Capítulo XXVI

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Asintió con un calor abrazando su interior. Las palabras de la madre de Louis le entregaban una declaración de confianza muy importante, confianza que iba a mantener cueste lo que le costara.

Su interior podía sentir a Louis. Podía sentirlo enojado y sin la necesidad de estar enlazados con una marca. Era algo que nunca le había pasado.

- Cuida muy bien a mi hijo, si gustas puedes quedarte aquí si se te hace demasiado tarde - dijo la omega, bajando de sus pensamientos al alfa.

- Es usted muy amable - sonrió gratificado por la muestra de confianza.

- Hago lo que puedo, si es por el bienestar de mi hijo pues... Bienvenido sea - Sonrió, ampliamente, pero con algo de melancolía. - Aunque si te quedas, será en otra habitación.

Harry asintió con una agradable sonrisa.

Johannah por su parte sonrió igual y tomó su bolso de la mesa junto a la puerta de la salida.

- Bien... Nos vemos a la noche, si es que no es muy tarde - abrió la puerta y se quedó fuera de la casa.

- Nos vemos a la noche señora.

Bufó. - Dime Johannah - Y frunció en gracia su ceño.

O suegra. Pensó la omega.

Harry rio levemente, casi inaudible. - Nos vemos a la noche Johannah.

Y así la mujer de cabellos largos se fue caminando por su senda hasta llegar a su auto aparcado frente a la casa, justo frente al vehículo de Harry.

Ahora solo estaba el alfa y el omega en la acogedora casa.

Un alfa que estaba buscando solucionar las cosas con su pequeño omega. Y un omega dolido encerrado en su habitación.

El ojiverde caminó y dejó su abrigo en el sofá y se encaminó por más confianza a la escalera de la casa para subir a la segunda planta, donde estaba el cuarto del joven.

Desde lejos se podía sentir el aroma del omega, su esencia dulce rondaba por las paredes de la casa en toda su expresión.

Era obvio porque en aquel lugar vivía Louis.

Decidido en sus pasos llegó hasta la puerta blanca que denegaba la entrada al cuarto; por estar cerrada.

Tocó pausada y amigablemente la madera, apoyando su oído en ella para oír.

Louis se quedó anonadado, estaba delirando al haber sentido el aroma varonil de su alfa desde la entrada de su cuarto.

¿Tan enamorado estoy para imaginar su olor? Pensó retóricamente el menor.

Sacudió su cabeza y se sentó en la cama, creyendo firmemente haber imaginado el olor y el sonido de golpes de llamados en su puerta.

Pero el olor seguía ahí, intacto. Y posterior a segundos se pudo escuchar otros tres ligeros golpes en su puerta.

Frunció su ceño y llevó su mirada al objeto. Estaba comenzando a asustarse, su madre le había dicho que iba a irse a hacer unas cosas importantes y que probablemente llegaría tarde en la noche, si es que no pasaba a quedarse a un hotel como comúnmente lo hace.

Aunque desde el "incidente" de Louis, la madre no ha vuelto a hacer semejante cosa.

Otros ligeros golpes sonaron en la puerta, pero esta vez una voz se reprodujo desde el otro lado.

- ¿Lou? - El alfa posó su cabeza en la madera, angustiado con la distancia que le daba el omega. - Amor... Sé que estás ahí dentro.

¿Harry? Pensó el omega, en blanco sin entender qué hacía ahí su alfa.

Trauma [Omegaverse] Larry StylinsonWhere stories live. Discover now