Capítulo XXXV

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Jane:

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Jane:

La llegada de Cameron al hospital me tenía bastante desconcertada. Pero de cierta manera agradecía su presencia, así no terminaría en un bar de mala muerte, pagándole una bebida para obtener un simple número de teléfono.

Pasamos un rato conversando y me resultó increíble cómo él con tan solo 20 años, ya tenía su organismo destrozado gracias al alcohol. Lo único en Cameron envidiable, era su autoestima, la que sí mantenía intacta.

Gracias a la confianza que me infundió, no me fue difícil abrirme, para explicarle sobre ¨Búho¨, aunque él también estaba bien informado del tema. Escuchó atentadamente todos los detalles y me mostró una manera para que, dentro de la página web, no pudiesen rastrear la ubicación de nuestro usuario, así como la vía más rápida para acceder al grupo ¨élite¨.

Según Cameron, antes solía ayudar a su hermano con los trabajos de inteligencia, pues, la informatización siempre fue su fuerte. Pero cuando los conflictos laborales se convirtieron en personales ambos se separaron y, hasta el momento, solo se podían comunicar a través del teléfono.

Sin lugar a dudas, una relación polvorienta, así como la mía con Travis. Nuestra diferencia con Cameron era que al menos mi hermano y yo podíamos decirnos las cosas estando uno frente al otro, pero para él, eso solo podía ser una posibilidad lejana.

— ¿Entonces, sí me vas a dar su teléfono? —le insistí, al ver que no se decidía si confiarme semejante información.

—No —dijo cortante—. En cambio, voy a hacer algo por ti. Cuando necesites comunicarte con mi hermano, me avisarán a mí y, mediante mi llamada podrán compartirle toda su información a él.

—De acuerdo —acepté el trato.

—Oye, Jane, tengan cuidado, por experiencia te puedo decir que ¨Búho¨ no se va a quedar de brazos cruzados con tu hermano. Recuerda que aún tienen una deuda pendiente con ellos.

—Lo tendré en cuenta —le sonreí—. Gracias por venir, Cameron —extendí mi mano en forma de despedida.

—No necesitas agradecer, llevo 5 años sin ver a mi hermano gracias a esos hijos de puta —respondió el saludo—. Bueno, ya me voy pueden seguir en lo que estaban antes de que llegara —puso cara de pícaro y salió del cuarto de hospital dando saltos como niño de tres años.

—A ese tiene que verlo un psiquiatra con carácter de urgencia —habló Matteo provocando una carcajada de mi parte.

—Hay que admitir que es una linda persona.

—Linda persona yo —rezongó y volvió a su lugar junto a mí en la camilla.

—Tonto —pellizqué su nariz—, vamos a dormir, que tengo muchísimo sueño.

—Buenas noches, mi enana bonita.

—Buenas noches, Yeti del Himalaya —sonrió débilmente y cerró los ojitos.

Cuervo // Vínculo // ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora