Miedo [Finarg]

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Las luces se prendían y apagaban de forma aleatoria, la música fuerte retumbando por toda la sala, y los murmullos de la gente a su alrededor sólo lo mareaban más y más.

Se sentía perdido y el alcohol en su sistema no lo ayudaba demasiado, tampoco la marihuana que había fumado junto a Jamaica y Uruguay hace un buen rato. Sentía su cuerpo tambalearse, pero no estaba inconsciente aún, o al menos eso cree.

Buscó a su pareja entre la multitud de gente, pero el montón de cabezas dando vueltas lo perdía, ya había encontrado a su hijo incluso, pero no a su pareja y eso lo preocupaba un poco, principalmente porque él no era de meterse en este tipo de fiestas.

Se acercó a su hijo para preguntarle donde se encontraba Finlandia, le gustaría estar con él un rato, aunque apenas pudiera coordinar su cuerpo y mente, pero necesitaba estar cerca suyo, aunque sea para escucharlo mientras lo regaña por haber bebido en exceso o haber fumado algo.

Pero antes de que pudiera siquiera acercarse hasta el alemán, pudo observar al finlandés hablando con su ex, Estonia. 

Parecía como si el estonio estuviera coqueteándole a su pareja, y aquello le molestó, dado que el europeo parecía algo incómodo, pero ni siquiera se atrevió a moverse, a pesar de lo que sus ojos veían, no movió un sólo músculo.

Conectó miradas con el nórdico, pero la diferencia es que él mordió su labio inferior mientras volteaba para ver a otro lado y largarse de esa parte del salón.

Aunque odiara ignorar aquellos ojos celestinos y hermosos, no tenía otra opción, principalmente porque ya no quería recibir la ley del hielo por parte de este.

Hace unas dos, quizá tres semanas, ambos habían asistido a otra fiesta, pero en esta Argentina había bebido mucho menos que en esta, pero el problema fue encontrarse a la rusa coqueteando con Finlandia, él notó la incomodidad de su pareja y se fue a socorrerlo, o al menos eso creía, cuando terminó la fiesta, él tuvo que dormir en el sofá de su propia casa porque el nórdico estaba molesto con él.

Le habrá hecho la "ley del hielo" por al menos una semana, y eso era angustiante para él, porque disfrutaba de hablar y escuchar, le gustaba pasar tiempo con su pareja, pero este no hacía un mínimo de caso, cuando le tocaba cocinar al finlandés comía solo, y cuando él cocina también comía solo.

Prácticamente Finlandia lo ignoraba y escapaba de él cada vez que podía.

No quería pasar de nuevo por eso, por lo que mordió su lengua mientras sentía la inseguridad calar en su corazón, comenzó a caminar hacia la barra donde estaba el bartender, aunque sus movimientos eran algo bruscos y mal coordinados no le importaba, quería sentir su garganta arder por el alcohol y no el nudo que comenzaba a formarse por la angustia.

Se sentó como pudo al lado de Birmania, la chica parecía tan desbastada con él, la observó con pena antes de pedir un bicardi, la chica asiática lo observó curioso, ella se encontraba tomando un cocoroco mientras limpiaba sus lágrimas.

--¿Note difíchil? --Preguntó como pudo la menor.

--Seee' --Respondió con amargura y tristeza, la birmana pasó su mano por la espalda del chico en señal de compasión. Suspiró-- ¿y vo'?

--Igual --Dejó escapar una ligera risa cargada de angustia, Argentina sólo pasó su mano por la cabeza de la chica para acariciar sus cabellos con tranquilidad.

Se mantuvieron en silencio mientras bebían, escuchando la música a todo volumen mientras buscaban dejar de pensar tanto en sus inseguridades y problemas. Cambiando de a poco el ardor en su garganta que era producto de las lágrimas que no permitían que escaparan, al de las fuertes bebidas alcohólicas que consumían.

Se sentía demasiado pesimista por quedarse ahí tomando cuando podría ir a bailar con sus amigos, pero era algo casi imposible, porque se conoce, sabe que buscaría al finlandés a pesar de ya saber donde se encontraba y con quien, y la verdad es que no quería seguir atormentando su mente con el hecho de no ser suficiente.

