Capítulo 17

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Joel Pimentel

Esta mujer está haciendo conmigo lo que le da la gana. Se supone que sería al revés pero la italiana resultó más inteligente de lo que me esperaba.

¿Cómo se atrevía a dejarme de tal forma? Es un pecado.

Pero la venganza es dulce y yo tengo pensado vengarme por ello.

Ahora solo ocupaba mi mente una única preocupación: El Magnate Colón.

Sabía de sobra que Fiamma hablaría con él y también sabía que él le contaría todo para alejarla de mí, solo espero poder intervenir antes de que todo esto se vaya a la mierda.

—Señor Pimentel, lo veo muy distraído... ¿Todo bien?

—No te incumbe mi vida privada, limítate a trabajar. — respondo seco antes de tomar el ascensor para subir al piso donde se encontraba mi oficina.

No estoy en mis mejores días, lo admito. Todo era mucho más fácil cuando una encantadora italiana no estaba para calentarme la cabeza.

Y no solo la cabeza.

Ugh, si dejara de pensar en ella todo resultaría perfecto.

Pero no, tenía que ocupar mis pensamientos 24/7 sin motivo alguno... Quería que firmara un contrato con nosotros y lo hará la semana que viene, ¿por qué no puedo entonces dejar de pensarla?

Tomo mi celular con mis manos cuando entro en mi oficina y me dejo caer en la silla que está tras el escritorio.

"En la rueda de prensa confirmé que D'Altrui está dentro, espero que no la cargues ahora." dice el mensaje que el Magnate Camacho me envió hace tan solo siete minutos.

—Siempre soy yo el que tiene que cagarla, ¿no? — murmuré sarcástico.

Efectivamente, en Internet no se hablaba de otra cosa que no fuera el asociamiento de Estados Unidos e Italia, una potencia mundial.

Por simple aburrimiento comencé a leer uno de los artículos y deseé no haberlo hecho.

—Mierda, Richard... ¿Qué cojones has dicho a la prensa? — gruñí, cuando estaba frustrado hablaba solo, creo que ya no es un secreto.

Según el artículo, Fiamma estaba en esto únicamente porque yo la integré y no por sus méritos propios. Eso no es cierto y me encargaré personalmente de desmentirlo.

Pero lo que más me descolocó fue que Fiamma regresaría a Italia tras firmar el contrato.

En ese instante, la resolución cae sobre mis hombros como si fuera todo el peso del mundo. Mi pecho se estruja sin compasión, haciéndome llevar una mano a la zona en donde estaba sintiendo el dolor.

Fiamma se iría y yo no estaba preparado para eso.

Y más si tenemos en cuenta que lo nuestro solo fue un juego... Y aunque es divertido, me estoy cansando de jugar. Estoy deseando algo real.

Algo real con ella.

—Señor Pimentel... —murmura la voz de mi secretaria tras la puerta, le indico que pase y ella no duda en hacerlo—. La señorita D'Altrui está esperándolo abajo.


¿Qué?

Fiamma, estoy con un desequilibrio emocional por tu culpa... No es momento para que aparezcas.

—¿Te ha dicho por qué está aquí? — pregunté mientras me levantaba y guardaba el celular en el bolsillo.

—No, señor.

—Bien, no la hagamos esperar.

Miro mi reflejo en el espejo que forma una de las paredes de la oficina, me veía igual de guapo que siempre. Acomodé mi cabello con mis dedos y sonreí con aires de grandeza.

Decido bajar por las escaleras, cuando estoy bajando los últimos escalones diviso a Fiamma cerca de la puerta y muy entretenida con su celular.  Me acerco a ella y rodeo su cintura con mis brazos, jadea sorprendida pero al sabe con certeza que soy yo.

Nadie aquí se atrevería a ponerle un dedo encima.

—Señor Pimentel. — dice en tono de advertencia, su trasero está chocando contra mi entrepierna pero me causa sensaciones agradables y sé que a ella también.

—Señorita D'Altrui. — pronuncio acercando mis labios a su nuca, siento como si piel se eriza en el momento que mis labios dejan un beso en esa zona. Ella se remueve en mis brazos hasta que logra deshacerse de mi agarre, voltea para mirarme y yo sonrío inocente.



—Sinvergüenza. — dice arrugando su nariz, me es inevitable llevar mi dedo allí y acariciar la zona para que deje de hacerlo.

—Si, amore. — murmuro burlón.

—Todos tus empleados están delante, no quiero que me toques frente a ellos. — protesta.

—Mis empleados no se atreverían a posar su mirada en nosotros, aprecian su trabajo.

—Que estresante eres, Pimentel. — dice antes de salir del edificio, no me tardo en imitar su acción y seguirle el paso. Sus tacones hacen eco con cada paso que da.

Lo he dicho miles de veces y lo seguiré diciendo, no sé de donde ha salido esta mujer... Pero es una diosa de los pies a la cabeza.

—¿Por qué te presentas así sin más? — pregunto con curiosidad.

—Creo que ayer hemos dejado asuntos pendientes, ¿no es así? — pregunta coqueta, su lengua pasea por sus labios pintados de hace poco al tiempo en que guiña uno de sus ojos. Me tomo el tiempo en fijarme en su delineado perfecto y en la delgada raya de color azul apenas notable que cruza sus párpados y se une con el eyeliner al final. Ni siquiera sé porqué me fijo en su maquillaje, verdaderamente estoy jodido.

Siento mi polla reaccionar a su pregunta, ni siquiera sé si está hablando de eso y mis hormonas ya se alborotan... Esto es lo que causas en mi, Fiamma, más te vale hacerte cargo.

Sin embargo, nada de lo que se cruzaba por mi mente en esos momentos fue lo que tenía pensado la italiana para el día de hoy.








Magnate Pimentel Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon