Capítulo 3

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Joel Pimentel

En el poco tiempo que pasé junto a este mujer me di cuenta de que es fácil de leer por sus expresiones... O tal vez sea yo que después de conocer a tantas personas en la industria se me haga fácil la lectura de miradas.

—Soy toda oídos, señor Pimentel.

—Llámame Joel, señorita.

Lo cierto es que solo mis amigos más cercanos acostumbraban a llamarme por mi nombre, como buen magnate que soy tengo que mantenerme formal, por eso omiten mi nombre y se centran únicamente en mi apellido.

—Ok, tú puedes llamarme Fiamma.

—Lo iba a hacer de todos modos aunque no me lo hubieras pedido.

—Deja la jodida arrogancia para después y habla, maldita sea.

Alzo las cejas en una expresión de sorpresa, era evidente que nadie se atrevía a levantarme la voz y mucho menos hablarme de la forma agresiva que ella acababa de hacer.

—Lo lamento, me estás alterando. — dijo en un tono calmado, se le notaba una joven refinada y muy educada. Pero no dejaba de ser una joven, todos los jóvenes tenían su parte rebelde que no era muy difícil de sacar.

—Bien, Fiamma, seré claro contigo. — apoyo mis manos en la mesa y la miró con total seriedad—. Johann se ha encargado de hablar con la prensa hace apenas unas horas, como te puedes imaginar no dijo nada bueno sobre tu empresa.

—¿Cómo se ha atrevido? — sisea furiosa, aprieta sus puños en un intento fallido de controlar la calma.

—Últimamente a tu empresa se la relaciona con la mía ya que nos vieron juntos en una reunión. — continuo hablando, sé que me está prestando atención a pesar de que su mirada está fija en la mesa—. Si hablan mal de ti, la mierda me salpica a mi, ¿entendido?

—Alto y claro. — asiente con su cabeza, moviendo varios mechones de su cabello a un mismo tiempo. Sin poder controlar los impulsos de mi cuerpo, alargo mi mano para tomar sus cabellos y llevarlos detrás de su oreja. Sus grandes ojos verdes se clavan en mi, llenos de confusión por mi reciente acto.

—No te voy a dejar sola en esto. — afirmo, ella parpadea un par de veces como si no se creyera lo que acababa de decir.

—¿Y qué se supone que harás?

—Medio país, por no decir todo, depende de mi. — digo con sinceridad—. Me encargaré de desmentir a ese chico.

—Suerte con eso.

—No la necesito. — me encojo de hombros en un gesto desinteresado—. La suerte es para los mediocres, a los demás se les dice "éxito".

—Vale... Entonces mucho éxito, Joel.

—Bonita, tampoco lo necesito. — murmuro burlón —. No existe nadie más exitoso que yo.

—¿Me vas a seguir vacilando? — cuestiona alzando una ceja en mi dirección —. Porque si es así, déjame decirte que me va a importar muy poco que seas un Magnate, te voy a mandar a la mierda de todas formas.

Sin poder evitarlo, de mi garganta se escapa una carcajada al oír las palabras de la joven.

—Resultas muy graciosa, niña.

—Tú ni te imaginas. — rueda los ojos con molestia y se dedica a mirar su uñas perfectamente pintadas, sé que lo hace para molestarme pero en realidad está muy lejos de poder hacerlo.

—¿Nos vemos en un par de días o será demasiado esperar para ti?

—¿Para mi? — ríe sarcástica —. Fuiste tú quien se apareció por mi empresa hoy, así que no te creas tan importante.

—Apuesto lo que quieras a que me extrañaste.

—Sigue soñando... A ti no te extrañé ni un poquito. — sonríe maliciosa—. Pero a tu compañero, el Magnate Colón si que se apareció por mi mente en estos días.

Sus ojos tenían un brillo extraño en ese mismo momento, supe que estaba jugando conmigo, buscando la forma de que algo me molestase lo suficiente como para saltar.

—No me voy a celar de Erick, sé que es un chico muy atractivo y todas las mujeres se quedan prendidas nada más verlo.

—¿Y qué me dice de los hombres? — pregunta con sumo interés —. Acabas de mencionar que te resulta atractivo, ¿no será que son homosexuales los dos y están en una relación en secreto?

La miro como si estuviera loca, los jóvenes de hoy en día tienen mente para todo... No sé de dónde habrá sacado eso, su imaginación parece la de una adolescente.

—Siento decepcionarte, Fiamma. — digo finalmente —. Pero no estoy en ninguna relación con el señor Colón.

—¡Ajá! Pero no negaste tu homosexualidad.

Me doy un facepalm y la miro con la boca entreabierta durante unos instantes. Me aprieto el puente de mi nariz buscando una respuesta para darle a la jovencita que tengo en frente pero mi mente no procesa nada que suene bien en mis labios.

—Esta conversación se salió de contexto hace mucho. — le extiendo mi mano—. Espero verte en unos días, señorita D'Altrui.

—No se va a quedar así. — entrecierra los ojos mientras estrechamos manos—. Una última cosa, ¿por qué no quisiste hablar en mi empresa?

—Fiamma, como mujer de negocios que eres tienes que tener muy claro que no puedes confiar en nadie. — dije ladeando la cabeza—. Tus empleados son los primeros que buscarán la forma de traicionarte vendiendo tu información más personal, tus problemas más íntimos, etc.

—Tampoco debería de confiar en ti.

—Me gusta que seas una mujer inteligente. — sonrió levantándome de mi lugar —. No deberías.

Me acerco a la barra y dejo el dinero suficiente para pagar el servicio, salgo de allí con todas las miradas de todos los presentes sobre mi. Me dedico a acomodar mi corbata en el momento de cruzar la puerta y salir al exterior.

Antes de abrir la puerta de mi auto dirijo la mirada hacia el gran ventanal que forma la pared del local, puedo ver a Fiamma entretenida removiendo el contenido de su vaso, sonrío para mis adentros al saber que la dejé lo suficientemente confundida.

✨✨✨

Magnate Pimentel Where stories live. Discover now