Capítulo 4.

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Hult Sullivan


Todos los días al despertar mi primer deseo era que llegara ese día, llegara el día en que este infierno terminara.

Era la peor condena, ni siquiera sabía que podía sentir odio, esta clase de sentimientos surgían en mi con más volumen. Me sentía tan inútil por mi debilidad, cómo permitía dominarme por emociones tan banales. No tengo que darle importancia, hacer de poco interés lo que siento o lo que quiero.

Aquí simplemente podía darme el lujo de infinidades distracciones, en cambio, optaba por atosigarme la cabeza de ideas patéticas. Al principio todo resultaba tan fácil, pensé que lo había logrado. Deshacerme de mis emociones más débiles.

Pero la vi.

Era toda una mujer, y sentí odio, sentí tristeza. Mi corazón latía como nunca, mi corazón latía, pero latía por una única razón. Parecía estar vivo.

Y la deseaba.

La deseaba cada vez que la veía levantarse, cada vez que cantaba en su habitación a gritos, o cada vez que lloraba por películas románticas. La desee aún más en sus días tristes, y en los que no se sentía bien con ella misma.

Siento este vacío por dentro, como un agujero negro que se lleva todo lo bueno de mí. Me consume, y lo único que puedo hacer es llenarlo con distracciones.

Y la morena desnuda durmiendo a mi lado, es una. Había estado durmiendo con varias, pero ninguna me llenaba, ella tampoco lo hacía, sin embargo, de vez en cuando sabía cómo hacerme reír, o hacerme llevar hasta las nubes. Las personas hacen de esto algo normal, una chica diferente cada fin de semana, es algo asqueroso. Pero divertido.

Atom me aseguró que era buena idea, así podría olvidarla. Pero al estar con ellas, solo veía su cara, y deseaba que fuera ella la que me besara.

La morena comenzó a estrujarse contra las almohadas, ya estaría por despertar y tendría que llevarla a su casa. Ya era una rutina entre nosotros, los miércoles y los viernes la buscaba a su trabajo al terminar la tarde. Íbamos por algo de comida a McDonald's y regresábamos a mi casa. Teníamos sexo y se quedaba durmiendo, dependiendo que día fuera, si era miércoles, el jueves en la mañana la llevaba a su instituto antes de irme al mío. Desde el principio me aseguró que no se encariñaría, pero sabía que lo hacía, las personas son tan débiles.

—Buenos días —dijo bostezando, estiró los brazos y se colocó de lado. Apoyando su codo contra la cama y con su mano sostuvo su cara.

—Te perdiste Un Show por la Mañana —reí por lo bajo, era el programa que veíamos al levantarnos los sábados. Ella hizo una mueca de decepción y volvió a lanzarse sobre su almohada.

—Te odio, debiste haberme levantado — refunfuñó como si estuviese enojada. Realmente yo tampoco lo había visto, pasé toda la madrugada y parte de la mañana pensando en lo que había sucedido ayer.

Hoy debía ir a casa de Atom y hablar con él. Me levanté hacia mi escritorio y fui por un cigarrillo, era la mejor adicción que he adquirido en mi estancia aquí. Fui en busca de mi ropa regada por cada parte de la habitación junto con la de Camille y empecé a recogerla para vestirnos y así poder irnos.

—¿Es en serio? ¿Seguro que me quieres llevar tan rápido?—ronroneó como si estuviese decepcionada, alcé mi vista en su dirección y vi como deslizaba la sábana beige que la cubría desde su torso hasta lo último de sus piernas, dejando ver su cuerpo desnudo. Era una imposibilidad resistirme a la tentación.

Ángel 234(I&II)Where stories live. Discover now