Una catástrofe siempre puede ser evitada, o al menos eso dicen. Todo proyecto de autodestrucción lleva una planificación previa, un aviso interno. Pero, ¿qué pasa cuando ese protocolo se rompe? Jane Anderson lo había hecho, había destrozado su vida...
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Actualidad
Matteo:
Hay momentos que hieren, otros que marcan para toda la vida. A veces decir dos veces la misma frase, no hace que tenga menos importancia, leer dos veces el mismo libro, no deja de hacerlo especial. Como tampoco a ella dejó de dolerle, revivir dos veces la misma historia.
Recordó los suspiros, el llanto, la súplica, los gritos, el perdón. Cerró los ojos para que todo fuese más liviano, pero terminó pesando el doble. Se abrazó a la culpa, la consumieron sus temores, la gente la volvió su esclava, abriendo una y otra vez el mismo baúl que tanto se esforzaba por mantener oculto.
Un carrusel de emociones, me atacó en cuanto salió la última palabra de la boca de Jane. Una mujer a la que le perseguían las desgracias, que se había cansado de luchar y que tenía miedo a morir. Su vida estaba en desbalance, no le quedaba nada a lo que aferrarse o quizás, le quedaba demasiado por lo que seguir luchando.
—Hay personas que por más que le pinten el mundo monocromático, lo ven de colores. En cambio, a ti intentaron mil veces colorearte el mundo y no te dio miedo verlo en blanco y negro —dejé salir.
No dijo nada, se quedó mirando al vacío. Respiraba despacio y apretaba un poco más el agarre de nuestras manos con cada exhalación. Era como si yo fuese su lugar de paz, como si mi cuarto y las cuatro paredes de mi departamento, fueran una fortaleza, capaz de protegerla del mundo.
—Pensé que ibas a dejar todo aquí —dirigió su vista a la mía—, sinceramente esperé una acusación de victimismo y un bonito adiós.
—Yo no voy a dejarte sola, Jane.
—Lo sé —me regaló una sonrisa triste—, no estoy si me merezco tanto, después de haber dado tan poco. Pero mi mamá siempre me dijo que es de valientes luchar por lo que queremos, que de nada sirven palabras vacías sin acciones concretas. Entonces, no tengo idea lo que pase a partir de ahora, pero daré todo de mí para yo no dejarte solo.
—Boba —besé su frente—, no sé qué salga de esta relación, mucho menos cuánto nos dure, pero contigo, quiero intentarlo.
—Tonto —besó la punta de mi nariz—, no hace falta que sea eterno, solo que sea bonito.
—я тебя люблю.
— ¿Qué dijiste?
—Nada —dejé salir.
—Yo también te amo, ruso insoportable.
No sé cómo debe sentirse el amor, porque todas las sensaciones son trucos de magia, impredecibles. Yo sentí ese cosquilleo en el estómago. Me vi capaz de regalar una sonrisa tonta solo porque me dijese ¨hola¨. Tenía una constante necesidad de protegerla, de escucharla, de mimarla, quería llegar primero que nadie cuando me llamase, quería ser su pedacito de esperanza.
