02-Jugar con fuego

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Pasaron los días y Karin, aquella joven libre que Sakura no había visto en años, pasó a darle ropas mucho más cómodas que ponerse y la pelirrosa aprovecho para preguntar algo:

—¿Karin-san?

—Solo dime Karin, Sakura- respondió amigablemente la chica de lentes

—Ok...Karin, ¿No hay forma de...no sé...quedarme en tu camarote?

—¿Por qué? ¿No te gusta este?

—No es eso...mas bien es el dueño

—Oooo, así que...¿no fue un buen reencuentro?

—No, y no soporto cuando viene aquí, y se que estaría mucho mas cómoda contigo, así que...

—Aunque a mi también me gusta la idea, Sasuke no va aceptar por nada en el mundo —aclaró la pelirroja mientras terminaba de ayudarla a vestirse y la llevaba al espejo para que contemplara su nueva apariencia

—¡Lista! Se que no son telas finas y costosas, pero estas bellísima —Sakura nada mas se contemplo a si misma, traía un pantalón medio ajustado de color beige con botas cafés que le llegaban hasta debajo de la rodilla. En la cintura llevaba una faja roja encima de un chaleco tipo corsé que cubría una camiseta blanca de mangas holgadas. Y por último para decorar su cabeza una cinta roja dándole el toque final.

—Wow...Karin, te luciste

—Lo se, lo se. Ahora no dejes que Uchiha se acerque a ti con lo atractiva que estas

—E ee ey! —exclamó la ojijade con un fuerte sonrojo en su cara. De pronto una guitarra, palmadas y el sonido de un cajón tocando al compás sonaron fuera del camarote.

—Vaya, ya había pasado un tiempo desde que tocaban algo —reclamó Karin. Sakura por su parte aun seguía estupefacta escuchando la música, traía tantos recuerdos y el corazón se le salía, así que a pesar de las protestas de Karin salió de golpe y fue a donde la música para bailar como alguna vez lo hizo.

Sasuke, quien estaba distraído hablando con Juugo luego oyó cómo la tripulación gritaba piropos y silbaba. Ambos se extrañaron por el alboroto y voltearon a cubierta para encontrar ahí una multitud, Sasuke, aun extrañado, bajo y se metió entre la multitud para entender el porqué y los ojos se le abrieron como platos al encontrar a su amada pelirrosa bailando flamenco con la atenta mirada de toda la tripulación. El grandioso Criminal, lleno de rabia, estaba a punto de detener el festejo hasta que una melodiosa risa llenó sus oídos como música y vio a su preciosa flor de cerezo, reir mientras movía las manos con gracia como un ave en vuelo, y zapateaba con sus botas en la cubierta mientras giraba alborotando su corto cabello rosado. Anonadado por la imagen, se permitió también disfrutar el espectáculo después de haberle lanzado una mirada a muerte al resto de los hombres.

Sakura por su parte estaba en su mundo, desde pequeña, cada que regresaba de las colonias de donde su padre gobernaba a Sevilla cuando su madre aún vivía, veía cómo la gente se ponía a bailar y los magníficos espectáculos que montaban las bailarinas profesionales. Gracias a su insistencia logró que su padre le consiguiera una instructora a la que llevaron a las colonias con ellos con la condición de mantener la habilidad escondida. Su pasión, además de la medicina, siempre había sido ese baile, se sentía libre al dar piruetas como si nada importase y su sangre hervir de emoción al zapatear al ritmo del cajón y su propio corazón. Una vez la música se detuvo dio su gran final y aplausos resonaron, sentía su pecho subir y bajar de su respiración agitada por el baile y el corazón le palpitaba rápidamente, involuntariamente sonrió de oreja a oreja mientras daba una reverencia.

Los aplausos fueron desvaneciéndose a excepción de un par de aplausos lentos que se oían cada vez más cerca al igual que el golpeteo de unas botas. Sakura levantó la mirada y se encontró con el Uchiha viéndola de arriba a abajo con una sonrisa de lado y un extraño brillo de...¿enojo? en sus ojos. El azabache noto a la tripulación contemplar la escena y gritó con voz autoritaria

Dinastía de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora