030-Convento de las Rosas

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Kakashi golpeaba la suela de su bota derecha una y otra vez en el suelo esperando por Sarada. Habían llegado al puerto hace una hora y tenían que llegar a su destino antes de que anocheciera.

La idea de que ella saltara por una de las ventanas cruzó su mente.

Un pequeño suspiro de exasperación escapó de su boca y a pasos grandes fue a la puerta de la habitación en la que supuestamente estaba la chica. Tocó suavemente.

—¿Sarada? —no hubo respuesta. Pegó su oído a la puerta y no oyó ruido alguno. Tocó con más insistencia.

—¡Sarada!

—¡Ya voy, carajo! —respondió gritando. El peliplata se relajo y regreso a la cubierta donde su compañero de cabello negro lo esperaba.

—¿Todo bien?

—Si, creo que está teniendo problemas en ponerse el vestido por si sola.

—¿En serio crees que se lo pondrá?, Sasuke a su edad fue bastante...problemático

—Tranquilo Gai, hablé con ella después del escándalo de hace unas horas. Sarada sabe que tiene que cooperar quiera o no —aclaro recordando la conversación que habían tenido, bajo la mirada apenado.

—Tal vez fui muy duro con ella

—Ella te obligó a serlo Kakashi, Sarada tiene un carácter muy fuerte y te ve como una amenaza, tendrás que ser duro con ella hasta que se gane tu confianza. ¿O ya olvidaste las cartas que me enviabas cuando apenas te hiciste cargo de Sasuke? —él soltó una pequeña risa al recordar esas viejas cartas en las que se quejaba día y noche del niño que a lo mucho le dirigía una mirada molesta en ese entonces. El sonido de una puerta abrir y cerrar los alertó y caminaron en dirección a esta para encontrarse con la adolescente.

—Supongo que tienes razón amigo

—¿Y? ¿Qué tal me veo? —los sacó de su conversación la pregunta de Sarada. Ambos adultos voltearon a verla y terminaron en shock acompañado de una expresión muy cómica de incredulidad.

La chica sí llevaba puesto el vestido traído para ella, solo que este estaba cortado y jaloneado de todas partes, pareciendo más un saco largo que un vestido. Algunas de las capas blancas de la falda parecían estar intactas, pero lo que solía ser la falda exterior rosada de seda, era ahora un grupo de retazos amarrados como un cinturón.

La ojinegra sonrió ampliamente, movió un poco el destrozado vestido y dio unas vueltas modelándolo confiadamente.

Kakashi se masajeó el puente de la nariz. Creía que ella se había resignado a usar el vestido después de su conversación, y de cierta forma lo había hecho. Pero no esperaba un movimiento tan osado por parte de la chica. Al contrario de Sasuke quien siempre era frío y directo con él, con alguno que otro desliz de cólera, Sarada era más expresiva, tal y como lo era Sakura, solo que mantenía la arrogancia y actitud cortante de su padre.

La miró de manera desaprobatoria y ella lo miró confundida aún con una leve sonrisa.

—¿Qué? Usted dijo que usara el vestido, jamás especificó como —puntualizó cruzando sus brazos sobre su pecho. El hombre dejó salir otro suspiro, miró al cielo cansado antes de tomar el hombro de su compañero para sacarlo del shock y voltearse en camino al puerto.

Se detuvo una vez llegó a la orilla del barco, volteo a ver a la chica, quien caminaba detrás de ellos, e hizo un ademán para dejarla bajar a ella primero. Sarada rodó los ojos y bajó rápidamente la tabla de madera hasta llegar al puerto.

Dinastía de FuegoWhere stories live. Discover now