Capítulo XXX

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Travis:

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Travis:

La desesperación se hacía evidente en mi organismo. Yudy tenía que llevar a los gemelos a una consulta y me avisó, demoraría un poco antes de llegar. Ordené la casa para entretenerme en algo, pero ni siquiera el desorden de Jane, lograba centrar a mi cabeza.

Encerrado en aquellas cuatro paredes tampoco iba a logar mucho, eso era seguro. Por lo tanto, tomé una camiseta, unos shorts deportivos y salí a trotar. Escuché mucho a mi papá decir que eso lo relajaba, así que apliqué un poco de esa psicología.

Emprendí mi camino por lo largo de la acera del edificio. Ensimismado con la música fuerte de mis auriculares y en el ritmo contante de mis pies contra el pavimento, solo que ese resonar constante se esfumó cuando casi hago caer a una persona.

—Oiga —se quejó ella—, tenga cuidado, por favor.

—Disculpe —me acerqué un poco a ver si estaba bien—, soy Travis Anderson —extendí mi mano, en señal de saludo.

—Layla Whimper —aceptó el saludo—, ahora si me disculpa, debo irme.

Mis dotes de coqueteo quisieron salir a la luz en cuanto le vi. Ella era de esas mujeres pequeñitas, que aún con cuarenta años lucen de veinte. Con una piel clara y de marcados rasgos asiáticos, los que le daban un aspecto tierno.

— ¿Le gustaría compañía? —me atreví a preguntarle.

—Trátame de tú —sonrió—, y no, gracias, puedo ir sola —se despidió con la mirada, para luego volver a centrar su vista en el grueso libro entre sus manos.

Si digo que aquella mujer no me dejó trastocado, estaría mintiendo. Sería incapaz de definir qué me llamó más la atención de ella, si su voz cálida, su rostro bonito o lo dulce que era para tratar con las personas. Pero sí estaba claro en algo, ni la mejor de las escritoras, tendría suficientes adjetivos para Layla Whimper.

Supongo que fue agradable encontrar una cara agradable en esa ciudad. Los enormes edificios, la limpieza y organización del lugar, opacaban a las personas. Eran como sombras en una ciudad de puras luces.

El sonido incesante de mi celular me sacó del trance, era Yudy. Por ende, no dudé un segundo en contestar.

Llamada Telefónica:

—Yudy, ¿qué sucede? —pregunté en cuanto descolgué.

—Ven al apartamento, ahora. Estoy frente a tu casa y creo que descubrí la manera de acabar con todo este jodido negocio —dijo y se notaba bastante agitada.

—Estoy ahí en dos minutos

Fin de la Llamada

Debido a mi poca paciencia, no esperé el elevador, así que subí por las escaleras, para encontrarme a Yudy recostada en la pared del pasillo, con una escueta sonrisa en los labios. Abrí la puerta de la casa y ella entró, incluso antes que yo, tomando lugar en una de las sillas del comedor.

Cuervo // Vínculo // ✓Where stories live. Discover now