Capítulo 18

1.8K 170 11
                                    


Fiamma D'Altrui

No existe peor sentimiento que sentirse molesta contigo misma. No es la combinación de situaciones que te llevó a sentirte mal, ni las palabras o acciones de la otra persona, sino tú misma. Tú misma creaste un problema por no  pensar en las consecuencias...

Y en lo personal, es un asco de sentimiento.

Así me siento ahora, porque sabía que el terreno en donde me metía no era de fiar. Estaba decepcionada más que con él conmigo misma, por haber confiado y por dejarme llevar.

Miro a nuestro alrededor, en el exterior no se encontraba nadie.

—Fiamma, estoy verdaderamente confuso por toda esta situación.

Suelto una risa sarcástica antes de voltear a verlo, sin poder evitarlo golpeo su mejilla con la palma de mi mano, su rostro gira hacia un lado y su piel se calienta bajo mi tacto.

—¿A qué cojones ha venido eso? — pregunta llevando una mano a su mejilla.

—Tú sabes muy bien el motivo de ese golpe. — espeto en su dirección.

—Fiamma, ya he dejado los asuntos ilegales... Ten un poco de compasión.

—No estoy hablando de eso, estoy hablando de lo que Richard y tú teníais planeado.

Lo veo tragar saliva y dar unos pasos hacia mí, retrocedo mientras niego con la cabeza.

—Joel, basta... Vamos a firmar de una jodida vez, tendremos una puta alianza que llevará a nuestros imperios a hacer una potencia mundial... Pero nada más, vete olvidando de que pasó algo entre nosotros.

—Todo fue real...

—¡Y una mierda! — exclamé—. Te importaba el jodido asociamiento, pues déjame felicitarte porque ya lo tienes.

—En estos momentos me importas más tú que el asociamiento.

—¡Basta! Cállate de una jodida vez, soy una mujer sensible... Si sigues hablando sé que voy a caer nuevamente.

—Fiamma... — mi nombre se escapa de sus labios en un susurro, sus ojos se encuentran vidriosos y eso me hace dudar de lo que está pasando.

—Nos vamos en la reunión de mañana para firmar.— digo finalmente, para después dejarlo solo e irme con prisas.

Nunca creí que diría esto pero extraño muchísimo Italia, allí soy la puta ama y aquí en Estados Unidos juegan con mis sentimientos.

Porque si, Joel Pimentel se cree un jodido Dios solo por ser Magnate y por supuesto, por ser guapo... Y con eso piensa que tiene todo el derecho del mundo a usar eso a su favor.

Y me jode, me jode muchísimo por la única razón de que yo sí estaba cayendo... No, me voy a corregir, yo ya caí.

Me enamoré de Joel Pimentel.

Algo que no admitiría en voz alta ni estando borracha porque se sentía muy ridículo el hecho de hacerlo.

El Magnate Colón me había advertido de esto, y yo sintiéndome verdaderamente patética no pude contenerme. Habíamos quedado de vernos tras cantarle las cuarenta a Joel, esperaba que ese encuentro me tranquilizara un poco.

—Fiamma, bájale un tonito a tu enojo y me cuentas como han ido las cosas.— murmuró clavando su mirada en mí.

—No me encuentro bien. — me sinceré—. Creo que esto es demasiado intenso para mí.

—Es totalmente comprensible. — una de sus manos se posó en mi mejilla y acarició esta con suavidad—. No tenía que ser tan apresurado...

—¿Por qué dices eso?

—Fiamma, no creo que todo haya sido actuación... Si, la asociación era importante pero no era imprescindible. — dice alzando sus cejas—. Tú sabes mejor que nadie que a Joel no le hace falta de nadie para mantener su imperio.

—Uno nunca tiene suficiente, supongo que es un chico insaciable.

—Pero no de poder y dinero, yo creo que se ha centrado más en ti.

—No digas estupideces. — reclamo, poniendo los ojos en blanco.

—A tu lado es feliz y tú al suyo igual, deberías de darte la oportunidad.

—Quizá no lo merezca. — dije llevada por el enfado—. Una persona que hace sufrir tal vez no deba ser feliz.

Lo escucho soltar un suspiro, se aleja de mí y comienza a caminar con pasos despreocupados, como si su mente batallara entre varios conceptos.

—Lo nuestro solo fue un error. — murmuré—. Un gran error.

—No. — dijo serio—. Un gran error sería arruinar el presente por temas del pasado.

Vaya, parece que el Magnate Colón está muy filosófico...

—Tú mismo lo has dicho, nada bueno iba a salir de ahí...

—Por algo no se mezcla lo personal con lo laboral, ni que fuerais niños para hacerlo... — reclama llevando sus manos a su cabello y peinándolo.

Ruedo los ojos con molestia y tamborileo mis dedos en la mesa, con un ritmo marcado.

—Te voy a hacer una pregunta, Fiamma. — dice señalándome con su dedo índice.

—Dispara.

—¿Qué ha pasado entre Joel y tú?

—De todo un poco... La tensión sexual se notaba desde el primer día, tú mismo lo dijiste. — río sin gracia—. Después llegamos a comernos las bocas en varias ocasiones y nos acostamos una vez...

—¿Os acostasteis?

—Si... — murmuro confusa —. ¿No se dice así en español?

—¿Me estás diciendo que Joel y tú follasteis? — pregunta anonadado—. Dios mío, no me lo puedo creer.

—Pues si, pero no creo que tenga demasiada importancia.

—Si él quisiera únicamente usar te para el asociamiento, no te hubiera puesto un dedo encima. — afirma—. Y sin embargo, habéis compartido cama.

¿Me está dando esperanzas?

Tal vez juzgué a Joel antes de tiempo... Capaz que él empezara por una cosa pero se rindiera, ¿no?

O simplemente era un buen actor, cosa que ya había pensado antes.

—¿Estás enamorada de él?

La pregunta flota en el aire por varios segundos en los que no sé como o qué responder.

Tomo una bocana de de aire y asiento con la cabeza, porque ya era demasiado tarde para negarlo.

—Lo estoy.

Magnate Pimentel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora