Capítulo XXIX

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Jane:

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Jane:

¿Saben qué es el efecto dominó?

Es el simple hecho que, por caerse una pieza, ya terminan en el suelo todas las demás. Bueno, pues así mismo estaba mi cabeza. Travis había movido una pieza y detonó todos los pensamientos, que yo creía muertas.

Vivir durante años pensando que tus padres eran una cosa y luego ver que eran otra, no es para nada sencillo. Por más que quería pensar de que ellos también fueron seres humanos, con derecho a equivocarse, nada justificó sus errores. De hecho, evitar ver las grietas detrás de un lindo retrato familiar, solo me hizo querer observarlas con mayor claridad.

Durante todo el tiempo que mi hermano me habló, sentí como el esfuerzo con psicólogos y tratamientos con especialistas, se iba por la borda. Otra vez tuve la necesidad de irme a por el camino fácil, de lanzarme al precipicio y por fin, detener el equilibrio que supone andar sobre una cuerda floja.

Con 18 años siempre procuré mantenerme de pie, sin importar en qué condiciones fuere ese ¨mantenerme¨. Pero con cada día que pasaba, había un mayor peso sobre mis hombros, una nueva historia, un nuevo recuerdo que quería olvidar.

La diferencia entre todas las veces anteriores y esa, era que ya no me sentía sola. Y si la culpa me había consumido una vez, la culpa también me sanaría. Porque no dejaría a Travis detrás, él no iba a cargar de nuevo con una cruz que era solo era mía.

Me mantuve al lado de mi hermano, enredando las hebras de cabello rojizo entre mis dedos, mientras veíamos un programa en la televisión. Aquello parecía una escena de película en las que, el protagonista va a morir, y la verdad, Travis estaba dispuesto a eso, solo que yo no permitiría que pasara.

—Travis —dije su nombre, sin dejar de hacer movimientos circulares con la yema de mis dedos en su cuero cabelludo.

— ¿Qué? —se giró hacia mí.

— ¿Recuerdas lo que decía papá de Marcos en momentos así?

—Lo que no resuelve Dios, lo resuelve Marcos Myers —reímos ambos ante su imitación de la voz de mi padre.

—Ojalá estuviera aquí —dejé salir inconsciente.

— ¿Marcos o papá?

— ¿Sería egoísta si dijera que Marcos? —arrugué los labios.

—Para nada —sonrió él débilmente—, yo también hubiera deseado que pudiese ayudarnos, pero murió en el accidente.

—Espera —me levanté desesperada del asiento—, Travis, eso es.

—Siento que me he perdido.

—Marcos va a ayudarnos —la alegría en mi tono era más que notoria.

— ¿Sabes algún ritual satánico de resurrección?

—No, idiota —golpee su hombro—, pero sí sé quién es nuestro Marcos. Recuerdas que en caso de que él no pudiese atender algún pedido de papá, ellos siempre llamaban a cierta persona, que siempre mantenía todo bajo control.

Cuervo // Vínculo // ✓Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin