganta volvía a aparecer.

—¿Hult?—pregunté con un hilo de voz. Detallé el sobre encima del paquete y este llevaba su letra.

Abrir en nuestro lugar.

—Pensó en que debía entregarte la carta luego de... Eso... Pero me dijo que eras muy curiosa y la abrirías mucho antes de este día — espetó. En medio de lágrimas no pude evitar soltar una risita.

—Pero no entiendo... Como es que...—volvió a interrumpirme.

—Se aseguró de dejarte algo en el caso de que ya no estuviese. Me encargó a mi para que te lo diera.

Con cuidado de que el paquete y el sobre no se me cayeran, me encorvé hasta mi hombro y con la manga de mi vestido mi limpié los ojos.

Estás lleno de sorpresas, sin siquiera estar aquí ¿Eh?

Ni siquiera pude evitar mi sonrisa que se extendió por toda mi cara. Como el gato sonriente en Alicia y el país de las maravillas—Me conoce muy bien.

Ángel 234(I&II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora