Capítulo 13

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Joel Pimentel

Acostarme con Fiamma no era parte del plan.

Acostarme con Fiamma no era parte del plan...

Maldita sea, acostarme con Fiamma no era parte del plan...

Lo repito en mi mente una y otra vez, no sé que estamos haciendo pero también tengo muy claro que no voy a perder la oportunidad de intimar con ella si me lo permite. La veo perdida mientras mis labios recorren la suave piel de su cuello, dejando pequeñas marcas en el proceso, mis manos se dirigen a su espalda y no tardan en desabrochar su brasier para dejarlo caer al suelo.

No tenía los pechos más grandes que habían visto mis ojos pero no era el momento de compararla con otras mujeres, ella estaba condenadamente buena por donde la miraras.

—Joel... — gimió por lo bajo, escuchar ese pequeño gemido que se escapó de sus labios fue lo más erótico que mis oídos han podido oír en mucho tiempo.

—Fiamma... ¿Dónde está tu habitación?

—La tercera puerta a la izquierda en el segundo piso. — me indicó, no dudé en cargar su cuerpo en mis brazos y subir con ella las escaleras. La puerta se encontraba ya abierta así que lo único que hago es cerrarla en cuanto nos adentramos.

No me tomo la molestia en admirar los detalles de la habitación, estoy allí para algo en concreto y no para fijarme en la decoración.

Deposito el cuerpo de Fiamma en la cama y no me tardo en volver a unir nuestros labios en un ansiado y desesperado beso. Mis manos pican por deshacerse de su pantalón pero no quiero parecer un loco, es mi primera vez con ella y pienso disfrutarla, hacer las cosas bien y complacerla.

Sin embargo, ella comparte su emoción conmigo y empieza a desabotonar mi camisa con rapidez, ahogo un jadeo en mis labios cuando la yema de sus dedos acaricia mi pecho y baja con total calma por mi abdomen. Puedo ver como se moja los labios con la lengua antes de sacarme la camisa y dejar que esta se quede en el suelo.

¿Cómo le explico que no soy un hombre delicado en la cama...?

Mis labios atrapan uno de sus peones y lo succiono como si la vida dependiera de ello, mi mano acuna su otro pecho dándole a entender que repetiría la acción con el más tarde.

Las piernas de Fiamma están enredadas en mi cintura pegándome a su cuerpo, el bulto de mi entrepierna choca contra contra su cuerpo, ajustándose perfectamente entre ambos.

—Por favor, Joel... Pro favor. — suplica entre jadeos, sé lo quiere y se lo daré... Aunque no me molestaría tenerla debajo de mi cuerpo rogándome un poco más.

Mis manos comienzan a deslizar su pantalón por sus piernas, mi cálido aliento acaricia la cara interna de sus muslos y ella se estremece con esa simple acción, puedo ver como sus ojos verdes me miran espectantes, vidriosos de placer y más hermosos que nunca.

Finalmente, tomo las finas tiras de sus bragas y las bajo de un tirón, separo sus piernas para tenerla completamente expuesta para mi. La boca se me seca ante semejante delicia, deseo comerla completita pero sé que eso no será hoy, ya tendré más oportunidades.

Busco en los bolsillos de mi pantalón un condón, me desespero al no encontrarlo y suelto un gruñido desde lo más profundo de mi garganta.

—En el segundo cajón. — me indica con su aterciopelada voz.

Me separo de ella para acercarme a la pequeña mesita que estaba situada al lado de la cama, abro el segundo cajón y tomo uno de los preservativos que había. Rompo el envoltorio con mi dientes y dejo este encima del ombligo de Fiamma mientras bajo mi pantalón seguido de mi bóxer.

—Yo lo hago. — dijo ella tomando el preservativo en sus manos, lo puso en mi erección y deslizó el látex por toda mi longitud mientras aplastaba la punta para que no le entrara aire.

Mi respiración se volvió entrecortada en el momento que alejó sus manos de mi y se posicionó de la forma en la que estaba antes.

—Preciosa, lo que viene a continuación es rudo... Si en algún momento te lastimo o quieres que pare no dudes en decírmelo.

Ella asiente y su despeinado cabello se mueve de forma ligera. Tomo una de sus piernas y la subo hasta mi hombro, sé que no es la posición más cómoda pero me consta que es placentera.

Mi polla se hunde en ella lentamente, disfruto el momento de ser envuelto por su cálida y húmeda vagina. Está empapada así que facilita las entradas y salidas cuando empiezo a penetrarla.

La cama choca contra la pared cada vez que mi pelvis toca la suya, las embestidas son bruscas pero ella no se queja en ningún momento, se limita a gemir de forma placentera y a arquear su espalda cundo toco en lo más profundo de ella.

En esos instantes lo único que deseo es en presionar una de mis manos en su garganta, el orgasmo que está comenzando a formarse en su vientre se sentiría mucho más intenso. Sin embargo, no sé si Fiamma me permitía tal cosa...

Siento mis músculos contraerse, no es difícil darse cuenta de que voy a correrme... Sin poder evitarlo me dejo llevar por mis deseos, ella jadea sorprendida cuando mis dedos se aferran a su garganta y la palma de mi mano presiona contra ella. Su respiración se vuelve más dificultosa de a poco y eso es suficiente para que se retuerza de placer bajo mi cuerpo y su cuerpo estalle en mi pedazos tras el intenso orgasmo que está sintiendo. No tardo mucho en correrme dentro del condón y liberar el agarre, carraspea un par de veces y abre los ojos para mirarme, el verde se sus ojos estaba más oscuro que de costumbre dándome la señal de que le había encantado tanto como a mí.

Salgo de ella para retirar el condón de mi miembro, lo ato y lo tiro a la papelera. Miro como Fiamma acaricia su garganta y no puedo evitar sonreír.

Que bonito debe ser encontrar a alguien con quien compartirlo todo, hasta tus más perversas fantasías...

Magnate Pimentel Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang