Una catástrofe siempre puede ser evitada, o al menos eso dicen. Todo proyecto de autodestrucción lleva una planificación previa, un aviso interno. Pero, ¿qué pasa cuando ese protocolo se rompe? Jane Anderson lo había hecho, había destrozado su vida...
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Travis:
La tensión de los últimos días me tenía de bastante mal carácter. Ya llevábamos un tiempo en el que no podíamos salir y eso de estar encerrado era asfixiante. Entre eso y que no pegaba ojo en la noche cuidando a Jane, parecía un señor mayor en lugar de un hombre de 32 años.
Fuera de todo eso, mi hermana me tenía bien preocupado, su piel se había vuelto pálida y casi no se alimentaba bien, eso sin contar los dolores en el pecho, que no cesaban. Muchas veces la vi retorcida del dolor en el piso y lo único que podía hacer, era abrazarla y decirle que todo estaría bien. La suerte, fue que Matteo y las consultas con le psicóloga la tenían un poco más entretenida, porque de lo contrario, el que terminaría visitando al psicólogo sería yo.
El celular comenzó a sonar con una video llamada del oficial John Chester, quien se mantuvo al tanto de todo durante la última semana. Junto a él conseguimos un enorme avance, tanto en la reclusión de mujeres como en la información de los miembros de ¨Búho¨.
Gracias a que mis compras en la página se basaban en niñas pequeñas, me tachaban de pedófilo, pero no me podía dar el lujo de que abusaran de ellas, cuando podía sacarlas de ese lugar. Después de mucho tiempo, sentía que hacía algo bueno para alguien.
Video-llamada:
—Travis, ¿acordaste la reunión hoy por fin? —preguntó al descolgar.
—Sí oficial, pedí una cita para hoy en la tarde, pero aún no he recibido respuesta.
—Llevamos una buena racha de compra, así que deberían aceptar el encuentro sin problemas.
—Yo le ofrecí un punto donde podían recoger más mercancía y la avaricia los delató, así que espero, podamos solucionar todo ya.
—Debo informarles que gracias a ''Cuervo" ya hay más veinte mujeres, entre niñas y de edad intermedia, viviendo con una vida decente, lejos de ese lugar.
—Es un alivio saber que al menos alguien ha llevado una buena vida este tiempo —respondió mi hermana tras de mí.
—Deben estar orgullosos del trabajo que han hecho ambos. La confianza y profesionalidad con la que supieron manejar la situación, nos ha permitido avanzar sin dificultades, pero aun así, no pueden bajar la guardia.
—De acuerdo —asentí—. ¿Dónde se supone que haremos nuestro encuentro?
—Ellos no se van a arriesgar a mostrar el verdadero socio del negocio en un lugar escogido por ti. Ya te avisarán dónde y cuándo, pero no te preocupes, nuestro ingeniero en informática será el que supervise todo.
—Tengo una propuesta, oficial —dijo Jane—. No quiero confiar todo a un dron, así que sugiero enviar a alguien que el líder de ¨Búho¨ no conozca, en caso de que haya algún problema técnico.
