Capítulo 22

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Fiamma D'Altrui

No sé que mierda tengo en la cabeza, simplemente estoy siguiendo las órdenes de mi corazón... Suena ilógico, lo sé...

Sentir sus brazos alrededor de mi cuerpo, envolviéndome y atrayéndome a él es todo lo que está bien.

—¿Cuánto tiempo nos queda antes de que te reúnas con tu asistente?

—Treinta y cinco minutos. — respondo tras echar un vistazo al reloj que está colgado en la pared.

—Son suficientes.

—¿Suficientes para...? — comienzo diciendo pero sus labios me impiden terminar la frase cuando atacan los míos con ansias.

Era un beso exigente, donde sus labios actuaban con fuerza sobre los míos. Suspiré a medida que iba perdiendo terreno. Se sentía bien, demasiado bien, mi alma vibraba por diferentes emociones ante aquellos cortos contactos. Puse mis manos en su pecho, poniendo toda la fuerza de voluntad en que este beso no llegara a más.

Su lengua se pasó por mi labio inferior antes de entrar en mi boca, gemí ante la acción y sentí que perdía el control de mi cuerpo.

No supe por cuanto pasamos besándonos, cuando él se separó yo necesitaba más.

—¿Podrías volver a besarme? — pedí, sus ojos brillaron y los míos creo que imitaron la acción.

Sus besos me hacían olvidar de absolutamente todo, no me importaría besarlo todo el tiempo...

—Podría besarte una y mil veces más, Fiamma. — susurra antes de volver a perderse en mi boca.

Cuando me quiero dar cuenta de lo que realmente está pasando mis pies ya no tocan el suelo, las manos de Joel están agarrando mis muslos y sosteniéndome.

Al separarme de su boca no me da tiempo para hablar, sus labios se clavan en el hueco de mi cuello y succionan la sensible piel para dejar una marca de color rojo.

—Joel...— intenté de decir como reclamo pero creo que lo que salió de mis labios fue un gemido ahogado.

—Dime que quieres que me detenga y lo haré. — pidió, su respiración estaba igual de agitada que la mía y su voz se notaba más ronca de lo habitual.

Maledizione. — (Maldición) conseguí decir mientras negaba con la cabeza—. Ni se te ocurra detenerte.

Sus labios se alzan para sonreír de forma maliciosa, avanza unos pasos hasta llegar a la pared y apoyar mi espalda en esta.

—Me pones muy cachondo cuando hablas italiano. — dice cerca de mi oreja, siento sus labios rozar mi lóbulo y un gemido se escapa de mis labios.

—Lo tendré en cuenta para hablarlo más a menudo...

Escucho el sonido de la cremallera de su pantalón bajar, bajo la mirada para ver como se bombea la polla hasta dejarla del todo erecta. Cuando alzo la mirada nuevamente lo pillo mirándome, mis mejillas se sonrojan al darme cuenta de que me vio mientras yo miraba su acción.

Sei bellissima...

Fiamma, no te desmayes solo porque ha dicho que eres hermosa... No es un buen momento.

Grazie. — agradezco en un susurro apenas audible.

Dos de sus dedos se las arreglan para meterse entre mis piernas y apartar la tela de mis bragas, el glande de su polla hace contacto con mi sexo y tengo que morderme los labios para no soltar un gemido. Mi coño palpita con solo su roce, estoy jodidamente ansiosa y desesperada.

—Te haré el amor tan rico que me vas a sentir dentro de ti por lo que resta de día. — dice antes de hundirse en mi interior.

Pego mi espalda más a la pared en cuanto empieza con un lento y tortuoso movimiento de caderas.

—Por favor... — ruego —. Más rápido...

—Si insistes...

La próxima embestida se siente demasiado profunda y a la vez placentera, clavo mis uñas en su piel para indicarle que siga así. Imita la acción una y otra vez, llevándome a perder los sentidos en cada movimiento.

Ha encontrado mi punto y sé que no va a detenerse hasta me corra.

Sus caderas chocan contra mi piel haciendo eco, el sonido es lo suficientemente audible pero con nuestras respiraciones agitadas y nuestros gemidos pasa a segundo plano.

Ladeo la cabeza y él aprovecha para posar sus labios en mi cuello otra vez, su lengua se pasea por la zona antes de que sean sus dientes quien la roce.

Mis piernas se envuelven en su cintura y aprietan el agarre, el rostro de Joel está a tan solo centímetros del mío y una fina capa de sudor cubre su frente.

Cierro los ojos con fuerza al sentir mi orgasmo estallar en mil pedazos, suelto un sinfín de maldiciones en italiano y muerdo mi labio inferior. Sé que no fui la única en alcanzar el clímax, un líquido ligeramente espero baja por la cara interna de mis muslos.

—Oh, Dios mío...

—No queda tiempo para una ducha. — dice mientras camina conmigo en brazos hasta la habitación, me recuesta en la cama y va al baño a por papel. Limpia el semen que recorría mis piernas y me regresa a mirar con una sonrisa en los labios.

—Voy a llegar tarde. — digo al darme cuenta, me levanto de inmediato y no puedo evitar tragar saliva ante el cosquilleo que todavía siento en mi entrepierna.

—Con calma, Fiamma. — me guiña un ojo y se dispone a acomodar su ropa—. Paso por ti para cenar.

—Pero...

—No ha sido una pregunta. — deja un casto beso en mis labios y sale de la habitación antes de que pueda decir algo más.

Magnate Pimentel Where stories live. Discover now