Sólo quería olvidar el gran dolor que pesaba en su pecho.

Volvió a suspirar, se retiraría del lugar, no tenía gracia quedarse si todas sus ganas se vieron afectadas por sus miedos e inseguridades.

Se despidió de la birmana, deseándole suerte para resolver sus problemas con una ligera sonrisa que fue correspondida como pudo, ella estaba tan borracha como él, o incluso más, comenzó a alejarse como pudo de la multitud, deseando llegar hasta afuera del gran salón y pedirle a Buenos Aires que lo fuera a buscar.

Pero una mano en su hombro lo obligó a voltearse, encontrando el rostro preocupado de Finlandia detrás de él. Quiso irse para que así no molestara al menor, pero este se negaba a dejarlo ir.

--Espera Arge --Pidió el nórdico mientras buscaba los ojos dorados del mayor.

--¿Espedad qué? --Preguntó con algo de incomodidad y molestia, quería irse.

--¿Estuviste bebiendo de más? --Aquella fue una tonta pregunta, y lo reconoce, el fuerte olor a alcohol desprendiendose de la boca del más alto debería ser más que obvio para responder-- Perdón, pregunta tonta --Admitió suspirando-- Habíamos dicho que nos volveríamos juntos --Le recordó mientras buscaba juntar sus manos.

Argentina movió con brusquedad su mano, no quería verlo, deseaba irse y llorar en silencio, pero en definitiva no quería verlo cuando él claramente prefirió pasar tiempo coqueteándose con su ex antes que pasar dos segundos juntos. 

--Me da igual --Respondió mientras buscaba irse-- Andá con Etonia, segudo la pasás piola --Agregó mientras comenzaba a separarse de forma definitiva. 

Si había algo que odiaba era que lo tengan dando vueltas como un idiota por alguien. 

--Pero Arge, ¿por qué no fuiste a pedirme pasar tiempo contigo? --Aquello le molestó de sobre manera al argentino, que volteó a verlo completamente indignado.

--Po'que te busco y me decamás, no lo hago y te enojás, ¿Qué cadajo quedés de mi Finlandia?

Estaba molesto e indignado, y el alcohol en su sistema no hacía más que incrementar estas emociones en su corazón, sus ojos se cristalizaban mientras su respiración comenzaba a ser errática.

El finlandés se mantuvo en silencio un momento, para después suspirar algo triste.

--Vamos a casa Argie --Habló dulce y tranquilo, volviendo más nervioso al mayor-- Hablaremos de este tema en casa y sin que tengas litros de alcohol en tu sistema --Prometió mientras tomaba sus manos para entrelazarlas.

Argentina quiso reclamar pero Finlandia besó su mejilla. Reconocía que él había causado esa fuerte inseguridad dentro del argentino, por lo que tocaba arreglar dicho error, pero lo haría cuando el más alto estuviera tranquilo.

--¿Puedes confiar en mi Argie? --Pidió algo temeroso, Argentina estando alcoholizado podía hacer cualquier cosa, era bastante impredecible y dejaba a rienda suelta sus emociones comprimidas, por lo que no se sabía que esperar de él. 

--Si --Murmuró triste, dejándose llevar por el nórdico.

El argentino se mantenía en silencio, algo extraño de su parte considerando que él siempre era de hablar y llenar el espacio con sus conversaciones aunque fueran absurdas y algo locas. No parecía hacer la "ley del hielo" porque no se lo veía molesto, sino que simplemente no tenía deseos de hablar.

Aquello le estrujó el corazón, porque a fin de cuentas había sido su culpa y su inseguridad del que dirán, algo que parecía haberle transferido a la persona más confianzuda que había conocido. 

Se sintió como una mierda mientras ayudaba a sentarse en los asientos de atrás, para asegurarse de que si se dormía, estuviera un poco más cómodo.

Mordió su labio inferior al sentir la culpa penetrar en su pecho.

Necesitaban una terapia de pareja.

Dolce Argie [C.H] [Argie x Todos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora