CAPÍTULO 10

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El sonido de la lluvia.


La iluminación en la habitación de Huo Qingjun era pobre, con la única ventana diminuta cubierta con cortinas que lucían como harapos destrozados. La cama de acampar, comprada en un mercado de segunda mano, se asentaba contra la pared moteada con manchas de agua, como un prisionero desnutrido con una sábana húmeda y mohosa envolviendo su cuerpo. Los muebles de la habitación eran un terrible desastre y, los libros, en su mayoría relacionados con leyes criminales y matemáticas, estaban abandonados por todo el piso debajo de una mesa de plástico.

—Alguien hizo un viaje especial hacia aquí para presentarle sus respetos —la punta de los zapatos de Shi Shanyan esquivó los pétalos en la entrada—, e incluso le trajeron lirios.

La atención de Yan Junxun fue atrapada por la pared detrás de la mesa de plástico. Su superficie estaba completamente enlucida con borradores, de los cuales todos eran problemas matemáticos que Huo Qingjun había realizado. Yan Junxun se acercó unos cuantos pasos. Sin tocarlos, inclinó un poco su cabeza hacia un lado y descubrió, entre los problemas matemáticos densamente abarrotados, unas palabras que se habían escrito con una cursiva ya sea descuidada u ordenada–

Estaba equivocado.

Estas eran las únicas anotaciones de Huo Qingjun en los borradores. Sin importar cuán grande o pequeño era el escrito, lo escribió con fuerza. La punta de su pluma fuente había perforado los papeles y las manchas de tinta ennegrecieron los problemas matemáticos. Era como si él estuviera intentando probar su inocencia con franqueza.

—Bienvenido... —una voz mecánica sonó repentinamente desde la cama de acampar. Simplemente mencionó algunas sílabas antes de deteriorarse en sonidos estáticos. Unos segundos más tarde, continuó—: Has regresado.

Shi Shanyan vio un pequeño robot súper obsoleto con un sombrero sobre su cabeza ovalada junto a la almohada de Huo Qingjun. Acurrucándose contra la manta, repitió:

—Has regresado.

—Un pequeño juguete que se eliminó hace cien años. —Shi Shanyan observó al pequeño robot durante un momento y preguntó—: ¿Vives aquí?

Los ojos electrónicos similares a gafas protectoras del pequeño robot brillaron tenuemente con aprehensión a medida que contestaba de acuerdo con la respuesta diseñada del sistema:

—Sí, vivo aquí. Esta es mi casa.

—Interesante —Shi Shanyan se detuvo—. ¿Dónde está tu papá?

—No tengo un papá. —El pequeño robot era incapaz de comprender los cambios en la entonación humana. Simplemente continuó y dijo—: Maestro, bienvenido a casa.

Esta clase de robot se había presentado por primera vez para enseñarle a hablar a los infantes. Podían realizar el reconocimiento de información más simple e interactuar un poco con los niños. Posteriormente, fueron reemplazados con sistemas inteligentes y, en los distritos desarrollados como Guanggui y Guangtong, ya habían sido recolectados como antigüedades. Todos eran muy pequeños y tan solo levemente más listos que un perro común.

Huo Qingjun había cuidado bien de este pequeño. Además de ser viejo, sus cuatro extremidades se encontraban limpias. No podía decir quién era Huo Qingjun y solamente trataba a todos los que se movieran alrededor de esta habitación como él. Carecía de agresividad y vigilancia. Solo sabía cómo confiar en su obsoleto análisis de datos para conversar con las personas.

Todo el tiempo que Shi Shanyan y el robot estuvieron conversando, los efectos de sonido del hombre vecino jugando su videojuego flotaron claramente hacia ahí. Ser rodeado por dos clases de sonidos distintos e incapaz de ver con claridad hacia afuera de la ventana pequeña y sobresaliente, incomodaba a Yan Junxun.

Caza de Tiempo Limitado [XSSL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora