Capítulo XXVIII

22 10 28
                                    

Jane:

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Jane:

Gracias a la rapidez con que camina Matteo cuando está apurado, logramos llegar al edificio en menos de 10 minutos. Nos despedimos con un beso en la puerta de mi departamento y cada uno se fue a dormir a su casa. Aunque bueno, yo no iría a dormir precisamente, sino a conocer una verdad que ni siquiera tenía idea de que existía.

En el momento en punto que me adentré en la vivienda, un abrumador olor a alcohol, llegó a mis fosas nasales. El ambiente que había dejado cuando salí, nada tenía que ver con el que estaba presenciando. Una nube de humo grisácea, se hacía notar cerca de mi hermano, el cual, sostenía entre sus largos e inestables dedos un cigarrillo.

Sabía de sobra que Travis no se encontraba bien del todo, lo supe desde el momento en punto que vino a mi casa. Solo que ya éramos tan extraños uno con el otro, que nunca tuve el valor de preguntar ¿qué le pasaba?

La persona sentada en el sofá de mi casa, era una sombra del hombre que tanto admiré. Aquella postura erguida que solía mantener para resaltar su metro ochenta, ya no estaba, fue sustituida por una espalda encorvada, cansada. Inclusive su ropa perfectamente estirada y sus zapatos siempre lustrados, se perdieron en el gris de una sudadera y el turbio color de unos sencillos tenis.

Por más que odié a mi hermano por abandonarme, algo dentro de mí seguía doliendo cuando le vi en esas condiciones. Así que me acerqué hasta su posición, para que notase mi presencia.

—Travis —llamé y él no levantó la vista del suelo—, Travis —repetí, buscando alguna señal de atención.

—Llegaste —su forma de decirlo, lo hizo parecer como un alivio.

—Sí, estoy aquí, Travis.

—Lo siento —dos gruesas lágrimas corrieron a lo largo de su mejilla—, no sabes cuánto lo siento —le dio una calada a su cigarro y lo apagó de una.

—Ya no importa —el rencor latió en mis palabras—. Supongo que es cierto eso de que no puedes arreglar lo que ya rompiste una vez.

—Sé que no puedo hacer nada para cambiar lo que pasó, pero necesitas saber la verdad.

— ¿Qué verdad?

—La que esconde nuestro apellido —centró su mirada en mí y por la forma en que me observaba, sabía que no sería bonito lo que diría a continuación—, ¨Anderson¨, la mejor de las condenas de nuestra familia.

— ¿De qué carajos hablas, Travis? —inquirí con nerviosismo—. Mira, dejemos esto para otro día, tú no estás bien y yo por muy poco afecto que te tenga, aún soy tu hermana.

—Fuiste mi única esperanza todo este tiempo —fue a arropar mis manos, pero se lo impedí—, me mantuviste a flote durante este año separados —sus ojos verdes se cristalizaron, contrastando de forma casi mágica con su cabello rojizo.

Cuervo // Vínculo // ✓Where stories live. Discover now