Capítulo 9

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Joel Pimentel

Apoyé mi peso en mi auto mientras cruzaba los brazos sobre mi pecho y observaba en la oscuridad el mar en calma. El reloj de mi muñeca marcaba que ya eran pasadas las diez de la noche y aquella joven italiana que tanto me estaba jodiendo la cabeza aún no había aparecido.

Me juré a mí mismo que haría lo que fuera necesario para que estuviera de mi parte, aunque eso implique fingir.

Tomo una profunda respiración antes de volver a mirar la hora y maldecir de todas las formas posibles que se me pasan por la mente.

Vacci piano.

Rápidamente volteo para buscar con la mirada a la propietaria de esa voz, suspiro de forma relajada al ver a Fiamma caminar de una forma sobrenatural hacia mi. Sus caderas de movían de forma provocadora en cada paso que daba, o tal vez yo estaba perdiendo la cabeza y lo veía de esa forma.

—Fiamma. — digo dando un leve asentimiento en su dirección.

—No sé porque me ha citado a estas horas de la noche en este lugar, si quiere matarme y vender mis órganos al mercado negro déjeme decirle que no es la mejor opción. — dice de forma acelerada, no puedo evitar soltar una risa ante sus locas ocurrencias.

—Fiamma, créeme cuando te digo que de todas las cosas que te quiero hacer esa no es una de ellas.

—¡Ajá! Entonces si quiere hacer cosas conmigo.

—Si, por supuesto que si, todas ellas te implican sin ropa y jadeante. — confieso con una sonrisa malévola en el rostro, las expresiones de la joven cambian drásticamente haciéndola ver confusa.

—Mire, no estoy para sus estúpidas bromas en este jodido momento.

Oh, vaya... Ella piensa que estoy bromeando...

—Me gustaría que dejaras de tratarme con formalidad, no lo hiciste hasta hoy.— digo mirándola fijamente, se incómoda con este acto ya que desvía la mirada rápidamente.

—Hablaré como me dé la gana. — espetó fruncir do su ceño.

—Bien, señorita, como prefieras. — me encogí de hombros—. Hace una hermosa noche, ¿verdad?

—¿Me has hecho venir para hablar de cómo está la noche? — cuestionó poniendo los ojos en blanco—. No hay quien te entienda.

Sonrío orgulloso al ver cómo empezó a tutarme nuevamente, para mí sorpresa se recarga en mi auto y me mira alzando una ceja.

—Tenemos tanto de lo que hablar, Fiamma. — susurro, mis ojos se pierden en los suyos, el color verde de estos parece brillar más cuando hay oscuridad. Me acerco un poco más para seguir fijándome en ellos detalladamente, todo lo que expresa con la mirada puede llegar a ser tan increíble...

—Tenemos toda la noche.— suelta, sus labios forman una sonrisa diabólica que no pega para nada con su rostro angelical.

—¿Para qué?

—Para hablar, eso es lo que estabas diciendo, ¿no?

—Oh, si... Por supuesto que para eso.

Genial, ahora se estaba burlando de mí.

Si ella quiere jugar yo no tengo problema en darle juego. Soy un buen jugador y no tengo problema en demostrárselo.

—Haz la pregunta, sé que estás deseándolo.

—¿Qué porcentaje de tus empresas es legal? — pregunta ladeando la cabeza, me imagina algún tipo de pregunta más discreta pero me gusta que haya ido a lo único que le interesa.

—El 80%.— declaró en voz baja.

—¿Qué pasa con el 20% restante?— pregunta frunciendo ligeramente el ceño—. Porque ese 20% equivale a mucho si hablamos de un Magnate como tú.

—Lo sé, Fiamma... Tengo asociamientos con algún que otro hombre que no es de fiar.

—Algún que otro dices... Mira, no quiero tener nada que ver con esto.

—Nuestro asociamiento es completamente legar, los hombres implicados tienen las manos limpias.

—¡Pero tú no! — exclama señalándome—. No eres consciente de lo grave de la situación.

—He manejado esto bien hasta ahora, ¿crees que no podré seguir haciéndolo?

Su silencio se hace presente, no puedo descifrar todo lo que está pasando por su mente pero si puedo ver el miedo, la confusión y el agobio en sus expresiones. Me tomo el atrevimiento de llevar mis manos a su rostro para acunarlo, su piel se siente suave bajo mi tacto. Mis ojos buscan los suyos y no tardan en encontrarlos, me mira expectante, llena de curiosidad por lo que pueda pasar. Una de mis manos viaja a su nuca y acaricio esta con la yema de mis dedos.

—Si quieres firmar conmigo tendrás que renunciar a ese 20%.

—Es demasiado, ponte en mi lugar...

—Un 20% no es nada para tu imperio, puedes conseguirlo en dos días si te lo propones.

Sé que tenía razón pero si hago eso no será porque ella me lo pida sino porque yo lo creo correcto.

Acerco más mi rostro y nuestras respiraciones se juntan. Sus labios ya se encontraban entreabiertos al igual que los míos, su cálido aliento choca con mis labios de una forma deliciosa. Acorto la pequeña distancia que hay entre nosotros y junto nuestros labios.

Para mi suerte Fiamma me corresponde, moviendo sus labios sobre los míos y haciendo de este beso algo dulce y a un mismo tiempo candente.

Tomamos aire para respirar pero seguimos besándonos como si hace unos segundos no estuviéramos discutiendo nuestras diferencias.

—Fiamma, yo no soy el malo en esta historia. — confieso al romper el beso, nuestros labios se siguen rozando cada vez que pronuncio una palabra. Mi mano acaricia su mejilla con delicadeza como si pudiera romperla si hago un poco de presión. Su mirada está perdida, tratando de aclarar el caos de su mente. Un caos que yo mismo provoqué.

Magnate Pimentel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora