Capítulo IX

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Jane:

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Jane:

El pulso acelerado, manos sudorosas, la respiración entre cortada y una inexplicable incapacidad para centrar mis ojos en un punto concreto, ¿esos son los síntomas del nerviosismo? Verlo ahí, de pie y con la silla en la mano mientras me sonreía de manera diabólica, revolvió todo en mi interior.

No sé si fue vergüenza o simplemente impresión, pero lo que puedo asegurar, es que Wiles había disociado mi organismo. Él no bajó la vista en ningún momento, como yo tampoco retiré la mía. Desde mi posición podía notar su mandíbula tensa y su puño libre contraído, como si en él liberase algún tipo de frustración.

Cargó la silla del suelo, cosa que debió hacer desde el inicio, y la acercó hasta dónde nos encontrábamos. Se dejó caer sobre el asiento, cruzando los brazos bajo su pecho.

—Wiles, tarde otra vez —le requirió Brown.

—Lo siento —se disculpó con ella, pero, ¿por qué a la que miraba era a mí?

—Que no se repita, te lo pido por favor.

— ¿Y ella qué hace aquí? —levantó las cejas en mi dirección.

— ¿Conoces a Jane? —inquirió la doctora.

—Pues claro, si es mi compañera de clases —en la cara se veía a leguas que toda la situación le divertía.

—Paremos con esto de una vez —solté irritada.

—Es solo que estoy embobado con tantas novedades sobre ti —achinó los ojos, como si analizase mis expresiones—. Al fin de cuentas, resulta que la demente del grupo sí que se drogaba.

—Ella no... —Brown fue a intervenir, pero le hice un gesto con la mano para que se detuviera.

—Ya quisieras tener tú el placer de verme aquí todos los días, Wiles —nótese mi sarcasmo—. Brown —la miré—, lo siento mucho, pero no voy a hacer esto, no puedo quedarme aquí.

Me puse de pie y todos me observaban como si me hiciesen rayos X con los ojos. Mis intenciones eran pasar de ellos y largarme de una buena vez, pero la mano de Brown, me impidió avanzar.

—Jane —prácticamente me suplicó—, por favor, solo di cualquier cosa —habló tan despacio que apenas se podía escuchar—. Este lugar va a salir a flote por el financiamiento de Yudy, si te vas, pensarán que nada de lo que hicimos contigo funcionó y lo perderemos todo.

Maldita mil sea veces la educación que me dieron mis padres. Maldito sea el agradecimiento que me hizo replantearme las cosas de nuevo.

—No sabes cómo me gustaría que nunca te hubieses preocupado por mí cuando llegaste a este lugar —confesé molesta—. ¿Tú trabajo depende de esto, verdad? —le vi asentir con la cabeza y luego de haber soltado todas las groserías internas que conocía, volví a tomar mi lugar en la silla.

Cuervo // Vínculo // ✓Where stories live. Discover now