Capítulo 24

4.5K 343 17
                                    

(...)
Aquel día había estado lleno de emociones...

POV. Chris

Cuando Keira me llamó amor creí que mi mundo se había detenido. A ver, otras chicas me habían llamado así con anterioridad, pero cuando lo dijo ella tan despreocupadamente y natural, mi pecho se contrajo de la emoción. Dicho por ella sonaba muy... Cómo decirlo....? Sexy? Eso, sonaba... Sensual sin serlo. Y tuve unas ganas prácticamente irreflenables de besarla. Y entonces escuché un ruido. Me tensé y la puse tras de mi, modo protector on. Ella soltó una pequeña risita casi imperceptible y supe que le había agradado. Sonreí. Miré atento entre las sombras que proyectaba el árbol, esperando que un oso o un león saliese de entre la oscuridad. Lo sé, era más probable el león que el oso.

Y entonces Keira me esquivó y salió corriendo, escapando de mi agarre y quedando mi mano cerrada en un puño con mi brazo totalmente estirado y mi cuerpo entero echado hacia delante. Iba a gritar su nombre pero entonces ella empezó a cantar con su hermosa voz. Estuve tentado de preguntarle por qué cantaba y por qué no lo hacía más a menudo pero descarté la idea, porque eso implicaría dejar de escuchar su voz.
Ven,  amigo,
puedes confiar en mí.
Prometo no hacerte daño,
Si tu no me lo haces a mi.
Ven, pequeño animalito,
Puedes confiar en mí.
No quiero hacerte daño,
Puedes confiar en mí.
Mis manos a tu alrededor,
Es lo único que importa.
Mis caricias en tu pelo,
Mis besos en tu hocico,
Tu lengua en mi mejilla,
Cuando las lágrimas acudieron,
Y solo tú estabas allí...
(Letra inventada y completamente mía.; D )

La letra no la entendí demasiado bien, y cuando Keira me dijo todas esas cosas de alguien del género masculino no pude evitar sentirme celoso, y en parte un poco culpable por no haber estado con ella cuando lo pasó mal.

Palidecí en sobremanera cuando vi al larguirucho hurón completamente blanco con una mancha gris en el ojo. - Así que este es mi contrincante...- Dije susurrando para no molestar a Keira.

Ella rió suavemente.- Si, y te advierto de que te lleva mucha ventaja...

- Ah, si?- Ella asintió y yo di unos pasos hacia ella. Kei retrocedió.- Pues habrá que remediar eso, no?

- Yo...Si...Osea, no.... No lo se... Si, supongo...- Tartamudeó, nerviosa. Sonreí al darme cuenta de que era yo el que le hacía sentir así. Ella enrojeció violentamente.

Me acerqué más a ella, y ella retrocedió hasta que su espalda chocó con el tronco de un gran árbol. Me acerqué todavía más, aprovechando el echo de que ella no pudiera escapar de mi. Aproximé mi rostro al suyo. Estábamos tan cerca que nuestros alientos se entremezclaban y con mi visión de vampiro podía distinguir cada tono verdoso de sus iris. Rocé casi imperceptiblemente sus labios con los míos, provocando así que ella se estremeciera y cerrase sus ojos. Yo también me estremecí, pero no dejé que mis párpados se bajasen. Bajé la cabeza hasta llegar con mis labios a su cuello, pasando mi nariz por la curva de su mandíbula y por la parte de su cuello que conectaba su cabeza al resto de su cuerpo. Besé allí donde se unían el final de su cuello y su clavícula e inconscientemente cerré mis ojos, continuando hacia su hombro dejando un ratro de besos a mi paso. Sentí que nuestras respiraciones se volvieron más pesadas, y que el aire se volvía cada vez más caluroso. Metí mis manos bajo la camiseta de Keira, acariciando la parte baja de su espalda y su vientre, ella pasó sus manos por detrás de mi cuello, atrayéndome más a ella a la vez que jugaba con mi labio inferior. Subí mis manos lentamente hacia arriba. Ella se estremeció ante mi tacto, pero agarró mis manos con las suyas y las sacó de su camiseta. Respiré profundamente, trantando de ralentizar mi ritmo cardíaco. Apoyé mi frente sobre la suya y la atraje hacia mi por la cintura. Cerré mis ojos con fuerza y suspiré. Keira repitió mi acción. La abracé con fuerza mientras miraba a mi alrededor. Me sorprendí al observar que ya era de noche.

