Capítulo 7

2K 197 4
                                    


Joel Pimentel

Miro el reloj de mi muñeca por tercera vez en la mañana, me veía ansioso por volver a verla y lo admito. Maldigo en voz baja cuando mi secretaria interrumpe mis pensamientos con la joven de rostro angelical.

—Señor Pimentel, en cinco minutos comienza la reunión.— informa a la vez que mira los papeles que tiene en sus manos.

—Está bien, gracias. — asiento en su dirección —. Puedes retirarte.

Me levanto de la silla de mi oficina y tomo mi saco, acomodo este en mi cuerpo y me miro en el reflejo. No sé cual era la necesidad, sabía que me veía jodidamente atractivo.

Camino a paso decidió por el pasillo en dirección a la sala de reuniones, me detengo cuando veo a Fiamma a escasos metros de mi, caminando despreocupada hacia el mismo lugar que yo.

—Buenos días, Fiamma. — saludo con una sonrisa en el rostro pero ella no me devuelve el gesto.

—Buen día, señor Pimentel. — dice con seriedad pasando por mi lado, no se tomó la molestia de mirarme a la cara en ningún momento. Me doy cuenta que su semblante estaba más serio de lo habitual, espero que no llegue a influenciar en la reunión. Paso también por alto el hecho de que volvió con la formalidad de "señor Pimentel".

Entro en la sala segundos después, cerrando la puerta detrás de mi cuerpo y mirando a mis socios sentados alrededor de la gran mesa. Me sitúo en la cabecera de esta y doy un leve asentimiento en dirección al joven que empezaría hablando.

Ninguno de los magnates allí presentes hace caso a sus palabras pues ya todos estaban enterados de lo que se llevaría a cabo. Miro en dirección a Fiamma, ahogo un grito en mi garganta al ver que tampoco tiene su atención en el proyecto, se encontraba mirando sus perfectas y recién limadas uñas. La posición en la que se encontraba era de total desinterés, como si no pudiera importarle menos.

—¿Alguna objeción, señorita D'Altrui?— pregunta el joven en cuanto termina de hablar, ella alza la mirada para fijarse en él y aprieta sus labios.

—No, ninguna.

—¿Firmaría con la empresa? — cuestiona—. Como puede ver el proyecto sólo necesita de su firma para llevarse a cabo.

—No cuenten conmigo. — dice finalmente, dejándonos a todos con la boca abierta y mirándola incrédulos.

—¿Fiamma? — digo en su dirección, ella me mira con esa mirada desafiante tan característica de sus ojos.

—Ha escuchado bien, Pimentel. — alza una de sus perfectas cejas antes de sonreír de forma ladeada—. ¿Ha sido todo?

Juraría haber quedado mudo en ese instante, mis compañeros tampoco se pueden creer lo que acaba de pasar y el único culpable aquí tengo que ser yo.

¿Qué pude hacer para que cambiara de idea tan repentinamente?

—Ha sido todo. — murmuro antes de pagar saliva con dificultad por mi garganta. Ella asiente con formalidad y se levanta para poder salir de la sala.

—Te felicito, Joel. Hiciste que desperdiciáramos una hora de nuestra vida. — espeta el Magnate Vélez a la vez que se levanta.

—Te veías muy seguro de que aceptaría el trato. — dijo Erick encogiéndose de hombros —. Más te vale cumplir, ella tiene que estar en el proyecto.

—Saca tus encantos a relucir, lo que sea, pero tienes que hacer que Fiamma D'Altrui firme. — intervino el Magnate Camacho.

Fruncí el ceño antes de levantarme apresurado y correr en dirección a la salida, tenía que hablar con Fiamma sin importar lo que recién había pasado en la sala de reuniones. Maldije al ver que estaba en el ascensor, empecé a bajar las escaleras con prisas, agradecí las horas de gimnasio y mi buen físico.

—¡Fiamma! — exclamé al ver las puertas metálicas abrirse, la mujer cuyo nombre acababa de salir de mis labios apareció segundos después saliendo del ascensor.


—Señor Pimentel, ahora no es momento para hablar del asociamiento...

—El asociamiento me importa una mierda, Fiamma.— refuté, no era del todo cierto pues si ese asociamiento no sucedía tenía mucho que perder —. ¿Qué ha pasado contigo?

—¿Conmigo?

—Actúas diferente, te noto rara en todos los sentidos.

—Tengo razones suficientes para hacerlo.

—Me gustaría que me las contaras.— dije mirándola, dejó escapar un suspiro por sus labios antes de mirar a su alrededor.

—No vamos a hablar de eso aquí. — dice finalmente, se acerca a mi con pasos lentos, toma mi brazo con algo de fuerza y tira de mi hasta uno de los pasillos donde no había nadie en esos momentos.


—¿Qué es eso que te está jodiendo la cabeza, Fiamma? — pregunto en apenas un susurro, la cercanía de su cuerpo me agrada más de lo que debería.

—Sé en los negocios que estás metido, Pimentel. — susurra demasiado cerca de mi rostro, su dedo índice da un ligero toque en mi pecho —. No voy a envolverme en algo así.


—¿De qué negocios hablas? —pregunté, muy a mi pesar sabía perfectamente de lo que estaba hablando pero no iba a confirmármelo así como si nada.

—¿Me estás puto jodiendo? — preguntó alzando la voz, se alejó de mí de forma violenta y de inmediato sentí su falta de su calor corporal.


—Fiamma baja la voz, podemos hablar esto con calma.

Vacci piano. — rió sarcástica—. No vamos a habar nada, olvídate siquiera de lo poco que nos hemos visto... No necesito de ti y tú no necesitas de mí así que será fácil para ambos.


—Creo que estás equivocada.— digo, mi mirada baja a su escote, me obligo a mí mismo a desviar la mirada rápidamente —. Entre nosotros hay algo, date cuenta... Ambos podemos sentirlo.

—¿Interés por los negocios? — preguntó con ironía en la voz.


—La tensión sexual. — susurré, ella me miró como si acabara de decir la mayor estupidez del mundo... Y tal vez tuviera razón pero yo tengo que intentarlo de todos los modos posibles.

Sé que es una mujer difícil pero lograré lo que tengo en mente, me cueste lo que me cueste.

Magnate Pimentel Where stories live. Discover now