025-Promesa

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La lluvia caía suavemente desde el cielo gris, llenando al bosque de frescura y vida mientras los animales iban a refugiarse a sus hogares. Y ahí en medio del bosque, un pequeño castillo se alzaba escondido, dando refugio a aquellos que pudieron escapar después de esa noche de invierno.

Esa noche, después de que todo comenzara a salir mal, Karin, Juugo y Suigetsu buscaron desesperadamente a Sarada y a Mitsuki. Entonces el grito de la niña resonó por todo el lugar, helándoles la piel hasta el punto de mantenerlos sin reaccionar por unos minutos. Fue suerte que llegaran a tiempo para recuperar a Sarada y huir de ahí, pero los tres adultos no se perdonaban el haber dejado a Mitsuki atrás, al ver que era imposible recuperarlo al verlo atendiendo al joven príncipe inconsciente.

Navegaron sin rumbo alguno esa noche, hasta que después de unas semanas llegaron a una de las costas de la tierra más cercana a Skye, solo para refugiarse en un pequeño castillo abandonado, escondido en el bosque, al que recurrían en situaciones desesperadas como esa.

Todos quedaron destrozados esa noche, para los subordinados, su líder invencible había sido vencido, para los tres que estaban siempre a su lado, acababan de perder a un hermano, y Sarada, acababa de volverse huérfana, acababa de perder a su familia, otra vez.

Esos últimos meses apenas había probado bocado la chica, desde que despertó en el barco, hasta ahora que estaban en el castillo no hacía nada que no fuera dormir, levantarse para comer, y volver a hacerse bolita en su cama, encerrada en su cuarto. No entrenaba, no convivía, no hacía nada más que tratar de encontrar un por qué a todo lo que le pasaba.

¿Acaso era un castigo por haber nacido? ¿Por ser hija de un ángel y un demonio? ¿Por ser producto de un amor prohibido?

Cada que se iba a dormir rezaba porque no despertara después, y siempre que lo hacía trataba de volver a dormir o buscaba una razón para no comer.

De no ser por las insistencias de sus tres tíos, ya habría muerto desnutrida hace mucho. Y la verdad...si eso significaba poder ver a sus padres...le daba igual, por ella si estar muerto era mejor que estar vivo, moriría sin problemas...de todos modos, el mundo no la quería viva, ¿verdad?

Sarada despegó su mirada de las gotas resbalando por la ventana de su habitación al oír a alguien tocando en la puerta. Su cuerpo se movió en automático y fue a la puerta, al abrir, se encontró con la mujer que cada día sin falta venía a dejarle un plato de comida y le dedicaba una buena charla por un rato, solo que esta vez, como en algunos días, estaba acompañada de Suigetsu.

—Hey, Sarada. ¿Qué tal te sientes hoy?

—Bien, tío, gracias por la comida, se que la haces con mucho cariño tía, perdón por no acabármela. —respondió el saludo del peliblanco y agradeció a la pelirroja que ahora traía el cabello más lacio y casi rapado de un lado, Sarada le había complementado diciéndole que le quedaba bien, cosa que le agrado ya que pudo ver a la niña sonreír, y hoy, como todos los días, ese era su objetivo.

—No te preocupes cariño, sabes que no importa. ¿Has pensado en bajar hoy? Está lloviendo y la verdad no me gustaría que te enfermaras

—Estoy bien, la verdad es menos frío de lo que parece —respondió la niña tratando de tomar el plato, y fallando debido a la falta de fuerza y voluntad necesaria para tomarlo. La mujer ya no pudo más, decidió entrar para ayudarle a la chica a comer y de pasada arreglar su cuarto muy descuidado, mientras el hombre con ella prendía unas velas y las concentraba en un lugar cerca de la cama, pero lo suficientemente lejos como para que la chica no estuviera en peligro a la hora de acostarse.

Karin puso manos a la obra y sacudió las cobijas de la cama, para después tenderla y continuar limpiando mientras el oji violeta animaba a la chica mientras comía. Tenía meses de tener la mirada inexpresiva, no de una manera intimidante, sino más bien de una manera lamentable. Y aunque lo odiara admitir, ella y sus amigos estaban quedándose sin ideas para ayudar a la chica a punto de cumplir doce. Entonces un brillo rojo captó su mirada desde debajo de la cama, se agacho para buscar al dueño de dicho brillo y encontró el collar de Sakura tirado en el suelo.

Dinastía de FuegoWhere stories live. Discover now