- Keira...- Susurré.

- Mmmmmhhhmmm...?

- Ya es de noche...

- Y? Te da miedo la oscuridad?- me preguntó en tono burlón. Reí levemente.

- No, pero... Alguna vez has dormido aquí?- le pregunté con curiosidad.

Ella suspiró. Sentí que me invadía la nostalgia y un sentimiento de añoranza. Y supe al instante que eran sus sentimientos lo que me invadían. Me senté a los pies del gran árbol y la acomodé en mi regazo. Ella apoyó su cabeza en mi pecho y cogió una profunda respiración.

- Si, hace unos meses pasó una cosa y... Me fui de casa y durante un mes estuve en forma de lobo permanentemente.- Ella rió con amargura. La apreté más contra mi pecho.- Recuerdo el día que volví. Lo hice en forma lobuna, y cuando me transformé para ir a mi cuarto parecía un pato borracho andando en patines...- Ambos reímos.

- Pero seguro que eras el pato borracho en patines más hermoso del lugar.

- Y el único...- Comentó ella divertida.- Pero el caso es que en ese mes estuve aquí. Y fue en ese tiempo, quizás unas semanas antes, cuando conocí a Dingo. Al principio me observaba desde lejos, sin acercarse pero sin ocultar su curiosidad. Un día se me ocurrió esa canción que canté antes y fui probando diferentes ritmos hasta que encontré el idóneo, entonces le miré y canté. Din me escuchó, y creo que entendió la canción porque a partir de aquel día, si me acerco tengo que entonar la melodía para que se me acerque.

Observé el cielo, pensativo, y entonces me fijé en un pequeño detalle del que antes no me había dado cuenta. Aquel día había luna llena. Miré a Keira y tragué profundo antes de hablar.

- Keira... Hoy hay luna llena... Que te ocurre cuando hay luna llena?

- ... Pues... Normalmente me transformo y me como un par de personas inocentes pero...- Dejó de hablar al ver mi cara llena de horror puro y duro. Rió con ganas durante un rato.- Era una broma, tontito...- Mi cara se relajó instantáneamente, dando paso a una expresión de alivio.- Bueno pues... Cuando hay luna llena me transformo y aúllo a la luna un rato antes de bañarme en el lago.- Se encogió de hombros.- No sé por qué, sinceramente... Y a ti?

Levanté una ceja, dándole a entender que aquella era una pregunta un tanto estúpida dado que yo no era un hombre lobo.

- Oh, claro, lo olvidaba, como no siento ningún odio a tu lado....- Dijo ditraídamente.- Pero... No sé qué pasará hoy, es nuestra primera luna llena juntos...

De prontó ella calló, y se quedó viendo mis ojos atentamente.

- Tus ojos... Son... Son plateados...- Murmuró. Abrí mis ojos, atónito. Entonces me percaté de que los ojos de ella también habían cambiado, en aquel momento eran dorados.

- Los... Los tuyos son... Dorados...- Susurré. Kei también abrió sus ojos muy ampliamente. Entonces, como si alguien hubiera pulsado un botón en mi cabeza, supe que teníamos que ir al lago que había visto en un lado del claro. Keira pareció tener el mismo pensamiento porque se levantó y cuando se hubo sacudido el pantalón me tendió la mano y me ayudó a incorporarme. Y así, cogidos de la mano, nos acercamos al hermoso lago.

Vampiro y hombre lobo, ¿imposible?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora